[contextly_sidebar id=”UD8n6l7aDQbsahbevuQj772uL9oFuylg”]Josefina fue secretaria en el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) durante 30 años. Cuando se jubiló, heredó su plaza a Mariana, su hija, pero cinco años después, teme perder el empleo a raíz de la reestructuración administrativa al organismo, decretada por el gobernador Gabino Cué el pasado lunes 20 de agosto.
Apenas este miércoles 29 de agosto, el gobierno local decidió reabrir el IEEPO, pero Mariana, como otros mil 200 trabajadores permanecieron afuera, con la disyuntiva de reintegrarse a su empleo y adaptarse a los cambios o apoyar la “resistencia” de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Desde las 8 de la mañana, el horario de entrada, decenas de trabajadores llegaron hasta la puerta del Instituto custodiado por decenas de Policías Federales. A unos metros, un hombre leía uno a uno los nombres de los empleados, pero nadie entraba. Transcurrieron varios minutos para que a alguno pasara.
El resto no hacía nada. Ni una palabra, menos un insulto hacia sus compañeros de jornada. Mientras varios discutían sobre la urgencia de regresar a trabajar, el secretario de Organización de la CNTE, Francisco Villalobos, llegó al lugar para declarar ante la prensa que esperarían las “condiciones de seguridad” para entrar, puesto que aún había blindaje policíaco.
Finalmente, de los mil 200 trabajadores administrativos e integrantes de la CNTE, 90 entraron, pese a la advertencia de la cúpula sindical, quien instó a sus agremiados ignorar el llamado de los funcionarios del IEEPO.
Esos 90 firmaron un “oficio del cambio de adscripción” que, según funcionarios del IEEPO, no se trata de un nuevo contrato ni de renuncia a la CNTE, sino un compromiso con la nueva administración del Instituto.
Sin embargo, la verdadera muestra de que el IEEPO recobra el control y que a la CNTE la están traicionando sus agremiados, será el destino para los 310 trabajadores (integrantes del sindicato) con cargos de dirección en el Instituto, quienes deberán elegir entre conservar su plaza administrativa o la docente. En caso de permanecer en el gobierno, deberían renunciar a la Coordinadora, toda vez que el nuevo reglamento impide tener ambos nombramientos.
El trabajo o el sindicato, la disyuntiva
Poco después de las 11 de la mañana, los maestros se reunieron en un estacionamiento a un costado del IEEPO. Estaban desconcertados y molestos. “La dirigencia no nos dice nada y entonces ¿qué hacemos?”, decía uno a tres de sus compañeros.
Otro más solo tenía una certeza: quiere su empleo. No sabe a ciencia cierta que va a pasar con la CNTE o con el IEEPO, solo espera que “se respeten nuestros derechos laborales”.
Josefina, asegura que ella y sus compañeros, opinan que lo importante en este momento es “mantener el empleo, lo sindical ya lo veremos después”, por eso asegura que este jueves 30 de agosto, miles entrarán a IEEPO a firmar su adscripción.
Aún con esta incertidumbre, ella está de acuerdo en la reestructuración del Instituto porque durante sus 30 años de trabajo fue testigo del crecimiento de la corrupción que, para 2010, cuando se jubiló, ya era imparable.
Vivió en carne propia el control de la CNTE hacia los trabajadores del IEEPO, donde los funcionarios “no metían ni las manos”. Al convertirse en juez y parte, la cúpula sindical decidía el futuro laboral de los agremiados. Ella, por ejemplo, tuvo que cumplir con 80% de puntos de participación sindical para que aceptaran y tramitaran su jubilación.
Incluso, Josefina aún participa en las marchas y plantones porque el IEEPO le adeuda “mucho dinero” de su prima de jubilación y para obtenerlo, la CNTE ha intercedido, pero a cambio le pide “participación en el movimiento”.
Además, dice, la venta de plazas era un negocio en contubernio entre la CNTE y los funcionarios del IEEPO que vieron en él una mina de oro, un organismo de la administración al que ningún gobierno podía negarle dinero gracias a la presión de la disidencia magisterial. “Qué bueno que acabaron con eso”, dice.
Aunque teme perder la plaza que ella conservó por 30 años, también confía en que el IEEPO no es la única opción para Mariana, quien estudió la licenciatura en informática para que “el día de mañana pudiera defenderse y abrirse camino fuera de aquí. Y ese día llegó”.
