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Cuentos de Navidad para celebrar el mes de los niños y las niñas (parte 2)
Cuentos de Navidad para celebrar el mes de los niños y las niñas (parte 2)
Ilustración: <a href="https://twitter.com/moneroponce">Monero Ponce (@moneroponce)</a>
9 minutos de lectura
Cuentos de Navidad para celebrar el mes de los niños y las niñas (parte 2)
24 de abril, 2016
Por: Redacción Animal Político

Navidad en la Luna

Autor: Landon Donovan Martínez Ávila, 9 años

 

Es la historia de un niño llamado Gabriel, pero todos le decían Gabrielito… La historia de Gabrielito empieza un poco triste, ya que Gabrielito sólo recuerda a sus padres por medio de un álbum de fotografías. En ese álbum se da cuenta de que sus padres lo adoraban, ya que en todas las fotografías siempre estaban sonriendo y demostrándole su amor, en todo momento se ve que desde que nació siempre estuvieron contentos sus papás, ya que hay viajes al parque, en campamentos y de Gabrielito durmiendo con papá, aparte de seis pasteles de cumpleaños diferentes, rodeado de su familia y amigos…

Lo que a Gabrielito más le gustaba y con lo que siempre se dormía soñando, era cuando miraba las fotos compartiendo con sus padres “las navidades”. Gabrielito miraba en aquellas fotos el árbol enorme, lleno de esferas brillantes luminosas, a la vez enroscadas diferentes tipos de luces de colores, que daban vida junto con aquella enorme estrella en la punta; y una gran cantidad de regalos, todo esto acompañado de un bonito nacimiento, el cual tenía muchos animales, pastores, pasto, musgo, eno, campesinos, chosas, casitas, muchos corrales llenos de animales, y un gran río lleno de pececitos de diferentes colores, que terminaba al llegar al pesebre, donde se encontraba el niñito Jesús.

El nacimiento estaba acomodado en la parte posterior de la ventana, a la cual Gabrielito le gustaba observar de noche, ya que recibía todo el destello de la luz de la Luna hermosa y plateada.

Gabrielito, al ver esas fotos, le pedía a Dios poder tener una Navidad mágica en la Luna.

Hoy en día tiene 9 años y cada noche mira el cielo viendo las estrellas y la Luna, pidiéndole a dios que le cumpla su sueño.

***

Gabrielito vive con sus abuelos los cuales se hicieron cargo de él; su abuelita Licha y su abuelo Jacinto aman mucho a Gabrielito, ellos le han contado que sus padres están con Diosito, en el cielo, ya que tuvieron un accidente automovilístico.

Como todo niño, Gabrielito no entiende esas cosas, él piensa que sus padres viven en la Luna y que en el día viajan entre las nubes…

Gabrielito asiste a la escuela como cualquier niño, tiene amigos con los cuales se divierte mucho, y a su maestra Gloria todos los días la invade con muchísimas preguntas, ya que Gabrielito es demasiado inquieto e inteligente. Le fascinan los libros, leer, soñar, imaginar, eso en verdad es su mundo mágico.

***

Gabrielito cada semana iba a la iglesia con sus abuelos, y le gustaba salir a comer un gran algodón de azúcar a lado de ellos, y juntos le pedían a dios que sus padres se encontraran felices y que siempre los cuidaran.

Gabrielito parecía llevar una vida común, al igual que todos los niños, pero la verdad es que él llevaba una vida llena de aventuras y viajes a través de leer muchísimos libros.

Siempre leyendo en aquella ventana acompañado de la Luna, y ya en sus sueños tenía muchísimos amigos mágicos, que salían de los libros que él leía noche tras noche.

Gabrielito parecía ser diferente, ya que a él no le gustaba ese mundo en el cual se desenvolvían algunos niños de su edad, los cuales estaban todo el día pegados a la computadora, tableta, celular y videojuegos.

Gabrielito prefería leer y leer y seguir teniendo muchas aventuras, Pero ¿qué creen? Que no todo era felicidad para Gabrielito él como cualquier niño lloraba y se enojaba y también se ponía triste…

Eso sucedía cuando él veía que sus amigos llegaban al parque o a la escuela acompañados de sus padres, pero lo que más le dolía era ver a aquellos niños traviesos que le hacían burla y lo hacían sentirse triste, ya que le decían que él no tenía papás y le decían que era raro.

