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Lo que es ser pobre en España
Lo que es ser pobre en España
6 minutos de lectura
Lo que es ser pobre en España
06 de febrero, 2013
Por: Sandra Lafuente P. *BBC Mundo
@WikiRamos 

María del Pilar, 82 años, desgaja una mandarina en la calle, en un barrio obrero de Madrid. El frutero del mercado le acaba de regalar el producto que no vendió, como lo hace siempre.

Ella cuenta con eso para completar su dieta.

También con la ayuda que desde esta semana le dará cada mes la iglesia de la parroquia: un litro de aceite, un kilo de arroz, galletas, sobres de proteínas, tomates en conserva.

Dice que, porque es diabética, hace una sola comida completa al día, pero sus bajos ingresos solos no alcanzan para llenar la nevera.

Días atrás hacía esfuerzos para recoger del fondo del basurero unos churros que el bar vecino acababa de desechar, pero ella asegura que es para los seis gatos que recogió de la calle.

“He pasado muchas calamidades toda mi vida. Tenía que ir a los comedores (sociales]. Luego busqué trabajo como asistenta (criada) en las casas. Me pagaban por todo el día 2.000 pesetas (12 euros, US$16,3 diarios), un plato de comida y el desayuno, desde las 9 hasta las 8”, le cuenta a BBC Mundo.

Cuando sonríe, deja ver la ausencia de sus dientes. Habla desde el salón de su minúsculo y desvencijado apartamento, que habita hace más de 40 años, sola: los gatos y ella. Una casa que en su momento pudo pagar toda, a precio de oferta.

Es soltera; tiene una hija que reside en las afueras, con una hipoteca y un marido desempleado que recién tiene una posibilidad de volver a trabajar.

La jubilación que recibe María del Pilar es la mínima. No sabe bien cuánto, “porque no tengo estudios”, pero dice que es “la más pequeña”.

Por lo que describe, gana una pensión al año de poco más de 5.000 euros, si no es contributiva, y 8.751 euros si es contributiva (entre US$6.828 y US$11.900).

Los criterios europeos no miden la pobreza solo por los ingresos, sino por factores que afectan la calidad de vida e incluyen el desempleo.

Entonces María del Pilar entra en el grupo de personas “en riesgo de pobreza y exclusión”, que EAPN-España estima en unos 12,7 millones de personas, el 27% de la población, en su informe “Impactos de la crisis”, presentado en noviembre de 2012.

Un concepto relativo

La Red Europea contra la Pobreza (EAPN por sus siglas en inglés) estudió el capítulo español entre 2009 y 2011, los años en los que la crisis se acentuó.

“La pobreza es un concepto relativo. Tiene que ver con el entorno donde vive la persona. En España tiene también un carácter estadístico, en el sentido de que se toma la decisión de cuándo se es pobre”, le explica a BBC Mundo Carlos Susías, presidente de EAPN-España.

En 2010, la Unión Europea desarrolló un indicador con el acrónimo de AROPE, para medir el riesgo de pobreza en sus países miembros. Basta con cumplir uno de tres componentes.

El primero computa la pobreza relativa, gente que tiene una renta menor al 60% de la renta nacional media: en España, por debajo de 7.300 euros al año (US$9.552) en hogares con una sola persona y 15.400 (US$21.000) en hogares con dos adultos y dos niños, según el Instituto Nacional de Estadística.

Con la crisis, ese ingreso cae cada año. En 2009, la media nacional para una persona era de 7.980 euros.

El segundo agrupa criterios de “privación material severa”, para personas que no pueden permitirse cuatro de nueve agregados, como le ocurre a María del Pilar:

  • una temperatura adecuada en invierno,
  • vacaciones de una semana al año,
  • carne, pollo o pescado cada dos días,
  • gastos imprevistos,
  • pago de la hipoteca o el alquiler,
  • teléfono,
  • televisión en color,
  • un carro
  • una lavadora.

Y un tercer elemento del AROPE es “la baja intensidad de trabajo por hogar”. María del Pilar no entra en este cálculo.

