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Encuestas electorales, ¿para qué y cómo funcionan?
Encuestas electorales, ¿para qué y cómo funcionan?
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Encuestas electorales, ¿para qué y cómo funcionan?
27 de abril, 2015
Por: AMAI-México
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[contextly_sidebar id=”P7VTLZBnVumMak15HJ2GZ6MyqyrtuCel”]En la antesala del proceso electoral 2015, conviene retomar el tema de las encuestas de intención de voto y su función dentro del marco general de las campañas para elegir a más de 2 mil cargos públicos el próximo 7 de junio.

Como en todas las democracias modernas del planeta, en México es ineludible hacer ejercicios de medición para conocer la opinión pública en relación a hechos importantes de la vida social. Y qué más relevante para la sociedad que la selección de los gobernantes.

Conforme se ha incrementado la competencia política, notablemente desde la mitad de los años noventa, las encuestas electorales han dejado de ser un asunto técnico, restringido a los propios encuestadores; o un asunto político, circunscrito a los candidatos y los partidos. En cambio se han vuelto un asunto público, de relevancia para la ciudadanía en general.

Las encuestas son un instrumento inigualable para captar la voz de los muy diversos segmentos de ciudadanos: los jóvenes y los maduros, las mujeres y los hombres, los que van a la escuela, los que trabajan así como también los desempleados; las amas de casa o las ejecutivas de las empresas, los que viajan frecuentemente por el país y aquellos que no salen mucho de la localidad en la que viven. Para las encuestas cualquier ciudadano tiene una voz con la misma autoridad y la misma relevancia que otros; en una encuesta, la opinión de cada ciudadano tiene exactamente el mismo valor.

Las encuestas dentro del marco democrático del país

Las encuestas contribuyen favorablemente a los procesos electorales en varias formas. Agregan transparencia porque limitan la suspicacia de fraude o manipulación; democratizan el proceso al abrir a la visibilidad pública la evolución de la contienda. Sirven también para incrementar la credibilidad de los resultados de la votación. Al construir una narrativa de la evolución de las campañas y las preferencias ciudadanas, las encuestas han constituido un importante obstáculo para la cultura de la sospecha, tan justificada y largamente arraigada en nuestra cultura política.

Al ofrecerle a la sociedad mexicana un espejo en que pueda examinarse y comprenderse, la investigación de opinión pública ha permitido contrarrestar la larga tradición de explicaciones que eran dictadas por una élite ilustrada. En ese sentido, las encuestas han sido tanto causa como resultante de la transformación política del país, y han jugado un papel importante como facilitadoras de nuestra democracia.

Además, las buenas encuestas electorales sirven no solamente para ver qué candidato tiene más simpatía entre los electores, sino también para conocer la agenda de intereses y preocupaciones de los electores.

La industria de las encuestas con la ley y también se autoregula

Suele pensarse, equivocadamente, que las encuestas se hacen y se publican porque sí, sin más límite que el libre albedrío de quien las realiza, quien las paga o quien las manda hacer.

Por el contrario, existe un gremio organizado que genera las encuestas en México, que a su vez es parte del marco institucional que la autoridad electoral, primero el IFE y ahora el INE, ha ido creando a lo largo de más de veinte años.

Hay una voluntad clara, reforzada en actuación concreta, de esa industria por respetar los lineamientos que establecen las leyes y que al INE le toca vigilar que sean cumplidas por todos los actores del proceso electoral.

Tres maneras de contrarrestar equivocaciones en las encuestas electorales

En cada elección vemos una gran cantidad de datos de encuestas que buscan contextualizar el impacto que sobre el electorado van teniendo las campañas generadas por los diversos partidos en contienda. El proceso electoral de 2015 seguramente no será la excepción.

Sin embargo, no conviene darle inmediatamente crédito a cualquier dato que se presente, por más que venga acompañado de números llamativos o gráficas deslumbrantes. Hay que tomar cuenta los siguientes tres criterios para no caer en problemas comunes que suelen suceder al consultar resultados de encuestas de intención de voto.

1. Corroborar que la encuesta sea confiable

Hay que asegurarse que la encuesta presentada sigue los lineamientos establecidos por la ley electoral para el levantamiento y publicación de encuestas en procesos electorales. Una buena forma de comprobarlo es que en la publicación aparezca claramente identificado todo lo siguiente:

  • ¿Quién hizo la encuesta?

Es decir qué entidad encuestadora se hace responsable de haber llevado a cabo la encuesta. Este es un dato que no puede permanecer en la confidencialidad ya que la trayectoria y prestigio profesional son elementos fundamentales de la credibilidad de una entidad encuestadora.

  • ¿Quién pagó la encuesta?

Los datos de una encuesta electoral se publican o bien como un servicio informativo para la ciudadanía o para apoyar a un candidato o partido en contienda. Identificar en la publicación al patrocinador de una encuesta, además de ser un requisito legal, es un complemento de transparencia.

  • ¿Cuándo se hizo la encuesta?

