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<i>Cartel Land</i>: el documental que explora las autodefensas en Michoacán y Arizona
<i>Cartel Land</i>: el documental que explora las autodefensas en Michoacán y Arizona
6 minutos de lectura
<i>Cartel Land</i>: el documental que explora las autodefensas en Michoacán y Arizona
26 de junio, 2015
Por: Alejandro Hope (@ahope71)
@Julib3th 

Un día, al salir de tu casa, ves las cabezas cercenadas de algunos de tus vecinos, colgando de un árbol. La dantesca imagen no es la obra de un sicópata ocasional. Tu comunidad entera ha sido aterrorizada durante años por una despiadada banda criminal.

Los miembros de esa banda extorsionan a los dueños de negocios de cualquier tipo, secuestran a personas casi al azar y violan a cualquier mujer que despierte sus fantasías. Y ahora parece que vienen por ti: tu cabeza puede terminar colgando de una rama cualquiera de estos días.

Debes ir con la policía, ¿cierto? Sería un suicidio. La mayoría de los policías en la región están en la nómina de la banda o tan muertos de miedo que no pueden hacer nada. Y las autoridades federales te han abandonado: una vez enviaron algunas tropas, pero se fueron casi tan pronto como llegaron.

Entonces, ¿qué puedes hacer? ¿Tomar las armas y defenderte? Parece que la respuesta obvia es un ‘sí’, más aún si se toma en cuenta que varios de tus vecinos están dispuestos a unirse a la batalla contra los criminales.

Pero, espera, las cosas pueden complicarse. Una vez que has liberado a las fuerzas del ‘vigilantismo’ (civiles armados que quieren hacer justicia por su propia mano), ¿quién sabe lo que puede ocurrir?

Algunas personas tan malas como los propios criminales pueden unirse. Maldición, incluso algunos de los delincuentes, argumentado que se han arrepentido, pueden encontrar la forma de unirse al movimiento. Entonces, ellos pueden empezar a robar, a violar y a saquear protegiéndose en la causa. Algunos de tus camaradas de armas te dan la espalda. Algunos incluso intentan matarte. Otros te traicionan y te mandan a prisión.

¿Te sigue pareciendo que la respuesta obvia es un ‘sí’?

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Integrantes de la banda criminal ‘Los Caballeros Templarios’ custodian un laboratorio de metanfetamina, ubicado en algún lugar de Michoacán. //Foto: Cartel Land

Y la situación puede ser más ambigua. Digamos que vives cerca de una frontera internacional. La ilegalidad está por todos lados: se trafica droga, se trafica con personas. Una guerra está siendo librada al sur, en el país vecino.  ¿Quién puede decir que los matones que asesinan, mutilan y roban apenas a unas millas de distancia no tratarán de generar caos en tu lado de la frontera?

¿Y el gobierno? No hace suficiente, al menos no de acuerdo con tus estándares. Ciertamente no está sellando la frontera, ni disipando tus temores.

Entonces decides armarte, formar una milicia y patrullar el desierto, ¿cierto? Bueno, no estás enfrentando un peligro claro y presente. No se ha hecho un solo disparo. Pero podrían hacerse. Más vale prevenir que lamentar, dices. ¿O sólo has estado un poco paranoico y tu paranoia puede terminar en gente inocente lastimada?

¿Qué harías entonces si tienes miedo y te sientes abandonado por las instituciones que deberían protegerte?

Esta es la pregunta presente a lo largo del poderoso y aclamado documental Cartel Land, del director Matthew Heineman. Se trata de una historia de dos movimientos de autodefensa, uno en Michoacán, México, y el otro en Arizona. Es también la historia de dos hombres de mediana edad que tomaron la fatídica decisión de luchar en contra de lo que ellos consideraron ‘el mal’.

Matthew Heineman.
Matthew Heineman. //Foto: Aron Alonso.

Cartel Land podría haber sido fácilmente una fábula de héroes contra villanos. También podría haber sido una rápida condena contra el vigilantismo, pero no es ninguna de las dos cosas. Es, sí, un conmovedor acercamiento a la delgada línea que separa el bien del mal.

La ambigüedad moral del director respecto del vigilantismo se muestra más claramente en la parte del filme que se refiere a México. El personaje central es José Manuel Mireles, un doctor devenido líder de un grupo de autodefensas en la región michoacana de Tierra Caliente. Su historia y la de su variopinta banda de campesinos y profesionistas de pueblo pequeño que derrotaron a los Caballeros Templarios, la violenta organización criminal que dominó Michoacán durante casi una década, han sido contadas varias veces. Pero nadie antes de esta cinta había narrado este relato de una manera tan cercana y personal.