“El problema es que durante los años de bonanza mucha gente entraba y salía de la pobreza relativa, muy dependiente del ciclo económico. Cuando aparece la gran crisis, eso que antes caracterizábamos como vulnerabilidad se transforma en pobreza y, en muchos casos, en exclusión”, le advierte a BBC Mundo Luis Ayala, profesor de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos, y una de las autoridades en el tema.

“Cuando había recursos, no se abordó el problema de la pobreza estructural: ni se consolidó la protección social ni se aumentó la proporción de inversión en gasto social del PIB”, agrega el informe “Crisis, desigualdad y pobreza”, con el que la organización humanitaria Intermon-Oxfam, en su sección española, cerró 2012.

Es eso: en 2008, cuando se asomaba la crisis pero no se avizoraba su magnitud y la famosa burbuja todavía era grande, había más de 10 millones de pobres en España.

El sistema de protección, recalcan los estudiosos, era ya más débil que otros países europeos: la inversión social, apunta Susías, es siete puntos menor que el promedio.

Pero con el aumento del desempleo, los deudores hipotecarios siguen perdiendo sus casas por impago y crecen los pedidos de asistencia social, así que se refuerzan conceptos como pobreza estructural y desigualdad.

Cada vez menos personas pueden recuperarse del empobrecimiento cuando pasa la contracción económica, alertan los expertos. Cada vez crece la brecha entre los pocos más ricos y una mayoría que menos ingresos tiene.

Se siente igual

El indicador de ingresos diarios de AROPE es más de diez veces más alto -US$26 para España- que el que mide la pobreza en Latinoamérica y los países del llamado “tercer mundo”, para los que el umbral general baja de los US$2,50 diarios, según lo estableció el Banco Mundial.

28,8% de la población de América Latina (los últimos datos de la CEPAL son de 2011) vive en estas condiciones, la tasa más baja en 30 años. No obstante, la desigualdad es un asunto no resuelto. Tampoco la precariedad del trabajo.

Y no pocos en América serían calificados como pobres si se aplican los criterios de “privación material severa” de la Unión Europea.

El pasado enero, la OIT publicó que el desempleo bajó en la región a 6,4% -en España llegó a 26%-, otro récord de los últimos 22 años. Pero la mitad de ellos no tiene seguridad social y, en otros casos, los ingresos no son suficientes para dejar la pobreza.

Si bien en España, sostiene Luis Ayala, no puede hablarse de supresión total de los derechos sociales o pobreza masiva, porque todavía “hay una clase media importante” y funcionan prestaciones públicas básicas, sí hay unas “líneas rojas” que se están pisando en las políticas de austeridad (educación, salud, pensiones).

“No sabemos qué secuelas está dejando la crisis. La gran cuestión es si esto nos va a llevar a ser una sociedad dual (diferenciada en los extremos), y las clases medias que han caracterizado nuestra vertebración social durante décadas van a perder mucho peso”, dice.

Teresa Cavero, redactora del informe de Intermon-Oxfam, le recuerda a BBC Mundo que aún hay en España redes de asistencia que sostienen a la gente vulnerable: las del Estado, las de organizaciones sociales privadas y las familias.

Sin embargo, su estudio encuentra paralelismos “en la gestión de las crisis de los años 80 y 90”.

“La progresión y el impacto de la crisis en España en estos cuatro años sigue la misma pauta que la de América Latina de los 80”, le dice Cavero a BBC Mundo.

“Las causas son similares (aumento de liquidez que degenera en préstamos irresponsables y burbujas especulativas), las medidas adoptadas son similares (recorte del gasto público, aumento de la presión fiscal sobre las clases medias y bajas, e impunidad de los gestores irresponsables) y, lamentablemente, las consecuencias van en la misma dirección: más pobreza y más desigualdad”, dice el informe.

Proyecta que habrá 18 millones de pobres en España en 2022 si no se revierten las políticas de austeridad.

Pero al final, categorías estadísticas aparte, el empobrecimiento se vive de forma parecida aquí y allá, apunta Carlos Susías: “Aunque una persona empobrecida de un país más rico se quede con una renta superior a otros, ir de mejor a peor es igual de doloroso. Lo que sí se parecen son los procesos de sufrimiento”.

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