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Maltrato infantil aumenta<br> los suicidios en menores
Maltrato infantil aumenta<br> los suicidios en menores
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Maltrato infantil aumenta<br> los suicidios en menores
17 de febrero, 2011
Por: Rosario Carmona
@WikiRamos 

La primera vez que intentó suicidarse se salvó de milagro. Se subió a un barandal en el segundo piso del albergue y una psicóloga apenas consiguió detenerla del pie. Sus crisis depresivas la han llevado a otros intentos. Va de la violencia a manifestaciones posesivas y celosas.

Es una adolescente de 13 años de edad que durante 6 años fue víctima de violación y abuso sexual de su padre.

En el Hospital Psiquiátrico Infantil Doctor Juan N. Navarro le han dado atención médica y el pronóstico no es alentador: “Tendrá que continuar con tratamiento de por vida”. Los medicamentos han sido la única forma de controlar sus crisis depresivas y el daño severo que le provocó el sufrimiento de su infancia.

Es una niña que nadie quiere recibir, en ninguna institución de asistencia pública o privada han autorizado su ingreso, por lo que permanece en un albergue.

Una de las manifestaciones más frecuentes del daño psicológico es la autoagresión, aunque ha llegado incluso a lastimar al personal terapéutico del centro: “Es una niña hiperviolenta, que ha llegado a golpear, a morder, al grado de que hemos estado a punto de que una de nuestras psicólogas  fuera a dar al hospital porque le mordió el brazo y casi le arrancó el pedazo, a otra prácticamente le fracturó la nariz”, indica la responsable del centro.

El 22 de diciembre de 2009, cuando tenía 12 años de edad, su papá fue detenido por la policía judicial. La denuncia fue contundente.

Cuando la niña cumplió 6 años de edad, su mamá abandonó a la familia. El padre empezó a someterla y violarla.

Fueron seis años en que, sistemáticamente, el padre abusó de la niña hasta provocarle un daño irreversible.

Cuando la violencia nace en la red de apoyo

Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia, reconoce que cuando el maltrato proviene de los familiares, el daño que se provoca a los menores es más severo y, en algunos casos,  irreparable: “La familia es un entorno sensible, que no tiene la supervisión, no garantiza la ayuda para los niños y en muchos casos es generadora de conductas violentas.”

Casi siempre ocurren los maltratos en el sector inmediato de la familia, tiene que ver con la falta de opciones de apoyo para los niños y es tan grave que se cae el entorno que tendría que garantizar la protección y el respeto de derechos.

De acuerdo con un análisis de la Red, las edades más vulnerables a la muerte por violencia, ya sea suicidio u homicidio, se encuadran en la adolescencia.

El 71.5% de los suicidios en menores, se registran  en jóvenes de 13 a 17 años de edad y el 54.6% de los homicidios en el rango de los 15 a 17 años.

Mente en negro

El mundo es cruel.

No le importo a nadie.

No hay nada ni nadie que me ancle a la vida.

El aire no me sirve, no puedo respirar.

Todo a mí alrededor es negro.

No tengo a nadie.

Los pensamientos de un suicida se tornan negativos y en el momento de tomar la decisión de terminar con su vida, una idea se impone: “La mente queda en negro”.

“Estoy solo y de nada sirve vivir, todo aquí me lastima”, es una de las frases que con frecuencia se encuentra Ángeles Morales, especialista en el tema, quien ha trabajado con niñas víctimas de violencia en una casa hogar del DIF.

Dice que uno de los síntomas que antecede al intento suicida es la baja autoestima y sobre todo en los casos de víctimas de violación por parte de un familiar, donde la red emocional es la más fracturada.

La falta de amor se convierte en el detonador de la depresión y suele convertirse en el factor que detona conductas violentas que sólo expresan la desconfianza que la víctima siente contra sí misma y contra todas las personas que le rodean.

Los signos que alertan sobre un intento suicida son las ideas negativas que empiezan a mostrar los adolescentes, la falta o exceso de sueño, la falta de apetito, las ausencias, la modificación de horarios y el alejamiento del entorno familiar.

Pero cuando existe el antecedente de una agresión psicológica o física dentro de la familia e incluso se llega al abuso sexual y la víctima es una niña, que enfrenta durante parte de su infancia y de su adolescencia el maltrato, el daño se acentúa.

Una persona que ha sido lastimada a ese grado, requiere, de inicio, limpiar la imagen que tiene de sí misma.

“Hay que limpiar la suciedad que pudiera cargar”.

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