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“Quiero ser policía federal” <br> en tiempos del narco
“Quiero ser policía federal” <br> en tiempos del narco
7 minutos de lectura
“Quiero ser policía federal” <br> en tiempos del narco
29 de marzo, 2011
Por: Dulce Ramos (@WikiRamos)
@WikiRamos 

Apenas despunta el día y unos 50 jóvenes hacen fila a las puertas de la Secretaría de Seguridad Pública en pleno Paseo de la Reforma. La imagen de una mujer uniformada, en una lona del tamaño del edificio, parece vigilar a los hombres y mujeres que llegan somnolientos, pero con un objetivo en la cabeza: convertirse en Policías Federales.

Instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública en Paseo de la Reforma.//FOTO: José Merino

Entre diciembre de 2006 y julio de 2010, 463 elementos de la corporación murieron en la guerra contra el narcotráfico. Un promedio de 10 al mes, según cifras del Gobierno Federal. Por estadísticas, ser agente de la Policía Federal es un empleo de alto riesgo y una opción a la que muchos rehuirían; pero aún así, cerca del mediodía aún hay quienes esperan su turno para ingresar.

Pasadas las 10 de la noche, todavía algunos van saliendo ¿Pero qué los llevó hasta ahí? ¿Por qué en los primeros años de su adultez hombres y mujeres buscan un empleo que les podría llevar a la muerte? Tres jóvenes cuentan a Animal Político su historia.

Molango de Escamilla, Hidalgo
Viernes, 12:30 AM

A Ángel Serna y a su madre, Josefina les esperan tres horas y media de autobús para llegar del pequeño municipio hidalguense hasta la Ciudad de México. El joven de 21 años, moreno, de estatura media y cabello ralo tenía un mes esperando la llamada de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. Señal con que los aspirantes son convocados a las pruebas de selección.

Nada más llegar a Indios Verdes, Ángel se pone un pantalón gris de vestir y una camisa rosa de manga corta. Está citado a las 7:00 y, junto con su madre, llegan con tiempo de sobra.

Desmañanarse no le cuesta trabajo. Cuando estudiaba Ingeniería en Redes y Telecomunicaciones, en Pachuca, debía tomar un autobús a primera hora si quería llegar a tiempo a la Universidad, pero la falta de dinero le puso un tope a sus planes. Ahora tiene un bar que, en una buena semana, le deja entre mil y mil 500 pesos. Prefiere atender el lugar a irse al campo o dejar a su familia para irse ‘al otro lado’.

Delegación Gustavo A. Madero, Distrito Federal
Viernes 5:00 AM

Con un par de sándwiches en la mochila, Alejandro Ruiz sale de su casa y toma el Metro. Por sus 1.76 de estatura y su complexión robusta, cualquiera diría que es un señor hecho y derecho, pero apenas está por cumplir los 20 años.

Los postulantes asumen el riesgo a pesar de lo que opinen sus familias.//FOTO: Cuartoscuro

Al igual que Ángel, esta mañana dejó la mezclilla y se puso unos pantalones negros de rayas, una camisa verde limón y chamarra de piel. En casa no están acostumbrados a verlo levantado a esa hora, pues abandonó la preparatoria y está desempleado. Sin embargo, esas no fueron razones suficientes para que en casa lo apoyaran. Los peligros de ser Policía hicieron que su madre pusiera el ‘grito en el cielo’ cuando dijo que iba a presentar sus papeles a ‘la Federal’.

A pesar de aceptar que hay riesgos, un par de conocidos que ya están dentro lo convencieron para postular: “Si te vas tranquilo y por la derecha, no pasa nada. Si te vas chueco, ahí tú sabrás”.

Nicolás Romero, Estado de México
Viernes, 6:00 AM

Abel Nava cree que esta mañana no tiene nada que perder. No tiene esposa ni hijos, cumplió 26 años y está cansado de tocar puertas con su título de Ingeniero Agrónomo Zootecnista bajo el brazo. Es el segundo de cinco hijos cuyos sus padres, le dieron carrera a cuatro como pudieron. Gracias a una beca y a ‘chambitas’ eventuales, Abel pudo estudiar en la universidad Antonio Narro en Saltillo, con el interés, dice él, de profesionalizar el campo.

Pero el título universitario no le ha garantizado ni el futuro ni el presente. Ya se presentó en dependencias como la Secretaría de Agricultura o en la oficina de Fomento a los Agronegocios, y quienes están adentro le han repetido lo mismo: “aquí sin ‘palancas’ no entras”. Antes de las 6 de la mañana llega a la SSP con una camisa lila desgastada del cuello y se incorpora a la fila.

Paseo de la Reforma esquina con Varsovia, sede de la SSP
Viernes, 11:30 AM

Desde temprano hombres y mujeres hacen fila en las instalaciones de la SSP de Paseo de la Reforma.//FOTO: José Merino

“El Servicio de Protección Federal (…) convoca a las personas que cuenten con vocación de servicio, honestidad, lealtad y disciplina a participar en el proceso de reclutamiento, selección, capacitación e ingreso de personal operativo al servicio de protección federal. REQUISITOS…”.

