Primero fue el resbalón de Peña Nieto en la FIL. Luego siguió Cordero, y por ahí Mario Delgado. Lo más curioso es que ante estos hechos, parece que la tónica de los políticos será, o llevar un apuntador, estudiar bien la respuesta, o de plano cuando les pregunten sobre libros tendrán que decir “no hablaré de ese tema”. No faltaba más