El doctor José Manuel Mireles practica con un fusil entre patrullas.
El doctor José Manuel Mireles practica con un fusil entre patrullas. //Foto: Cartel Land.

Heineman sigue a Mireles y a sus autodefensas (casi literalmente) a todos lados. Se mete en sus vehículos, asiste a sus reuniones, es testigo de sus balaceras contra los templarios e incluso entra en sus cámaras de tortura. Y está allí para documentar la transformación de los valientes cruzados en algo que misteriosamente termina pareciéndose demasiado a sus enemigos. Mireles, el hombre que lo comenzó todo, aparece perdido al final de la cinta, termina siendo una figura trágica, traicionado por otros líderes de un movimiento que termina siendo marginado por el gobierno. Mireles fue encarcelado gracias a lo que sus partidarios consideran un delito fabricado de posesión ilegal de armas.

Su estilo narrativo extremadamente cercano hace de Cartel Land un documental conmovedor e irresistible. He estado leyendo y escribiendo sobre drogas y violencia en México durante casi una década. En todo este tiempo he visto imágenes terribles, escuchado historias dramáticas y conocido a personas atroces. Aún así, terminé sacudido después de ver la cinta. En parte fue así por la crudeza de las imágenes, también por la desesperación que la historia irradia al final. El heroísmo termina volcado, subvertido, transformado en una mezcla tóxica de metanfetaminas y cinismo. Pocas cosas son más tristes.

Una patrulla de las autodefensas de Tancítaro rastrea a miembros del cártel en la carretera que conduce al pueblo michoacano.
Una patrulla de las autodefensas de Tancítaro rastrea a miembros del cártel en la carretera que conduce al pueblo michoacano.

Después de ver el poder de los segmentos sobre México en el filme, la historia del grupo Arizona Border Recon termina siendo una decepción. Su líder, Tim “Martillador” Foley, es casi una caricatura. Tim parece encarnar todo lo que termina siendo de risa y miedo de la política de extrema derecha en Estados Unidos. Él y sus hombres (algunos de ellos abiertamente racistas) afirman estar luchando contra los cárteles. Pero, ¿adivinen qué?, los cárteles no han sido nunca vistos en esta porción de desierto. Las hazañas de estos milicianos consisten en vestirse como soldados, como si fueran a asistir a una fiesta de Halloween, en correr sin rumbo, con binoculares de visión nocturna, y en detener únicamente a grupos de migrantes desarmados y asustados.

Y sin embargo, su historia es un testimonio contundente del poder del miedo irracional. El enemigo invisible proporciona una misión a sus empobrecidas y marginadas vidas. Les da una autoestima que ninguna psicoterapia no podría aspirar a igualar nunca. Estos chicos estarían perdidos si de alguna manera el gobierno de Estados Unidos pudiera alguna vez sellar la frontera. ¿Qué harían con ellos mismos sin sus dosis diarias de temor?

El poder de las políticas paranoides

En última instancia, la de Heineman no es una película sobre drogas o cárteles. Se trata de una búsqueda de sentido. El vigilantismo no es impulsado únicamente por un mecanismo de autodefensa. Si Mireles quería estar seguro, hubiera podido trasladarse a la Ciudad de México o incluso a Estados Unidos (alude a esta posibilidad al final de la película).

Pero huir no le habría dado la grandeza y la estatura heroica que el episodio de las autodefensas le dio. No estoy diciendo que fue impulsado principalmente por vanidad (aunque puede haber algo de eso también), sino que la rebelión le dio la oportunidad de escapar de la sensación de mente entumecida producida por su realidad diaria. A los 55, se abrieron para él las puertas de la aventura. Eso, por sí solo, tiene que haber sido un gran motivador.

Lo mismo sucede con Martillador. ¿Preferiría Tim él ser un abuelo sedentario viviendo una vida tranquila en algún lugar de Nebraska? ¿Cambiará la emoción de la persecución por la sensación de seguridad? Creo que no.

El vigilantismo o los movimientos de autodefensa sobreviven y prosperan, con en el caso de México, no sólo porque el Estado ha fracasado miserablemente en su tarea básica de protección, o porque como en el caso de Arizona las personas se convierten fácilmente en presas de políticos paranoicos, sino, más bien, porque algunas personas tienen que ser héroes (o sentir que lo son) aunque sólo sea por un día.

Y otras personas, quizás la mayoría, necesitan creer que puede haber héroes, incluso si al final se convierten en villanos.

Nota original (en inglés) publicada en El Daily Post.

Traducción: El Daily Post (@ElDailyPost)

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