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“Uno de los temas prioritarios a resolver es el de los maestros sin vocación”
“Uno de los temas prioritarios a resolver es el de los maestros sin vocación”
5 minutos de lectura
“Uno de los temas prioritarios a resolver es el de los maestros sin vocación”
02 de abril, 2013
Por: Galia del Socorro Flores Ortiz
@WikiRamos 

Por: Galia del Socorro Flores Ortiz, Lic. en Educación Primaria.

Sin duda alguna, en lo que a situación educativa en México respecta, los maestros nos hemos convertido en la manzana de la discordia por todas las atribuciones que nuestra labor amerita, además de los resultados tan vergonzosos obtenidos. Sin embargo, pese a que la mayoría de la población opina, discute y critica esta realidad, pocos conocen el escenario dentro de un aula y todo el sistema que a ella rodea: sus retos, sus carencias, sus oportunidades.

A lo que me refiero es que los mexicanos estamos tan acostumbrados a echarle la culpa a los demás, que este caso no es la excepción: el maestro se la atribuye al sistema, a los padres y a los alumnos; los alumnos al maestro, a los padres y al sistema; y el sistema a los maestros, y en ocasiones a los alumnos y padres de familia.

Como podemos percatarnos hay cuatro personajes aquí que, sin excepción alguna, representan un eslabón con consecuentes obligaciones que si cada uno cumpliese, otra historia sería. Desde mi punto de vista, para erradicar el problema de raíz, es necesario recordar (y si fuese necesario dar a conocer) eso que cada parte DEBE cumplir, pues definitivamente aunque los tiempos y exigencias sean otros, desde que nació la escuela pública el compromiso continúa: que los alumnos, los protagonistas y nuestra razón de ser, se conviertan en ciudadanos con valores capaces de enfrentar y resolver problemas de manera eficiente.

Es necesario que cada uno no sólo acepte, sino cumpla con las implicaciones de su trabajo y reconozca que éstas son intransferibles; y si uno está fallando como equipo, los integrantes tienen todo el derecho de reclamar la parte que le toca.

Tengo la oportunidad de trabajar en el medio rural y, por lo mismo, he llegado a esta conclusión; pues conozco el sentir de diferentes actores: la impotencia de muchos compañeros que, con su excepcional trabajo, no desisten a pesar de las carencias; así como alumnos y padres que no encuentran la manera de reclamar y exigir la mejora de lo que reciben en la escuela, y si la tienen, no han conseguido cambio alguno.

Desde mi perspectiva, uno de los aspectos prioritarios a atacar sin piedad, por ser para mí trascendental, son los maestros sin vocación. Si bien cualquier persona tiene derecho a ser maestro, no cualquiera tiene la plena convicción de desempeñarse como docente. Elegir ser maestro no siempre ha implicado desearlo ya que, en muchos casos, esta profesión es preferida por comodidad, por tener un sueldo seguro o una plaza en puerta, esperando ser tomada (heredada).

Esta de alguna manera se convirtió en una tradición, pues en tiempos remotos la herencia de profesión a los hijos, no sólo en el terreno magisterial, fue un acto conveniente y aceptado; no obstante, los tiempos han cambiado tanto, que no podemos continuar con esta idea tan absurda.

La educación superior encargada de formar docentes necesita, en primer término, recurrir a diversas maneras de seleccionar a las personas que ingresarán a ellas; es deficiente utilizar solamente una prueba cuantitativa si lo que deseamos es calidad; suena lógico agregar evaluaciones cualitativas que permitan determinar de la manera más eficiente quiénes poseen mayores elementos para desempeñarse mejor. Este proceso puede sonar complejo y hasta excluyente, no obstante, quien en verdad está interesado, no pongo en duda que pondrá todo de su parte para llevar a cabo su labor de la mejor manera posible.

Aunado a ello, debe ponerse un gran énfasis en la calidad educativa dentro de las escuelas normales, pues es donde se forman los cimientos de los futuros maestros en servicio. De esta manera, si dedicamos esfuerzo al ahora nos ocuparíamos, y preocuparíamos, menos en el mañana.

Por otro lado, como docente en servicio es indispensable la actualización; la docencia tiene el deber de profesionalizarse y ponerse a la altura de las exigencias que la sociedad tiene; y ésta se y transforma a pasos agigantados. Ante ello es inevitable que nuestros paradigmas necesiten ser replanteados; actualmente la información de todo tipo está al alcance de todos.

Al respecto he escuchado una gran cantidad de comentarios sobre la escasa información que se les brinda en los cursos impartidos, la frustración de los maestros por no comprender lo novedoso; provoca que en esa desesperación, muchos continúen con las prácticas tradicionales. Es importante que las autoridades educativas tomen en cuenta no solo el qué, sino también el cómo lo hará.

En los que concerniente a las autoridades involucradas en el sistema educativo, pienso que deberían ser personas con experiencia en el ámbito educativo, que CONOZCAN  las condiciones reales de la educación en nuestro país; pues sólo así atenderían con firmeza las autoridades. Aunado a ello, sería fructuoso que escucharan más a los maestros, y no a los sindicatos, para tomar en cuenta sus inquietudes, propuestas y desacuerdos, ese sería un verdadero trabajo en equipo.

Ni qué hablar de los sindicatos, cuyo poder ha ido cegando la verdadera razón por la cual fueron creados estos grupos; donde, además, reina la típica política mexicana y concurren un sinnúmero de protegidos con una extraordinaria inmunidad ante la ley.

Ya para terminar pronto, podemos tener las mejores leyes, las mejores propuestas y hasta reformas; pero si la ley no se cumple y tanto maestros, como directivos, supervisores y demás encargados de este importantísimo sistema no hacemos el trabajo que nos corresponde, esto no cambiará jamás.

Los países con los mejores resultados, y hasta las instituciones escolares con mejores resultados, tienen directivos y personas con liderazgo a cargo de la educación. Gente que está interesada en lo que hace y por lo tanto, al pendiente de cada detalle.

Maestros, es tiempo de dejar de quejarnos, de echar culpas y tomar las riendas de nuestro trabajo; dicen por ahí que “a quien le quede el saco, que se lo ponga”.  Lo importante es dejar nuestra semilla y continuar de la mejor manera en esta noble y hermosa labor; y jamás olvidar los ideales con los que fue creada la escuela pública.

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