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Condenan a informático por caso ‘Vatileaks’
Condenan a informático por caso ‘Vatileaks’
5 minutos de lectura
Condenan a informático por caso ‘Vatileaks’
10 de noviembre, 2012
Por: Dulce Ramos
@WikiRamos 

El abogado del informático Claudio Sciarpelletti, condenado hoy a dos meses de cárcel por el delito de encubrimiento en el robo y filtración a la prensa de documentos reservados del Papa, anunció que apelará la sentencia.

Poco después de haber conocido la decisión de los jueces vaticanos Gianluca Benedetti, representante legal del imputado, se mostró perplejo por el resultado y confirmó a la prensa que recurrirá a un segundo grado de juicio para revertirlo.

A las 13:45 hora local (11:45 GMT) los miembros del tribunal regresaron al aula del proceso ubicada justo detrás de la Basílica de San Pedro y su presidente, Giuseppe Dalla Torre, leyó la sentencia. Lo acompañaban Paolo Papanti-Pelletier y Venerando Marano.

Los jueces accedieron a la solicitud del promotor de justicia (fiscal vaticano), Nicola Picardi, que al final de su arenga acusatoria pidió para Sciarpelletti la pena de cuatro meses de prisión, reducidos a dos por una serie de atenuantes a su favor, entre otras cosas la ausencia de precedentes penales.

Así condenaron al imputado a los cuatro meses, reduciéndolos a dos pero dejando en suspenso el cumplimiento de la misma. Ordenaron que esta pena no sea considerada en sus antecedentes y le obligaron a pagar los gastos de todo el proceso.

La sentencia dejó estupefactos a los pocos asistentes a su lectura, no sólo al informático y su mujer, sino también a su abogado y a otras personalidades.

Ese resultado no lo esperaba la mayoría de los protagonistas de la segunda audiencia del juicio a Sciarpelletti, especialista en informática y empleado de la Secretaría de Estado, la oficina de política interna y externa de la sede de la Iglesia católica.

La sesión de este sábado comenzó a las 09:13 horas local (07:13 GMT) con el ingreso del tribunal y el pase de lista a los testigos que, poco después, iban a prestar declaración. Entre ellos el propio Paolo Gabriele, ex mayordomo papal en cárcel como autor material del robo de documentos al pontífice.

El primero en dirigirse a los jueces fue el propio Sciarpelletti, quien sostuvo su inocencia.

Ahí mismo el juez Dalla Torre le recordó que él fue mandado a juicio porque dio tres versiones distintas respecto de un sobre con información delicada encontrado en su oficina.

De hecho el 25 de mayo la Gendarmería Vaticana realizó un cateo en el lugar de trabajo del informático, dentro del Palacio Apostólico, y ahí encontró un sobre con una etiqueta que decía “Personal. Paolo Gabriele”.

En un primer momento el imputado dijo que seguramente el sobre lo había recibido del ex mayordomo, pero después de haber pasado una noche en una celda de seguridad cambió versión y sostuvo que la había recibido de su jefe, Carlo María Polvani, responsable de la oficina de Comunicaciones de la Secretaría de Estado.

Empero el 29 de mayo dijo que no recordaba bien quién se la había entregado, mientras el 6 de junio reforzó este concepto.

Con base en estas explicaciones contradictorias fue arrestado, primero con la hipótesis de concurso en el delito de robo y de divulgación de secretos de oficina.

Finalmente y por falta de pruebas, sólo fue mandado a juicio por “favorecimiento”, una especie de encubrimiento aunque, como precisó el fiscal Picardi, configurado –más bien- como una obstrucción a la justicia.

Sicarpelletti se defendió sosteniendo que el sobre en cuestión lo tenía en su poder desde hacía más de dos años antes y por ello no recordaba quién se lo había dado. Añadió que en todo momento quiso colaborar con la justicia porque, para él, se trataba de una “cuestión moral”.

Insistió que no conocía el contenido de los documentos aunque sí reconoció que la caligrafía de la etiqueta era suya. Se defendió sosteniendo que su oficina estaba siempre abierta y, por lo tanto, no era congruente que escondiese allí material delicado.

Tanto la fiscalía como la defensa coincidieron en que el paquete no contenía informes confidenciales robados al Papa, sino documentos venidos desde fuera del Vaticano sobre la situación de la Gendarmería del Papa.

Pero cada parte le dio su propia interpretación: mientras para el fiscal el valor de los escritos no es relevante, para la defensa justamente este punto demuestra que su representado nunca actuó con dolo.

Tras la declaración del imputado, el resto de la audiencia se concentró en los puntos clave de la estrategia defensiva.

Mientras el abogado Benedetti se empeñó en minimizar el móvil, la amistad de su defendido con Gabriele y su supuesta mala fe al cambiar versión, Picardi casi ni participó en el debate.

Sobre esta línea se alternaron los testigos interrogados. El ex mayordomo papal confirmó que su amistad era amplia con el acusado, dato que también sostuvo Polvani. Y aunque este último pareció favorecer con su testimonio a Sciarpelletti, no fue suficiente.

Luego tocó el turno a los otros testigos: Gianluca Gauzzi Broccoleti, jefe del centro operativo de la Gendarmería Vaticana y William Klotter, vicecomandante de la Guardia Suiza Pontificia. Ambos respondieron sobre detalles del arresto al informático.

Finalizado esas declaraciones se pasó a las arengas finales.

Picardi se centró en sostener que el delito de “favorecimiento” adscrito a Sciarpelletti se basa en el intento de este por cumplir una “obstrucción a la justicia”.

Por su parte, el abogado Benedetti atacó las tesis de la acusación sosteniendo que poco interés tenían para la investigación algunos pocos documentos encontrados al informático cuando en la casa de Paolo Gabriele ya se habían descubierto 82 cajas de escritos, muchos de ellos confidenciales.

“Si el material no es relevante, como dijo el fiscal, entonces ¿sobre qué materia se puede condenar? ¿Cuál fue el obstáculo a la justicia?”, se cuestionó.

Tras esas intervenciones, pasadas las 12:20 horas (10:20 GMT) los jueces se retiraron a deliberar y regresaron 85 minutos después con una sentencia de condena que sorprendió a los presentes y abrió nuevos interrogativos sobre el caso “vatileaks”.

Porque, como sostuvo varias veces durante la audiencia el fiscal Picardi, existen aún investigaciones en curso y por lo tanto el escándalo por el robo y la filtración a la prensa de documentos reservados del Papa no está cerrado.

Notimex

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