El Universal publica que el fotoperiodista morelense contestó su celular esa mañana: “¡Con nosotros no se juega! ¡Estás muerto!”, escuchó. De inmediato corrió al puesto de periódicos y constató que la foto del ejecutado que tomó un día antes en un solar de Cuernavaca, por la que un desconocido lo interceptó y amenazó de muerte si se publicaba, estaba a plana entera en su diario. El comunicador le reclamó a su editor, pues le había pedido no difundirla. Renunció y, aterrado, huyó en compañía de su familia al DF.
Tres meses después el reportero, que pide no revelar su identidad, sigue en la capital. Vive con un conocido. No encuentra trabajo, se pierde en la ciudad, no tiene dinero, su familia se desintegró, está deprimido y con miedo a ser descubierto. “¡Ha sido horrible!”, expresa entre lágrimas.
Él es uno de los 18 comunicadores de provincia que según Artículo 19 arribaron a la Ciudad de México en 2012 por razones de seguridad. Pero la cifra podría ser mayor, de acuerdo al Oficial de Protección y Seguridad de la organización defensora de periodistas, Ricardo González: “Siempre que vamos a los estados nos enteramos de casos de gente que salió en total anonimato, hay una cifra negra”.
No hay registros del desplazamiento forzado del gremio entre estados. Pero organizaciones e instancias locales dan cuenta de que la capital se convierte en el refugio del exilio periodístico del país. La mayoría de colegas huyó de Veracruz. También de Morelos, Sinaloa, Coahuila, Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Estado de México, Guerrero, Zacatecas, Oaxaca.
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