El diario brasileño Folha de Sao Paulo reveló que durante el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin) espió un conjunto de habitaciones alquiladas por la Embajada de Estados Unidos en Brasilia, bajo el argumento de que éstas fueron utilizadas como estaciones de espionaje, además de vigilar, seguir y fotografiar a funcionarios de las embajadas de Rusia, Irán e Irak.
La denominada Operación Escritorio (“Office”) fue confirmada por la Presidencia de la República brasileña, quien calificó las acciones de la Abin como de “espionaje legal”, según relata el periódico El País.
De acuerdo con el relato de la inteligencia brasileña, las salas utilizadas por la Embajada de Estados Unidos, ubicadas en el último piso de un centro comercial de tres pisos, que se localiza en un barrio noble de dicha ciudad, funcionaban con las luces apagadas y las puertas cerradas, con visitas esporádicas de personal de la Embajada. La sospecha de la Abin era que los norteamericanos tendrían equipos de comunicación y computación en dichas salas.
Hoy, a diez años de que el espionaje se haya llevado a cabo, dichas salas son las únicas en el centro comercial que permanecen cerradas. Sin embargo, luego de que se diera a conocer que Brasil también espió a Estados Unidos, diputados y senadores, tanto del gobierno de Rousseff como de la oposición, a anunciar que mañana martes pedirán la reunión de la Comisión Mixta de Control de las Actividades de Inteligencia del Congreso brasileño.
El vicepresidente de dicha comisión, Ricardo Ferraço, del PMDB, el mayor partido político aliado del gobierno de Rousseff, consideró que se trata de una acción grave. “Tenemos que ver aún en qué contexto tuvo lugar, si fue autorizado por la Justicia y fue legal. De lo contrario estaríamos ante dos pesos y dos medidas: haz lo que yo mando, pero no hagas lo que yo hago”, agregó.
Renaldo Caido, líder del partido de oposición DEM, cuestionó la acción del gobierno brasileño. “¿Qué credibilidad tiene ahora el gobierno brasileño para protagonizar un movimiento mundial contra Estados Unidos?”, dijo.
El Folha, obtuvo documentos del servicio de inteligencia Abin, los cuales detallan cerca de diez operativos realizados entre 2003 y 2004. Además del espionaje a las habitaciones alquiladas por la embajada norteamericana, el diario brasileño revela que el espionaje que realizó el gobierno de Brasil a los funcionarios rusos e iraníes “fue modesto” y que de ninguna manera semeja al realizado por Estados Unidos a diversos gobiernos, mandatarios y ciudadanos.
Cuando Edward Snowden, exanalista de la CIA, reveló documentos que mostraban el espionaje de Estados Unidos a mandatarios y gobiernos, entre ellos a la presidenta brasileña Dilma Rousseff, la polémica llegó a Brasil.
[contextly_sidebar id=”6503f79fa10fbe8da5c13c80499b1027″]Dilma Rousseff incluso decidió aplazar una visita de Estado a la Unión Americana por esta razón.
Las revelaciones de que a ciudadanos brasileños, incluyendo a la propia presidenta Rousseff, así como a funcionarios de Petrobras, les fueron interceptados mensajes por la inteligencia estadounidense, llevó a Brasil a buscar respaldo entre sus aliados suramericanos del Mercosur y Unasur.
Además, Rousseff ordenó una serie de medidas para buscar una mayor independencia y seguridad brasileña en internet tras las revelaciones de Snowden, entre ellos obligar a Facebook, Google y otras compañías a almacenar toda la información generada por brasileños en servidores ubicados físicamente en Brasil con el fin de protegerlos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), la autora del espionaje.
Con información de BBC Mundo y El País.
