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Sale a protestar a las calles la debilitada clase media israelí
Sale a protestar a las calles la debilitada clase media israelí
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Sale a protestar a las calles la debilitada clase media israelí
23 de julio, 2011
Por: Dulce Ramos
@WikiRamos 
Acampada de "indignados" israelíes contra el precio de las viviendas. Foto: enpositivo.com.

Bajo un soporífero calor miles de jóvenes israelíes acampan desde hace días en las principales calles y plazas de Israel para protestar por los altos precios de la vivienda, en un tímido intento de réplica de la “Primavera árabe” y del movimiento 15M en España que desconcierta por su intensidad y firmeza.

Jerusalén, Tel Aviv, Haifa, Beer Sheba, Ashdod, Kiriat Shmona, Sderot y Herzliya son sólo algunas de las ciudades en las que los jóvenes, entre ellos muchísimos con trabajo pero con sueldos precarios, han levantado en cuestión de días campamentos improvisados.

“Vimos que otros lo hacían y decidimos sumarnos nosotros también, así que nos trajimos la tienda de campaña y la colocamos al final de la fila”, dijo Yariv, un joven de Tel Aviv que trabaja como mensajero de paquetes y cuyo sueldo no le permite pagar los astronómicos alquileres de la ciudad.

Con su compañera de apartamento, el joven lleva instalado tres días en una de la principales avenidas de Tel Aviv junto a otros que, como él, soportan temperaturas de más 35 grados y el continuo paso de vehículos a su alrededor.

“No, el lugar no es casual, hemos elegido uno de los símbolos de la ciudad, la avenida Rothschild, donde los alquileres son de los más altos y cerca de donde nació la ciudad hace cien años”, explicó.

En el corazón de la metrópoli, la avenida Rothschild, que comienza en la sede del Teatro Nacional y termina en uno de sus centros financieros, lleva el nombre de la familia de filántropos y banqueros judíos que tanto apoyaron al movimiento sionista en los siglos XIX y XX.

En otras ciudades del país el movimiento popular por una vivienda digna se ha asentado cerca de las alcaldías, en los principales parques y en torno a entidades gubernamentales, para expresar la naturaleza de un problema conocido desde hace tiempo y que poca respuesta ha obtenido de sucesivos gobiernos para solucionarlo.

En los últimos dos o tres años el precio de los apartamentos se ha disparado en Israel en varias decenas de puntos porcentuales haciendo imposible para los jóvenes acceder a los alquileres y menos aun a su adquisición.

Las dos ciudades principales del país, Jerusalén y Tel Aviv, son las que más han subido, pero se trata de una carestía generalizada generada por la falta de tierras para construir en las zonas más demandadas -un tercio de la población israelí se concentra en torno a esas dos ciudades- y la bajada de intereses en todas las vías de inversión por la crisis mundial.

“Esta es la voz del Israel trabajador, la voz que se pregunta cómo es que el Estado se ha detenido en la misma puerta de su casa, y que muestra cómo el orden de prioridades de la población empieza a cambiar”, afirmó el comentarista económico Sver Plotsker.

Un orden de prioridades hasta ahora centrado en la empresa de construcción nacional y que se lleva enormes presupuestaciones para asuntos de seguridad, muchas veces sacrificando otros intereses y necesidades básicos de la población.

Los primeros acampantes comenzaron la protesta la semana pasada en un llamamiento por las redes sociales y por los medios de comunicación que ha calado entre los jóvenes a pesar de que el verano israelí dificulta cualquier permanencia prolongada en las calles.

“Las noches son muy calurosas y húmedas. Es muy difícil dormir dentro de las tiendas de campaña”, escribió Jonathan Levy, uno de los primeros ocupantes del bulevard que divide la famosa avenida, en un diario que publica el principal periódico del país, Yediot Aharonot.

Esta semana, después de verificar el empuje mediático y el apoyo de las masas, el grupo iniciático se reunió para estudiar sus próximos pasos.

“¿Veremos aquí lo que vimos en la Plaza Tahrir (El Cairo)? ¿Sobreviviremos tanto tiempo como los del movimiento 15M en España?”, se preguntó Levy, que es consciente de que en el Israel moderno repetir esos fenómenos sociales no es cosa fácil.

“¿Quién sabe?, se respondió a si mismo. “Hace una semana sólo éramos un grupo virtual en facebook. Después de años de quejas en bares y cafeterías con aire acondicionado, por fin la gente sale de sus casas para actuar juntos”.

Un artículo de opinión publicado en el diario Haaretz valoró que lo más significativo “de las ciudades de tiendas de campaña que se extienden por todo el país es que están habitadas por los hijos de aquellos que gobiernan el país”.

Un estudio de la Universidad Ben Gurión del Negev reflejó que en las últimas décadas siempre ha emergido un movimiento de protesta relacionado con los precios de la vivienda, pero que después de meses, en el mejor de los casos, acabó disolviéndose.

Roni Kaufman, autor del estudio, cree sin embargo que éste puede ser distinto, porque los que habitan esos campamentos en esta ocasión no son gente de la clase baja como en eventos anteriores.

“Son jóvenes de clase media, esto no había ocurrido antes cuando eran básicamente pobres”, afirmó.

El aliento lo recibieron hace menos de un mes cuando las grandes empresas lácteas subieron el precio de un queso de consumo básico, y un llamamiento al boicot desde internet acabó doblegándolas como nunca antes había ocurrido, hasta situar su precio igual o por debajo del que estaba.

Plotsker indicó que en los últimos cinco años las subidas de precios en la vivienda (55 por ciento) y la alimentación (25 por ciento) han destruido la capacidad adquisitiva de la clase media, que ha visto que sus sueldos sólo ha subido en torno al 17 por ciento.

“En la última década los salarios de los empleados no han subido en términos reales, mientras que las empresas en bolsa han ganado más del 300 por ciento. Mientras los sueldos de los altos ejecutivos se han triplicado, los de la clase media se han quedado donde estaban. La prosperidad y el bienestar han pasado a su lado”, concluyó sobre la destrucción de la clase media en Israel, una situación de la que viene advirtiendo también la OCDE.

Otros ejemplo de este fenómeno socieconómico es la larga huelga de los médicos del país, que esta semana se sumaron en miles a sus colegas de Rothschild para alzar juntos la voz y advertir: “Queso, vivienda y servicios médicos son sólo símbolos (de un mismo problema): En Israel no se puede vivir con dignidad”.

Notimex*

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