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De líder indiscutible del mundo árabe a prisión perpetua: el drama de Mubarak
De líder indiscutible del mundo árabe a prisión perpetua: el drama de Mubarak
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De líder indiscutible del mundo árabe a prisión perpetua: el drama de Mubarak
02 de junio, 2012
Por: Dulce Ramos
@WikiRamos 
Hosni Mubarak. Foto: AP

La condena de cadena perpetua que le fue impuesta hoy al ex presidente de Egipto, Hosni Mubarak, realza el dramático final que ha sufrido la vida política de quien fuera líder del mundo árabe en las últimas tres décadas.

Punto de referencia de cualquier acontecimiento en Medio Oriente, o que tuviera que ver con las relaciones entre occidente y el mundo árabe, Mubarak vio este sábado como un tribunal del nuevo régimen egipcio lo enviaba de por vida a una celda a sus 84 años de edad.

“Serví al país, sólo serví al país”, fue citado el ex mandatario egipcio por un medio árabe cuando era trasladado en helicóptero desde la sala de justicia en El Cairo a la prisión de Tora.

La televisión oficial egipcia reportó que Mubarak sufrió una recaída en su estado de salud después de oír la condena y tuvo que ser tratado médicamente de urgencia en el helicóptero, tras lo cual fue ingresado en la sala de emergencia de la prisión.

Horas antes, un tribunal le había condenado a pasar el resto de sus días en una prisión por su responsabilidad en la muerte de más de 850 personas en la represión de las protestas que encendieron la Primavera Árabe el año pasado.

El mismo tribunal sentenció a la misma pena a quien fuera su ministro del Interior, Habib Al Adli, pero eximió a los dos hijos del ex presidente, Ala y Gmal, de cualquier responsabilidad en los cargos de corrupción de los que eran sospechosos, si bien deberán permanecer en prisión por otros presuntos delitos bursátiles.

También Mubarak fue eximido de los cargos de corrupción institucional que le achacaban durante sus tres décadas de gobierno.

Fuentes del servicio penitenciario dijeron al portal de noticias Al Misrawi, que Mubarak, quien ocultaba sus ojos detrás de unos grandes lentes de sol, rehusó bajar del helicóptero en el que era trasladado y que cuando fue forzado por los vigilantes se echó a llorar y a repetir la consigna: “sólo serví al país” y “Alá cerrará cuentas con ellos”.

Hosni Mubarak, ex presidente de Egipto. Foto: AP.

La condena al ex líder de Egipto, quien había llegado al poder en 1981 tras el asesinato de su predecesor Anwar El Sadat en una parada militar, viene propiciada por los vientos de renovación que se iniciaron el año pasado y que aún están pendientes de sofocarse.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebradas la semana pasada, no dieron un candidato vencedor por lo que los egipcios volverán a las urnas para decidir a mediados de junio.

La oposición islámica, que tiene a su candidato en posición preponderante a la presidencia, manifestó este sábado su desencanto con el veredicto judicial, considerando que “es demasiado leve para los cargos de los que era sospechoso”.

“No hay duda que los veredictos afectarán en las elecciones, porque ahora los egipcios insistirán en elegir a alguien que esté dispuesto a reanudar los juicios de estos acusados y vengar la muerte de los mártires”, señaló un portavoz en nombre del candidato islámico Muhamad Morsi.

Los islámicos fueron uno de los grupos más reprimidos por el régimen de Mubarak en los años 1990, y los que más impulsaron los aires de renovación desde 2011.

Morsi consiguió el primer puesto en la primera vuelta de las históricas elecciones presidenciales y los próximos 16 y 17 deberá derrotar a Ahmed Shafiq, ex comandante de la Fuerza Aérea y el último primer ministro de Mubarak, para hacerse con el poder.

Este último es pues el candidato preferido por occidente, tanto por su moderación, como por su entendimiento de la diplomacia internacional, que según algunos entendidos, sería continuista del anterior régimen en muchos aspectos.

Uno de ellos, el que toca con Israel, es el eje de la diplomacia regional, pues el acuerdo de paz que ambos países firmaron en 1979 sirve de base para la estabilidad en Medio Oriente.

Ese acuerdo costó la vida a Sadat, pero su sucesor, Mubarak, logró convertirlo en un “as estratégico” para acercarse a occidente y a la vez no demostrar demasiada amistad hacia Israel, país que sólo visitó en una ocasión con motivo del entierro de Isaac Rabin, asesinado en 1995.

Fue este equilibrio lo que le hizo acreedor del respeto de los países de la región, lo que devolvió la sede de la Liga Arabe a El Cairo -había sido abandonada por el acuerdo de paz con Israel-, y lo que hizo de Mubarak un cruce de caminos indispensable en cualquier decisión del mundo árabe o de occidente hacia la región del mundo más rica en petróleo.

Su viveza política y experiencia le hicieron mantener el equilibrio en momentos tan cruciales como la primera y segunda guerra de Irak, en las sucesivas crisis entre israelíes y palestinos, hasta convertirse en el mediador por excelencia de Medio Oriente.

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