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Vivir con el narco: Taxco, Guerrero, “no me siento normal viviendo con paranoia”
Vivir con el narco: Taxco, Guerrero, “no me siento normal viviendo con paranoia”
3 minutos de lectura
Vivir con el narco: Taxco, Guerrero, “no me siento normal viviendo con paranoia”
14 de diciembre, 2015
Por: KYHB, lectora de Animal Político
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Taxco, Guerrero: “no me siento normal viviendo con paranoia
Taxco, Guerrero: “no me siento normal viviendo con paranoia

[contextly_sidebar id=”SVParmQGPyvE9nAzbqh8UCnHU0B4jjgl”]El primer hecho violento del que tengo memoria fue en diciembre de 2007. Habían matado a un hombre dentro de en un hospital de Taxco y la noticia resonó en mi ciudad. Taxco es una ciudad con más de 50 mil habitantes, pero es un “pueblo”, por lo que el suceso fue de boca en boca hasta llegar mí

Lo siguiente fue una cosa que al principio no comprendí. Tomaba todos los días el transporte a la escuela secundaria, ni siquiera había amanecido aún, pero en la carretera había una camioneta abierta con las luces encendidas, el piso estaba mojado, lo recuerdo por qué pensé que no había llovido esa madrugada y me resultó extraño, después me enteraría de que dicha humedad era en realidad sangre.

Mi novio, que en aquel tiempo trabajaba en un periodiquito del municipio, me lo contó, pues lo habían llamado a mitad de la madrugada para acompañar a un muchacho a tomar fotos de los cuerpos que habían quedado ahí. Él no tenía más de 17 años.

En una ocasión nos dejaron encerrados en la secundaria, estuvimos ahí una hora y media más después de nuestra hora de salida, había ocurrido un tiroteo a escasos metros de la escuela y los profesores prohibieron la salida a cualquier alumno.

Un suceso que la mayoría de los taxqueños recuerda es el Jueves Santo de 2009, cuando conocí lo que era el pánico en el rostro de una persona. La Procesión de los Cristos, típica de esas fechas, se dispersó. La mayoría de los que la acompañaban huyó excepto por los que cargaban las imágenes sagradas y los penitentes que llevan rollos de espinas sobre sus hombros, la gente hablaba de hombres encapuchados dando disparos al aire, levantando las capuchas de los penitentes para revelar su identidad.

Hace dos años iba rumbo a mi casa cuando, al dar la vuelta a la calle, había una patrulla impidiendo el paso. Le pregunté a una señora si sabía qué había pasado y me contestó que se habían escuchado balazos y parecía que habían matado a alguien. Llena de ansiedad me las arreglé para entrar por otro callejón. Fue tranquilizador cuando llegué a casa y comprobé que toda mi familia estaba ahí y estaba bien. Ni siquiera vivo en una zona que pueda considerarse peligrosa.

Yo no puedo sentirme normal o indiferente cuando alguien que conozco desaparece, y en la mayoría de los casos no regresa. No me siento normal cuando mi madre me recuerda que “en sus tiempos” los niños podían jugar hasta la madrugada en la calle, que el único peligro que corría una muchacha al salir en la noche era que se la robara al novio.

No me siento normal viviendo con paranoia, pensándome todo el tiempo perseguida y acechada. No creo que sea normal tener repetidas pesadillas dónde me arrancan a mis padres, a mis hermanas, a mis tíos, a mi pareja y no puedo tenerlos de vuelta por qué lo único que tengo es la impotencia.

Aquí puedes seguir leyendo este especial y contarnos cómo aprendiste tú a vivir con el narco.

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Etiquetas:
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