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Buscando al Teniente Muñoz en Las Cruces
Buscando al Teniente Muñoz en Las Cruces
5 minutos de lectura
Buscando al Teniente Muñoz en Las Cruces
18 de agosto, 2012
Por: Manuel Larios
@WikiRamos 
Caravana por la Paz en Las Cruces, Arizona.

Las Cruces, Nuevo México.- Cuando María Guadalupe Guzmán Romo llegó aquí por primera vez, no lo hizo por la carretera interestatal 10 que cruza el Río Grande y que viene de Arizona, sino a través de las majestuosas montañas Organ que, desde el lado Este, cerca de Ciudad Juárez, resguardan a ésta ciudad.

Era diciembre de 1993.

María Guadalupe venía desde Ciudad Juárez y visitó Las Cruces acompañada de su hijo Martín Eloy y de la hija que lleva su mismo nombre; el motivo de la visita: buscar a Miguel Orlando Muñoz Guzmán, otro de sus vástagos, un teniente del ejército mexicano que desapareció sin dejar rastro en mayo de aquél año.

Diecinueve años después, madre e hija han regresado a esta población de Nuevo México, pero ahora acompañados de medio centenar de personas que, como ellas, han perdido a algún ser querido y están integradas en la Caravana por la Paz que recorrerá 27 ciudades de Estados Unidos en el lapso de un mes.

Tras dar su testimonio en el Parque Klein, las dos mujeres reconstruyen lo sucedido a partir de aquél mayo de 1993, cuando al teniente de infantería del 26 Batallón de Infantería ubicado en Ciudad Juárez, Chihuahua, se lo tragó la tierra.

Lo primero que les viene a la mente es la última llamada a casa de Miguel Orlando. Fue la tarde del 8 de mayo. Habló para dar buenas noticias, pues acababa de recibir un telegrama que informaba sobre la aceptación de sus documentos para hacer los exámenes correspondientes para ingresar a la Escuela Superior de Guerra, ubicada en el Distrito Federal.

“Siempre fue su sueño pertenecer al ejército, creo que desde los 7 u 8 años construía sus rifles con palos y lazos, recuerda la madre del desaparecido. No sé de dónde sacó la idea, pero él siempre lograba hacer lo que se proponía y así lo hizo, pues a los 15 años ingresó al Heroico Colegio Militar”.

Por eso, el teniente Muñoz Guzmán estaba tan entusiasmado esa tarde de mayo que le informaron de su inminente traslado a la ciudad de México para continuar su formación castrense. Su actitud era muy diferente a la mostrada en las vacaciones que pasó en su natal San Julián, Jalisco en marzo del 93.

María Guadalupe Guzmán, quien lleva en el pecho un medallón con la foto de su hijo en uniformo militar de gala, recuerda exactamente las palabras que la llenaron de angustia cuando despidió a su hijo con un “cuídate mucho”.

“No se preocupe, mamá, si uno no se mete con ellos (en referencia a los narcos), no pasa nada. Además, el peor enemigo del verde, es el mismo verde”.

Esa frase cobró más sentido cuando, después de ser informados sobre la desaparición del teniente Muñoz el día 11 de mayo de 1993, las versiones oficiales se contraponían, pues mientras un oficial aseguraba que el militar abandonó el cuartel a las 20:00 horas del 8 de mayo, al menos otros 6 oficiales aseguraban haberlo visto en short y sandalias, en el interior del recinto militar, ya avanzada la noche del mismo día 8.

Estos argumentos pueden constatarse en el Informe 2/06 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso (http://www.cidh.oas.org/annualrep/2006sp/Mexico12130sp.htm) que en el párrafo 101 asegura que “el Estado mexicano tiene la carga de probar cuál ha sido su destino  por tratarse de un militar que fue visto por última vez dentro de un cuartel”.

Los señalamientos de la familia Muñoz Guzmán contra el Ejército y, en particular, contra los mandos superiores Pedro Gutiérrez López y Luis Montiel López –ex integrante de las Brigadas Blancas- fueron motivo de numerosas llamadas anónimas de amenaza e intimidación.

“Más vale que dejen de meter al Ejército en esto o les va a pesar; los tenemos bien vigilados”, les advertía con frecuencia la misma voz detrás de la línea telefónica.

Pero una de esas voces anónimas fue también la que, a siete meses de la desaparición del militar, informó a los familiares que Miguel Orlando se encontraba en una ciudad de Las Cruces, Nuevo México.

“Llegamos aquí a Las Cruces con mucha ilusión y esperanza, porque alguien hizo una llamada anónima y nos dijo que aquí lo tenían; pero llegamos a la dirección que nos dieron y no encontramos nada”, comenta la hermana del militar desaparecido.

A 19 años de esa extraña desaparición, la familia Muñoz Guzmán continua con la esperanza de saber qué pasó con Miguel Orlando.

“Tenemos la esperanza de encontrarlo y no vamos a ceder, porque el día que dejemos de buscarlo será el día que mi hermano habrá desaparecido, ahora sí, para siempre”.

Por eso están recorriendo los Estados Unidos y por eso hoy, en su segunda visita a Las Cruces, Nuevo México sienten mucha nostalgia y la comparten públicamente junto a los integrantes del MPJD, al cual se integraron en la marcha de Cuernavaca al Zócalo el 8 de mayo de 2011, el mismo día que el teniente coronel cumplió 18 años de desaparecido.

“Compartir el dolor nos hace más fuertes a todos; llevamos 19 años en esto, creo que podemos aportar nuestra experiencia a quienes hace poco perdieron a alguien; esto es como una hermandad del dolor”, reflexiona María Guadalupe Guzmán.

Antes de abordar el autobús de la caravana, la madre del soldado extraviado otea el horizonte para despedirse de Las Cruces por segunda vez.  Y se aferra a la foto de su hijo, al igual que se ha aferrado diecinueve años a la esperanza de volverlo a encontrar.

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