En algún momento, Alejandro Ruiz, Abel Nava y Ángel Serna leyeron la misma convocatoria y decidieron postularse. Jamás se habían visto, pero esta tarde, están en la misma esquina y han pasado por los mismos trámites: Un examen sanguíneo, uno toxicológico, toma de fotografías y revisión de documentos.

Tímidos, comienzan a preguntarse a qué hora los han citado para lo que resta: una prueba psicológica, un estudio socioeconómico, y el polígrafo. Más conocido como el ‘detector de mentiras’.

Todos los aspirantes han llegado en ayunas y el hambre comienza a anunciarse. Alejandro saca sus sándwiches aplastados, Ángel compra unas frituras rebosantes en salsa valentina y Abel, si tiene hambre, se la aguanta. Con el estómago medianamente saciado, las historias comienzan a surgir.

En Molango de Escamilla, cuenta Ángel, el narcotráfico ya está instalado. “Por eso mismo elegí ser Policía. Yo veo muchos ‘federales’ en mi estado”.

En su municipio aún no aparecen víctimas asesinadas con la crueldad que identifica al crimen organizado, tal vez por eso el joven cree que sumarse a la Policía Federal no es tan peligroso. Si acaso, dice, sólo en algunos estados.

En ese pequeño poblado de Hidalgo, a 131 kilómetros de Pachuca, cuenta Ángel, sus amigos poco a poco se han quedado sin oportunidades claras de empleo o estudio. Los que están en los 30 se van a Estados Unidos, a la Ciudad de México o se desempeñan como albañiles. Otros se van al campo. A él, ninguna de las opciones le apetece.

Lo que sí le es atractivo, es el sueldo. “Aprobado su ingreso al Servicio de Protección Federal tendrá el grado de Guarda, con una percepción mensual bruta de 9 mil pesos y las prestaciones que por ley le corresponden”, reza la convocatoria lanzada por la SSP. Con sólo la preparatoria terminada, la percepción es jugosa para cualquier joven.

Las razones de Ángel y Abel:

 

¿Qué imagen tiene de la Policía Federal? Mejor que la de otras corporaciones. “De la ‘federal’ casi no se saben cosas malas. Pero de la municipal y de la estatal, salen un montón. A esas no me metería. Son las que tienen más vínculos con los narcos. Y lo digo porque en Molango se sabe que son corruptos”.

A Alejandro con sólo la secundaria terminada, los nueve mil pesos le parecen oro molido. Reconoce que lo más que le llamó la atención para presentarse, fue el sueldo. Una cantidad segura cada mes le parece más atractivo que la posibilidad de obtener el certificado de preparatoria.

Con desgano y un gesto de disgusto, cuenta que ni los maestros ni la idea de pasar horas en un salón de clases le llamaban la atención. “Además, no creo ser bueno para eso”, lanza lapidario.

Algunos cansados de empleos temporales o "mal pagados" buscan una oportunidad.//FOTO: Cuartoscuro

Para él, que por su físico robusto podría tener más ‘pinta’ de policía que sus compañeros, los policías federales son “de lo mejorcito que hay”. Aunque agrega: “sé que no están libres del todo”.

Sus conocidos le han contado que, una vez admitido y habiendo cursado un adiestramiento, puede obtener un contrato por dos años. Sus amigos, que aceptan empleos eventuales o mal pagados, no pueden esperar a algo similar. ¿Le parece que es momento propicio para entrar a la corporación? No, pero “ahorita, donde quiera corres riesgo”, sentencia. Si lo mandan a Ciudad Juárez o a Nuevo Laredo, no le preocupa. “En este tiempo ya todo el ambiente es duro en México”.

Al escucharlo, Abel, el más aguzado y elocuente de los tres, interrumpe: “A todos se nos están acabando las oportunidades. Nadie quiere ponerse en riesgo. De antemano sé que lo hay”.

De cuerpo enjuto, pero con energía y una agilidad que sus compañeros más jóvenes no tienen, califica como ‘faramalla’ las ofertas que ha visto en el Servicio Nacional de Empleo para personas que, como él, tienen un título de Ingeniero Agrónomo.

“Fácil he mandado 30 solicitudes a ese portal y sólo me dicen que las recibieron. Nunca llaman”.

En la iniciativa privada tampoco le han dado cabida, así que su salida, por ahora, ha sido el autoempleo. Se ha desempeñado como asesor de proyectos o técnico en proyectos agrícolas; pero todo se acaba. “No quiero hacer carrera aquí. Lo único que busco es un capital para después dedicarme a lo que me interesa, que es la producción animal”.

Hasta ahora, la convocatoria sigue disponible en la página de internet de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. El fin de semana aparecen noticias sobre agresiones en Guerrero, Chihuahua y Coahuila. Al lunes siguente, más chicos llegan a esperan su turno.

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Etiquetas:
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