Los pocos niños con los que jugaba lo animaban y se divertían con él, aceptándolo tal cual, eso eran momentos bonitos en la escuela, pero no tanto como lo eran aquellas noches de leer libros.

Las navidades de Gabrielito eran bonitas, adornaban su árbol, ponía su nacimiento, colgaban sus esferas, luces adornaban, y la grande estrella en la punta del árbol, así como los regalos y su álbum con las fotos de sus papás junto a aquel pesebre a lado del niñito Jesús. Gabrielito cantaba villancicos con sus abuelitos y ponía su carta a Santa Claus, pero esa Navidad todo fue diferente y muy especial.

***

Gabrielito, al dar las 12:00 de la noche, justo al momento del abrazo y al pedir los deseos, se acercó a su árbol con una bota de Navidad grande y roja, que contenía una carta, y la colocó junto al álbum de sus papás, pidiendo su regalo de navidad.

Él se sintió tan contento y seguro que de inmediato pensó que algo pasaría, de inmediato corrió hacia la ventana y, viendo la Luna llena con su hermoso brillo, sacó un gran libro llamado “La fuente de los deseos” y comenzó a leerlo hasta que el sueño lo venció abrazado a su libro y aquel álbum de fotografías bajo la luz de la Luna.

Cuando Gabrielito abrió los ojos, se encontró en un lugar plateado, con oscuridad alrededor, plagado de estrellas, él sabía que era la “Luna”.

Al caminar, comenzó a seguir una hermosa estrella dorada que lo llevó a un árbol de navidad inmenso, era el árbol de navidad más grande y luminosa que jamás había visto, acompañado de un nacimiento como el de su álbum, pero todo era real, “todo tenía vida”.

Había un hermoso río plateado lleno de peces de verdad con colores fascinantes, lleno de alegría, donde tanto animales como la gente cantaban villancicos; a lo lejos se veía un gran pesebre lleno de una luz dorada, y en donde lo esperaba una estrella.

Gabrielito se acercaba y cada vez se emocionaba más, sabía que Dios y Santa Claus le estaban cumpliendo su deseo: “una Navidad en la Luna”.

Gabrielito, en esos momentos, se sentía el niño más feliz del mundo, se acercaba a la gente, jugaba en el río y era hermoso convivir, escuchar los cantos que no dejaban de sonar.

Los destellos de colores de la estrella lo llevaron hasta el pesebre, la estrella se acomodó en la punta de un árbol, Gabrielito nunca soltó su álbum, su gran libro y sobre todo su felicidad y su fe.

En la entrada del gran pesebre se acercó al lugar que tanto anheló. Una gran luz no le permitió ver, pero escuchó una voz hermosa que pronunciaba su nombre, con los ojos llenos de lagrimas y una gran alegría, poco a poco fue aclarando su mirada, cuando de repente aquella foto de sus padres estaba hecha realidad delante de él.

Aquello que anheló toda la vida estaba delante de sí, y sus padres, con los brazos abiertos, se le acercaron; Gabrielito apretó muy fuerte su libro y su álbum, diciendo en su corazón GRACIAS….

Desde aquella noche Gabrielito jamás despertó.

Al día de hoy, sus abuelitos conservan aquella carta que Gabrielito puso en la bota de navidad en su árbol, y cada año con alegría la ponen afuera de la escuela donde él estudiaba. Lo que la carta decía era “Querido Santa Claus! Esta Navidad, lo único que pido es que todos los NIÑOS DEL MUNDO AMEN A SUS PAPITOS”.

 

*****

Lee los cuentos de la primera parte

Diciembre de mi vida triste

Eli Yael Acero Luján, 11 años

 

Mi familia y yo sufrimos de una condición conocida comúnmente como enanismo, nuestra estatura promedio es de 1.16 cm. Mi esposo se llama Francisco, trabaja en el archivo de un hospital, mi hijo el mayor se llama Henry y está estudiando psicología y quiere desarrollarse en el área de la educación especial.

A pesar de que siempre ha sufrido e burlas, es muy seguro y capaz en todos sus logros.

