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La costa michoacana, entre la inseguridad y la desconfianza
La costa michoacana, entre la inseguridad y la desconfianza
3 minutos de lectura
La costa michoacana, entre la inseguridad y la desconfianza
10 de mayo, 2014
Por: Majo Siscar (@majosiscar)
@ManuVPC 

[contextly_sidebar id=”739d9fdef5d6ecebbb0c4c0472e6f185″]Cuatro hombres armados vestidos de civil hacen la señal de alto en un retén con sacos de arena a la altura de Chuquiapan, un poblado de Lázaro Cárdenas en la carretera costera que llega a Tecomán. Una veintena de hombres más esperan a ambos sentidos de la pista. Empuñan AK-47, más conocidas como cuernos de chivo, y otras armas de alto calibre. Tres o cuatro traen playeras que los identifican como autodefensas, de Apatzingán. El resto no.

José Franco se detiene nervioso. Trae una camioneta destartalada y un aparato en los dientes que evidencia todavía más que apenas sobrepasa los veinte años.

–¿De dónde viene y a dónde va?
¬–Vengo de Caleta de Campos, voy a Arteaga.
¬–¿Qué va a hacer allí?
–Soy maestro en Caleta pero soy de Arteaga, voy a mi casa.
–¿Su credencial de maestro?
–No la tengo todavía, soy pasante, pero le puedo enseñar el registro –dice mientras hace ademanes de buscar en la guantera y mira hacia atrás, a la maleta que trae en la caja de carga del vehículo.
–Está bien así, váyase –dice uno de los hombres armados, pero otro, cuerno de chivo en mano, le interrumpe:
–Espera, vamos a llamar a Aquel– espeta mientras mastica las antenas de una langosta.

Un tercero, más grande e igualmente armado, vuelve a repetir las preguntas examinando al chofer hasta que le deja ir. A las dos mujeres que le acompañamos de copilotos, con mochilas y apariencia de turistas, ni nos preguntan.

El muchacho retoma el rumbo despacio mientras respira aliviado. “Si no les gustas te pueden tener aquí toda la mañana, luego abusan. Como La Tuta [el líder de los Caballeros Templarios] también es de Arteaga y maestro empiezan a molestarme que si es mi maestro o qué. Y no te puedes confiar porque aquí no sabes quién es quién”, confiesa.

La costa michoacana es uno de los territorios que sigue en disputa por los autodefensas. Junto al Puerto Lázaro Cárdenas y con entrada al municipio de La Tuta, ha sido el bastión de los Caballeros Templarios durante años, y los lugareños aseguran que hasta ahora no tenían problemas si no se metían con ellos. A finales de febrero, con el avance de los comunitarios de los municipios del noroeste michoacano a la costa surgieron varias barricadas también entre Lázaro Cárdenas y Caleta de supuestos falsos autodefensas que responderían a los Templarios. Los mismos que nos atoran en Chuquiapan.

“Uno ya mejor ni sale. Es una maña peleando contra otra maña. Si te vas con un bando te matan de un balazo, si te vas con el otro te dan dos. No hay nada, no hay turismo, no hay trabajo”, cuenta otro veinteañero en la combi que recorre el trayecto Lázaro-Caleta.

“Dicen que ya se va a poner bien, ojalá, porque ¿qué culpa tenemos nosotros? Nosotros solo queremos que regrese el turismo”, explica Modesta, quien regenta un restaurante en la playa de la Soledad, quince kilómetros antes de llegar a Caleta. “Esta Semana Santa pensábamos que no iba a venir nadie, al final no estuvo tan mal, pero mira ahora, están solas”, alega. Efectivamente ni el feriado del 5 de mayo atrajo a nadie a las enramadas michoacanas. Paradores y restaurantes lucían sin un turista.

Justo al terminar la Pascua, el 27 de abril, una balacera entre presuntos autodefensas rompió esa tensa calma. Las autodefensas de Caleta intentaron cruzar la barricada de Chuquiapan y ambos grupos se enfrentaron a balazos. Cinco personas de Chuquiapan murieron y sendos bloques se acusaron de pertenecer a diferentes cárteles. Ahora, los diferentes retenes de las autodefensas, mantienen las armas en alto contra lugareños, camiones que arreglan la vialidad y convoyes del Ejército.

“Mira, antes estaba la maña [los Caballeros Templarios] pero ellos no se metían con nosotros, solo entre ellos. Dicen que en otros lados cobraban cuotas pero aquí como no hay dinero no molestaban, en cambio ahora tenemos que aguantar esto”, dice Juan, un pescador de Playa Azul mientras señala tres redilas del ejército que pasan apuntando con su metralla.

 

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