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Obama regresa a Irak, el conflicto del que siempre quiso salir
Obama regresa a Irak, el conflicto del que siempre quiso salir
5 minutos de lectura
Obama regresa a Irak, el conflicto del que siempre quiso salir
10 de agosto, 2014
Por: Thomas Sparrow / BBC Mundo
@WikiRamos 
El presidente Barack Obama habla sobre la situación en Irak en la Casa Blanca el jueves 7 de agosto de 2014. Foto: AP.
El presidente Barack Obama habla sobre la situación en Irak en la Casa Blanca el jueves 7 de agosto de 2014. Foto: AP.

Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habla desde la Casa Blanca a las 9:30 de la noche, generalmente no lo hace para dar una buena noticia.

El jueves, a esa hora, Obama apareció de manera muy solemne para anunciar una decisión que bien habría preferido evitar: su país volvería a lanzar una operación militar en Irak por primera vez desde de la retirada de su tropa en 2011.

El regreso, aclaró Obama, no sería con soldados de combate en el terreno sino con ataques aéreos dirigidos contra los militantes del Estado Islámico (EI) que se acercaban a la ciudad de Erbil, donde está radicado personal estadounidense.

No pasó mucho tiempo antes de que el anuncio del mandatario se transformara en hechos concretos: temprano el viernes y luego ese mismo día en la tarde, el Pentágono confirmó las primeras incursiones aéreas contra piezas de artillería móviles, posiciones de mortero y un convoy de EI.

Esos ataques convirtieron a Obama en el cuarto presidente consecutivo de Estados Unidos que ordena incursiones militares contra Irak y marcaron un cambio de rumbo notorio para un mandatario que ha apostado su capital político a terminar guerras, no a involucrarse en ellas.

Lea también: ¿Por qué EE.UU. ataca ahora al Estado Islámico en Irak?

Protagonismo reducido

iraquíes hacia Erbil

La estrategia de Obama incluye un “esfuerzo humanitario” para ayudar a los iraquíes que están escapando de la violencia.

Irak es para el presidente uno de los elementos fundamentales y, por ello, más sensibles de su política exterior.

Cuando era senador demócrata, se opuso a la intervención de su país en 2003 bajo el gobierno de George W. Bush y luego, en su carrera a la presidencia, prometió terminar esa guerra en la que participaron más de un millón de estadounidenses y murieron unos 4.500.

El primer día en la Casa Blanca ordenó una revisión exhaustiva de la estrategia en Irak y menos de tres meses después realizó su primera visita al país.

El objetivo político personal era claro: sus decisiones sobre Irak le ayudaron a distanciarse de su antecesor y comenzar a marcar su propio estilo como presidente.

El presidente de EU, Barack Obama, durante una conversación telefónica en la Casa Blanca, el viernes 8 de agosto de 2014. Foto: AP.
El presidente de EU, Barack Obama, durante una conversación telefónica en la Casa Blanca, el viernes 8 de agosto de 2014. Foto: AP.

Para Obama, terminar la guerra no sólo era “una de sus prioridades de seguridad nacional más importantes”, como él mismo dijo cuando anunció la retirada de su tropa, en 2011.

Sobre todo era una forma de ejemplificar el papel que, en su opinión, su país debía tener a nivel mundial: un protagonismo más reducido que implicaba compartir las responsabilidades de liderazgo con otras potencias y, sobre todo, no involucrarse siempre que hubiera un conflicto.

El autor Stephen Sestanovich, en su libro Maximalist, calificó esa postura como un “atrincheramiento”, una disminución de la exposición internacional del país.

El Premio Nobel de la Paz que Obama recibió en 2009 -prematuro para sus críticos, pues apenas comenzaba su mandato- no hizo sino aumentar la presión en Obama y convencerlo aun más de la necesidad de desmilitarizar, hasta donde le fuera posible, su política exterior.

clicLea también: Obama quiere desmilitarizar la política exterior de EE.UU.

El imperativo del poder militar

avión estadounidense

Estados Unidos comenzó a enviar suministros humanitarios en el área de Sinjar.

De ahí que los ataques de este viernes le resulten particularmente incómodos, si bien para él no se trata de una decisión inédita: por ejemplo, él aprobó en 2011 la intervención militar en Libia y el año pasado pidió la autorización del Congreso para hacer lo propio en Siria, sólo para arrepentirse poco después.

Además, su gobierno se ha caracterizado por desarrollar y utilizar aviones no tripulados -conocidos como drones– para atacar de manera selectiva a militantes en países como Afganistán, Yemen o Somalia.

Los drones, criticados por activistas y expertos legales, han sido una constante del presidente, su alternativa a los soldados sobre el terreno y también su estrategia de guerra preferida.

Este viernes se volvieron a utilizar contra los militantes de EI y revelan hasta qué punto Obama, por más que promueva la diplomacia y las soluciones políticas, no siempre puede escapar del uso más tradicional del poderío militar.

Él ha sido consciente de ello desde que llegó a la Casa Blanca: “Decir que la fuerza puede ser necesaria a veces no es un llamado al cinismo, es un reconocimiento de la historia”, dijo al recibir el Nobel.

Esto significa que en los debates con sus asesores el mandatario debe, constantemente, balancear dos prioridades: su deseo de tener un protagonismo más reducido y los imperativos que se esperan de una potencia como Estados Unidos.

“Ausencia de una estrategia”

Esta dicotomía ha sido particularmente evidente en las últimas semanas, pues la Casa Blanca ha tenido que multiplicarse para responder a crisis en Ucrania, en Gaza, en Afganistán, en Libia y en Irak.

En este último país, Obama había tratado de evitar una decisión como la del jueves y había optado, más bien, por el envío de 300 asesores militares para ayudar al ejército iraquí, así como vuelos regulares de vigilancia.

La cautela del presidente, una característica que valoran sus simpatizantes pero impacienta a sus detractores, respondía a las dificultades de justificar la necesidad de una intervención militar cuando hace menos de tres años, entre bombos y platillos, había anunciado el fin de la guerra y asegurado que los iraquíes se estaban responsabilizando de la seguridad del país.

Obama también debía intuir que un anuncio tal desencadenaría una serie de críticas de sus opositores republicanos y, de hecho, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, no se demoró mucho en responder.

Si bien aprobó los ataques selectivos, Boehner también criticó a Obama por “la ausencia de una estrategia” de largo plazo para contrarrestar la amenaza de los militantes en la zona.

Sobre todo, los ataques aéreos que comenzaron este viernes tienen un efecto que ni el mismo Obama puede controlar: abrieron una caja de incógnitas sobre el alcance y el impacto de esta operación.

¿Cómo reaccionará EI a los bombardeos? ¿Qué tan efectivos pueden llegar a ser? ¿Qué tanto apoyo podrá recabar Obama de los estadounidenses, tan reacios a un rol militar mayor?

Y sobre todo: ¿Hasta dónde se verá obligado a llegar Obama?

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