Jonathan tiene 13 años y está en una edad muy difícil, ya que no podemos controlar su rebeldía.

Hace cuatro años falleció mi pequeña Sara quien apenas tenía 2 años.

A mí me encanta cocinar y soy la encargada de un pequeño restaurante. Mi nombre es Celeste, somos una familia divertida y bromista y a todos nos fascina la Navidad, tener nuestra casa adornada e iluminada y escuchar villancicos.

Cada vez que celebramos la Navidad, preparo mi delicioso pavo, unas riquísimas galletas y nuestro tradicional pastel de chocolate

Esa Navidad estábamos tan contentas, cuando de pronto empujaron nuestra puerta, tres sujetos que estaban armados.

Uno de ellos estaba herido, nosotros nos asustamos mucho, pero debido a nuestra condición se nos dificulta movernos con rapidez, uno de ellos tomó a mis hijos y se los llevó, yo entré en pánico y gritaba “¡Por favor no les hagan daño, no llamaremos a la policía, llévense lo que quieran!”

Yo sabía que Henry iba a tratar de defender a su hermano cuando, de pronto, se escucharon unos disparos. Intenté correr, pero todo fue inútil: Francisco le enterró un cuchillo en la pierna al otro delincuente, pero el muy desgraciado le disparo en la cabeza al que había sido mi compañero y el amor de mi vida por 30 años.

Todo transcurría como en cámara lenta, yo sólo veía a los delincuentes cómo corrían de un lado a otro, porque los vecinos habían llamado a la policía. Me acerqué a Francisco, lo moví, lo besé. “Te amo, te quiero”.

Entraba y salía mucha gente de mi casa, quise entrar a donde estaban mis hijos, pero Nathaly, mi vecina, no me dejó verlos. Me abrazó diciéndome “No tiene caso, amiga, sólo recuérdalos con sus caritas hermosas y sonrientes”. En ese momento supe que también estaban muertos.

No podía creer que habían fallecido en cuestión de minutos, todo parecía una pesadilla. Ahora, esa fecha que siempre esperaba durante todo el año, quiero que pase desapercibida.

Han pasado 3 años de aquella situación tan desagradable y he tratado de seguir con mis actividades, aunque he descuidado mucho mi persona.

No encuentro la manera de quitar de mi mente ese horrible trauma, mi mamá es la persona más maravillosa que puede existir y ha tratado por todos los medios de que mi vida sea más agradable, pero cuando es Navidad ya no me gusta preparar mi delicioso pavo y todo lo que preparaba para cenar. Ahora solo me tomo un café y ni siquiera adorno mi casa, ni pongo villancicos.

Este año mí mamá me invitó a cenar a su casa con mis tíos, abuelos y mis primos. Yo acepté para darle gusto a mi mamá.

Cuando llegué a casa, noté que todos me miraban y no sabían cómo comportarse, sólo decían que les daba gusto verme, y de pronto percibí un olor familiar, me acerqué a la cocina y pude ver que mi mamá estaba preparando los mismo que yo, cuando ocurrió la tragedia.

No pude evitar el recuerdo tan traumático de lo que viví hace 3 años, en ese instante mi mente viajó al momento exacto de la tragedia y, por más que lo intenté, no pude contener mis lágrimas, sabiendo que ese episodio de mi vida se quedaría marcado en mi corazón.

Mi mamá me abrazó y me consoló en ese momento, y me sentía tan sola que me quedé a dormir con mi mamá.

A la mañana siguiente, mi mamá preparó un chocolate calientito y galletas de chocolate, después me platicó que ella también se sentía sola, y empezó a hablar de mi papá.

Mi papá era muy amable y cariñoso conmigo y un día le dio un infarto, yo me sentí tan triste cuando supe la noticia. Cuando mi mamá terminó de contar la historia de mi papá se puso a llorar al igual que yo.
Cuatro años después yo fui a la biblioteca para estar un poco relajada, me llevé algunos libros y un chavo guapo, sin querer, me los tiró y se disculpó, así que los dos no enamoramos poco a poco, nos fuimos conociendo porque estábamos saliendo seguido, luego fui su novia y me sentía muy feliz, ya que tenía a alguien con quien estar.

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