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El Salvador y la frágil tregua con las maras
El Salvador y la frágil tregua con las maras
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El Salvador y la frágil tregua con las maras
03 de febrero, 2014
Por: mzepeda
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Foto: AP
Foto: AP

Las elecciones presidenciales de este domingo en El Salvador fueron seguidas con especial interés desde las cárceles de ese país.

Y con toda razón: de lo que sucediera dependía, en buena parte, el futuro de uno de los procesos de negociación más fascinantes -y polémicos- de los últimos tiempos en América Latina: la tregua y el diálogo con las maras.

El principal escenario de esas negociaciones son las prisiones salvadoreñas, repletas con integrantes de la “letra y el número”: 18 y MS. Mara Salvatrucha y Barrio 18, dos bandas que trascienden las fronteras de El Salvador y constituyen verdaderas organizaciones delictivas trasnacionales, especialmente poderosas en Centroamérica.

Pero la incertidumbre sigue. Al no llegar ninguno de los candidatos al 50% más 1 de los votos, se realizará una segunda vuelta el próximo 9 de marzo entre Salvador Sánchez Cerén, del gobernante FMLN (izquierda) y Norman Quijano de Arena (derecha).

Tema polémico

El candidato de Arena, Norman Quijano, fue el único que tocó el tema durante su discurso para aceptar los resultados de la primera vuelta. Y lo hizo de soslayo: “queremos vivir en un país libre de pandillas”, dijo.

En su caso, esa frase sólo parece significar una cosa: mano dura.

Durante las semanas de campaña previas a la primera vuelta, Norman Quijano la emprendió contra la frágil tregua que se mantiene con las maras desde marzo de 2012.

Observadores salvadoreños dicen que esta decisión de endurecer la posición frente al proceso viene del nuevo asesor político de Arena, Juan José Rendón, un conocido -y controvertido- estratega político venezolano, que ha asesorado a decenas de candidatos latinoamericanos, como Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos en Colombia y el recién elegido Juan Orlando Hernández en Honduras.

“Arena y Norman Quijano han endurecido tremendamente su discurso de seguridad y lo han convertido casi en la bandera única de su campaña en esta recta final”.

Quien dice esto es José Luis Sánz, uno de los periodistas del sitio El Faro, que ha contado como ningún otro la historia visible y oculta del proceso con las maras. De hecho, fue el Faro el que primero reveló la existencia de un acuerdo entre el gobierno y las pandillas, a principios de 2012.

La decisión de Quijano y sus estrategas de enfocarse en un discurso duro en temas de seguridad obedece no sólo a a la tradicional posición de Arena en estos temas, sino que por varios meses existió la posibilidad de que un hombre salido de sus propias filas -el expresidente Antonio Saca, quien se presentó por un partido independiente- los sacara de la carrera presidencial.

Finalmente, Saca ocupó el tercer lugar en la primera vuelta, con poco más del 11% de los votos.

Hace poco, hablando sobre Saca -quien también se oponía al proceso con las maras- Quijano dijo que su intención era “militarizar la seguridad pública” del país.

“Lo cual no cuadra con el programa de gobierno que había planteado unas semanas antes” dice José Luis Sánz.

“La campaña de cara a la segunda vuelta puede ser muy agresiva”, agrega Sánz, quién habló con BBC Mundo antes de que se realizaran las elecciones del domingo.

¿Qué pasará?

El mensaje es claro: si Arena recupera el poder la tregua está en problemas.

Sin embargo, del lado del FMLN tampoco hay mucha claridad. Aunque el proceso se ha adelantado en medio de un gobierno del Farabundo Martí, la actitud del presidente Mauricio Funes ha sido ambigua: para empezar, siempre ha negado estar haciendo esfuerzos a favor de la tregua. Y en 2013 despidió de su gobierno a los dos arquitectos del proceso: el ministro de seguridad, David Munguía Payes, y el viceministro Douglas Moreno.

“El proceso está aparentemente congelado. Si yo tuviera que calificarlo de alguna manera, diría que es casi un coma inducido. Durante el último año el gobierno no ha hecho ningún aporte más que dificultar el trabajo de los mediadores”, dice el periodista del Faro.

“El discurso ahora es -incluso para mantener en la zona de las pandilla la expectativa- ‘no es el momento. Cuando pasen las elecciones lo será’. El problema es que depende de quien gane”.

“Si gana Arena cabe pensar que el proceso va a tener muy difícil sobrevivir. Uno cruza los dedos para que haya algo de cordura, por lo menos para administrar cualquier política que se vaya a ejecutar de una manera prudente. Teniendo en cuenta que la tregua no es sólo una política sino un escenario, es la realidad actual”

“En caso de que llegue el Frente, por lo menos ha tenido la prudencia de no pillarse los dedos, y aunque no lo dice y no parece tener un proyecto claro, el escenario parece un poco más prometedor para el proceso”.

Resultados

Pese a las dificultades que atraviesa, la tregua ha mostrado resultados. En 2012, la tasa de homicidios en El Salvador se redujo de 14 diarios -una de las más altas del mundo en ese momento al medirse per cápita– a cinco. En 2013, en medio de la incertidumbre, empezó a crecer de nuevo -en noviembre pasado llegó a 11- pero aún se mantiene por debajo de los niveles epidémicos que existían previo a la tregua.

Ante esto, el modelo del proceso es observado con interés -e incluso copiado, aunque con timidez- en otros países de la región, como Honduras y Guatemala.

En el Salvador, el proceso cuenta con el apoyo de la Organización de Estados Americanos, OEA, a través de Adam Blackwell, secretario de Seguridad Multidimensional de la organización, quien se ha involucrado de lleno.

Eso hace que el proceso con las maras sea algo nuevo y fascinante: un gobierno y un organismo internacional involucrados en un proceso de tregua y diálogo con un actor supuestamente no político, como son las pandillas maras.

Un proceso que surge de la necesidad pragmática: un país en jaque por unas pandillas que -según dijo a BBC Mundo Laffite Hernández, director del periódico El Mundo- se calcula tienen 72.000 integrantes en el país. Más que el ejército y la policía juntos.

Pero, como lo dice José Luis Sánz, en algunas zonas las maras no han roto el tejido social. Son el tejido social. Eso les da una indudable dimensión política, algo que ha empezado a reflejarse en el discurso de algunos líderes de las maras sobre las raíces de ese fenómeno.

Todo esto hace hace que en la segunda vuelta de las presidenciales salvadoreñas haya mucho en juego. Por eso serán seguidas con gran interés por la comunidad internacional, no sólo desde las cárceles salvadoreñas.

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