Dado que las opiniones y las percepciones públicas van cambiando a lo largo del tiempo es fundamental saber cuándo se obtuvieron las respuestas que aparecen reportadas. De esa forma se puede ubicar a la encuesta dentro del conjunto de acontecimientos que forman una campaña electoral.

  • ¿Cuántas personas respondieron y cuáles eran sus características demográficas?

Generalmente una encuesta electoral se hace entre un grupo representativo del universo de votantes probables, por ejemplo: todos los ciudadanos de un estado, en una elección local, o de todo el país, en una elección federal. Sin embargo, al publicar los resultados es importante dejar claro qué tipo de personas fueron entrevistadas y qué cantidad de entrevistas se hicieron, ya que seguramente serán distintos los resultados si la encuesta se hace con la población en general o en un segmento específico, por ejemplo estudiantes universitarios.

Adicionalmente es importante señalar en caso de que el resultado presentado se refiera solamente a una parte del grupo entrevistado, por ejemplo personas de determinada edad, y no al total de la muestra.

  • ¿Cómo fueron seleccionados los entrevistados y de qué manera se les aplicó el cuestionario de la encuesta?

Un criterio técnico fundamental de una encuesta electoral se refiere al procedimiento seguido para llegar a las distintas personas que fueron entrevistadas, ya que la investigación de opinión pública parte del principio de poder estimar lo que sucede en una población amplia (el universo) a partir de estudiar un grupo pequeño (la muestra) de esa población. Por otra parte, también es indispensable que se reporte la forma y el lugar en que se hicieron las entrevistas, puesto que se busca darle a todos los miembros de la población igual oportunidad de ser entrevistados; así por ejemplo una encuesta electoral hecha de manera telefónica limita el acceso de aquellas personas que no cuenten son el servicio de teléfono, o una que se haga por internet solamente está abierta a quienes tengan ese recurso.

  • ¿Cuál fue la pregunta hecha?

Es muy conocido que hay diferencias importantes dependiendo de la forma en que se hace una pregunta en un cuestionario de una encuesta electoral. En algunos casos para conocer la preferencia hacia un candidato o partido, en lugar de una pregunta como tal, la entidad encuestadora prefiere hacer un “simulacro” de votación, por medio del cual los entrevistadores entregan a los entrevistados una boleta similar a la que se usará el día de la elección y se les pide marquen la opción por la que se inclinan en el momento en que se hace la entrevista.

  • ¿Cuál es el margen de error, nivel de confianza y tasa de no respuesta?

Ninguna encuesta seria produce cifras que pretendan ser definitivas o exactas, sino aproximaciones cuya precisión está en función de aspectos técnicos como estos, que permiten entender el alcance de la investigación.

2. Siempre consultar más de una encuesta.

Para preparar y realizar encuestas de opinión pública es indispensable seguir al pie de la letra muchos principios científicos y metodológicos. Pero hay que decir claramente que la investigación de opinión pública trabaja con métodos que no son infalibles y mide una realidad que de suyo no es inmutable.

Es prácticamente imposible encontrar dos encuestas electorales que arrojen resultados idénticos, por más que se hagan en fechas coincidentes y con poblaciones similares. En última instancia, la investigación de opinión pública construye lo que podríamos llamar los umbrales de certidumbre compartida. Así que entre más mediciones se hagan es mejor, porque nos permiten calibrar los límites dentro de los cuales se mueven las preferencias e intenciones del electorado.

Esa certidumbre compartida se puede apreciar al consultar los datos de distintos ejercicios de encuesta, lo cual sirve para identificar no tanto un resultado numérico exacto, sino más bien las tendencias y el escenario probable en el que se moverá la elección.

Además, si una encuesta se aleja notablemente de los rangos compartidos puede deberse a que se haya presentado un error de metodología o al haberlo aplicado en el terreno. En muchas ocasiones han caído por su propio peso ciertos resultados sospechosos de encuestas; al no estar en línea con la certidumbre compartida se vuelven excepciones que destacan no por su precisión, sino exactamente por lo contrario.

3. No confundir encuesta con elección

Algunos candidatos, a veces arrinconados al tener que reconocer resultados de encuestas que no les favorecen, esgrimen que la “verdadera encuesta” se hace el día de la elección. Lo cual es un grave error: una encuesta no es un remedo de la votación y la votación no es una encuesta enorme.

Porque una encuesta es un ejercicio de aproximación para conocer probabilidades de intención de voto, y la elección es un registro de las realidades decisorias de la ciudadanía. Porque la encuesta quiere representar de la mejor manera al universo total de los ciudadanos registrados en el padrón, y la elección es el resultado de quienes libremente acuden a votar, teniendo que dejar de lado a los que han preferido no ir a las urnas. Porque, a fin de cuentas, la encuesta es una narrativa del ánimo de la gente previamente a la jornada electoral, y la elección es la única forma válida para determinar cuál es la decisión mayoritaria para elegir a los gobernantes.

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