[contextly_sidebar id=”nmSkJjgLQYQnq2UOMv3FQENETk5Wh6Im”]El presidente electo Donald Trump amenaza con poner fin a los acuerdos con Cuba iniciados por el gobierno de Barack Obama.
Trump dijo en Twitter el lunes que va a “concluir” el restablecimiento de relaciones diplomática con Cuba y normalización de lazos si “Cuba no está dispuesta a ofrecer algo mejor al pueblo cubano, los cubano-estadounidenses y los Estados Unidos en general”.
If Cuba is unwilling to make a better deal for the Cuban people, the Cuban/American people and the U.S. as a whole, I will terminate deal.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 28 de noviembre de 2016
Pero la advertencia de Trump’ pudiera oposición de republicanos en el Capitolio y líderes empresariales que ven los mejores lazos con La Habana como buenos para los negocios estadounidenses y la mejor forma de forzar al gobierno cubano a cambiar.
El presidente Obama abrió algunas inversiones y viajes estadunidenses a Cuba a través de órdenes ejecutivas, sin embargo un gran número de restricciones bajo el embargo comercial a Cuba se han mantenido ante la insistencia de legisladores republicanos.
Reince Priebus, jefe de equipo entrante, dijo al programa “Fox News Sunday” que hay temas como “la represión, mercados abiertos, libertad de religión y los prisioneros políticos”, que Trump considera que deben cambiar para poder tener relaciones libres.
Kelyanne Conway, una consejera muy cercana al presidente electo, hizo notar que cualquier acuerdo diplomático debe implicar algún beneficio para los trabajadores estadunidenses.
“Para que el presidente Trump pueda abrir nuevas conversaciones con Cuba, tendrá que haber una Cuba muy diferente”, expresó al programa “This Week”, de la cadena ABC.
Conway señaló que aún no se ha decidido nada respecto a Cuba, pero hizo notar que Estados Unidos está permitiendo vuelos comerciales con un gobierno cubano represivo y con los militares cubanos.
El senador republicano Jeff Flake dijo el fin de semana que una política “dura” que aísle Cuba y restrinja los viajes perjudicaría al pueblo cubano y haría del gobierno estadounidense “un conveniente chivo expiatorio para fallidas políticas socialistas”.
