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Por qué Breivik está obsesionado con que lo declaren sano
Por qué Breivik está obsesionado con que lo declaren sano
4 minutos de lectura
Por qué Breivik está obsesionado con que lo declaren sano
22 de junio, 2012
Por: Dulce Ramos
@WikiRamos 

Que lo declaren sano o loco es más importante para Behring Breivik que saber cuántos años pasará a la sombra.

Se da por descontado que será encerrado por los crímenes que cometió hace un año. Aunque la defensa pide que lo declaren inocente, las partes asumen que se trata de una formalidad. La pregunta crucial, ahora cuando está por concluir su juicio, es dónde.

Y eso depende de la conclusión que saquen los jueces sobre su salud mental, sobre lo cual hay informes contradictorios.

El autor confeso de la muerte de 77 personas el año pasado en Noruega no quiere para sí una “cómoda” sentencia en un psiquiátrico. ¿Qué lo hace preferir la cárcel a una cama de hospital?

“Causa política”

Breivik dice ser parte de una red paneuropea de derecha, enemiga de los musulmanes y de los “marxistas culturales” que promueven, según él, la colonización islámica de Europa.

En ese contexto, alega, la muerte de 77 personas no habría sido un acto de terrorismo y de asesinato premeditado, como rezan los cargos en su contra, sino una defensa de su país frente al multiculturalismo y el Islam.

“Según lo ha dicho él mismo, lo que hizo fue intentar de evitar una tragedia mayor”, recuerda el periodista Liss Goris Anda, quien cubre el caso para la BBC en Noruega.

“Vive en su propio mundo, en el que es importante que se le vea como una persona respetable”, le explica a la BBC Tom Christianson, periodista de la Corporación de Medios de Noruega.

“Quiere ser odiado, pero respetado por su opinión. Quiere continuar con su trabajo desde su celda. Ahí estará sentado todo el día, sonriendo cada vez que alguien dice algo nauseabundo acerca de él”, añade.

Adicionalmente, indica Christianson, la perspectiva de los barrotes es más atractiva que la de pasar “el resto de la vida rodeado de psicóticos”.

Breivik ha llegado a decir que la pena de muerte es preferible a una institución de cuidados mentales.

¿Responsable?

Los fiscales Inga Bejer Engh, izquierda, y Svein Holden pronuncian los últimos argumentos en el juicio contra Anders Behring Breivik el 21 de junio, 2012.

Pero los deseos del acusado no cuentan.

Los jueces deberán decidir sobre la base de dos informes elaborados por sendos grupos de especialistas, que han sacado conclusiones diferentes. El primero lo declara psicótico, en cuyo caso la ley noruega lo libera de responsabilidad por sus actos y lo destina a una institución psiquiátrica.

El segundo, que se produjo después de que fuertes críticas recayeran sobre el primero, dice que Breivik muestra signos de narcicismo y desórdenes de personalidad, como complejo de superioridad y ausencia de remordimiento y empatía.

Si este diagnóstico se confirma, recibiría cárcel hasta por 21 años, la pena máxima en Noruega.

Según explica el periodista Christianson, en la práctica podría estar ahí de por vida: cumplida la sentencia, se estudiaría si todavía es un peligro para la sociedad. De ser así se le darían otros cinco años de cárcel, al final de los cuales volvería a considerarse el caso. Y así sucesivamente, cada lustro.

Si se lo interna en un psiquiátrico, su expediente sería revisado cada tres años. Si en algún punto se lo considera “curado” de su enfermedad, podría ser tansferido a una prisión.

La Fiscalía ha declarado no estar segura de que Breivik sufre de una enfermedad mental, pero que “tiene dudas”, razón por la cual “no debería ser sentenciado a un castigo”.

Foto de Anders Behring Breivik tomada de un manifiesto publicado en internet el jueves pasado y que se le atribuye al asesino. Foto: AP.

Cómo diagnosticar la locura

“En nuestra opinión, es peor que una persona psicótica sea sentenciada a detención preventiva que una persona no psicótica sea sentenciada a cuidados mentales obligatorios”, dijo el fiscal Svein Holden.

Breivik, por su parte, ha dicho estar consciente de su actos, y de que los mismos eran ilegales.

Pero su caso deja en el aire la pregunta de cómo determinar hasta qué punto las opiniones, ideas y acciones extremas deben ser consideradas como síntomas de una enfermedad mental.

“La dificultad del problema la ilustra algo que se dice comúnmente en círculos psiquiátricos: una sola persona que cree en algo está delirando, mientras que dos personas que creen en lo mismo profesan una religión”, señala Liss Goril Anda.

Mientras tanto, en las calles de Noruega la opinión parece estar dividida. Mientras algunos encuentran inaceptable que se lo libere de responsabilidades a cuenta de una supuesta psicosis, otros consideran que el diagnóstico no tiene importancia, con tal que sea encerrado.

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Etiquetas:
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