Home
>
Las siete estampas de la marcha <br> en Cuernavaca
Las siete estampas de la marcha <br> en Cuernavaca
5 minutos de lectura
Las siete estampas de la marcha <br> en Cuernavaca
07 de abril, 2011
Por: Daniel Lizárraga (@DanLiza)
@WikiRamos 

El Presidente Felipe Calderón le prometió a Javier Sicilia que atraparán a los asesinos de su hijo Juan Francisco, de 24 años de edad, durante una reunión que sostuvieron ambos en Los Pinos entre las 10:30 horas y alrededor de las 12:30 horas de ayer.

“Eso fue lo que me dijo”,  comentó el poeta a Animal Político aún sin recuperar  la respiración, despeinado, arropado por su familia tras encabezar, durante casi tres horas, la marcha más numerosa de la que se tenga memoria en Cuernavaca, Morelos, a lo largo de aproximadamente siete kilómetros y bajo una temperatura no menor a los 30 centígrados.

Al bajar del templete instalado a las puertas del Palacio de Gobierno, Sicilia no podía dar más de cinco pasos sin ser detenido por la gente para abrazarlo, para entregarle cartas, para estrecharle la mano, para palmearle la espalda, para contarle de sus familiares desaparecidos, en una Cuernavaca que ha dejado de ser “La Ciudad de la Eterna Primavera” para convertirse en “La  Ciudad de la Eterna Balacera”,  según se escucha en los corrillos políticos y en los cafés.

La gran serpiente blanca

Alrededor de las 17:00 horas, cuando inició la marcha –a la entrada de Cuernavaca por la autopista a Acapulco- no había más de tres mil personas. “Espero que lleguen más, esto se va a poner bueno”, vaticinó José Martínez Cruz, organizador y miembro de la Comisión Independiente de los Derechos Humanos de Morelos (CIDHM).

“¿Si fuera tu hijo qué harías Marco Adame? ¡Si tuvieras vergüenza te largarías!”, rezaba la manta más visible en ese momento.  No más de media hora después, esa pancarta fue sepultada por los cientos de personas que salían de calles aledañas, que llegaban en taxis, que bajaban de colonias de clase alta como Rancho Cortes, por estudiantes que en bloques se incorporaban, por familias que salían de los negocios abiertos hasta conformar una enorme serpiente blanca que se deslizó hasta Palacio de Gobierno.

Los más optimistas calcularon que hubo hasta 25 mil personas. Los  más renuentes aseguraron que llegaron unas 15 mil. Pero no existe un sólo referente para apoyarse. Los reporteros locales nunca habían visto algo así. Los políticos, azorados, veían cómo esa serpiente blanca cascabeleaba sin que ninguno de ellos pudiera estimar sus dimensiones reales.

A la plancha del zócalo le caben 10 mil personas y la gente no cupo ahí. Cientos se quedaron varados en las calles aledañas. No pudieron escuchar los discursos. Algunos de ellos se paraban sobre las puntas de los pies para entender qué pasaba. Ninguno de los organizadores -como José Martínez- dieron crédito a lo que tenían ante sus ojos.

Las cifras

En los últimos cinco años la gente en Cuernavaca ha visto con azoro cómo aparecen cuerpos sin cabeza colgando de puentes que se utilizan para pasar por debajo de la autopista México-Acapulco. Las vendetas entre los cárteles han dejado a su paso cifras como los siguientes de acuerdo datos recopilados por organizaciones no gubernamentales como la CIDHM:

-Entre enero de 2007 y diciembre de 2010 ocurrieron 3 mil 545 homicidios, de los cuales 529 fueron ejecuciones.

-En 146 casos las víctimas fueron jóvenes entre 16 y 30 años.

Los gritos

“¡Estamos hasta la madre! ¡Estamos hasta la madre!”, gritó la gente con el puño en alto golpeando al aire caliente de la capital morelense. De los edificios y de los negocios sobre la avenida Zapata la gente aplaudía. Los meseros se asomaban desde las puertas de los restaurantes para sumarse a las consignas: “¡No más sangre!, ¡No más sangre!”.

Javier Sicilia, su familia y los amigos de su hijo fueron la cabeza de la marcha. No hubo políticos ni funcionarios con ellos. La gente se cogió de los brazos para formar, a lo largo de todo el trayecto, un cordón de seguridad. Desde el toldo de una vieja combi destartalada, el poeta hizo un primer alto en el camino frente a la zona militar  para pedir “que las deserciones no se repitan, que no se viole su código de honor. En medio del horror harían bien en regresarnos la tranquilidad y no vernos como estadísticas de guerra y evitar lo que irresponsablemente han llamado daños colaterales”.

Y machacó:

“Porque cuando uno manda a chingar a su madre a alguien, hay que asegurarse que se vaya”.

En su segundo parada, frente a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Morelos (PGJEM), Sicilia acusó que de entre sus filas han salido los asesinos y que,  por omisión o complicidad, la mayoría de los casos no se han resuelto.

Los ausentes

A la mitad de la marcha, dos jóvenes levantaban un féretro y un muñeco de cartón y trapo con la cara del Presidente Felipe Calderón, el segundo de los presidentes panistas.

En 1998, cuando ese partido  era oposición en Morelos, quienes hoy ocupan la gubernatura como Marco Antonio Adame o un escaño en el Senado como Adrián Rivera Pérez o el exderrotado candidato a alcalde de Cuernavaca y otrora diputado federal, Sergio Álvarez Mata, formaron parte de la marcha del silencio contra la inseguridad pública que provocó la caída del entonces mandatario estatal, Jorge Carrillo Olea.

Ahora este grupo de panistas a quienes se identifica aquí en Morelos como “La Sagrada Familia” se quedaron en sus casas o detrás del escritorio.

Sin miedo

Cuando la serpiente blanca entró al centro de Cuernavaca los negocios estaban abiertos. Los empleados se acomodaban para ver pasar a la gente olvidándose si la mercancía corría algún riesgo. Dueños de zapaterías, de tiendas de ropa, de aparatos electrodomésticos y panaderías sobre la calle Matamoros repartían botes de agua, aplaudían. No sentían miedo.

El reto

Javier Sicilia se quedará en plantón frente al Palacio de Gobierno y emplazó al mandatario panista, Marco Antonio Adame, a que entregue a los culpables de los homicidios antes del 13 de abril o, de lo contrario, habrá una segunda marcha ahora hacia la ciudad de México para exigir su renuncia. Mientras tanto, invitó a la gente a que se sume a la protestas en las redes sociales.

¿Cuántas veces habrá citado a Dios en sus proclamas? ¿Por qué habrá pedido a la gente orar como una forma de protesta?

Javier Sicilia no es un sacerdote ni tampoco se formó en la Teología de la Liberación creada por el ya fallecido obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo.

En realidad ha pertenecido a un movimiento pacifista conocido como Comunidades del Arca fundadas por Lanza del Vasto, un discípulo cristiano de Ghandi cuyos principios pacifistas inspiraron movimientos sociales en Europa.

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
image