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Respeta mi existencia o espera resistencia: el mensaje de miles de mujeres para Donald Trump
Respeta mi existencia o espera resistencia: el mensaje de miles de mujeres para Donald Trump
7 minutos de lectura
Respeta mi existencia o espera resistencia: el mensaje de miles de mujeres para Donald Trump
22 de enero, 2017
Por: Jenny Manrique (@JennyManriqueT)
@arturodaen 

En este Estados Unidos que arranca un nuevo mandato de la mano del presidente menos convencional de toda su historia, medio millón de ciudadanos se comprometió a una diaria tarea a partir del lunes: llamar a sus representantes y senadores, y mostrarles su desacuerdo con el estado de cosas a la que los llevó este sistema democrático.

[contextly_sidebar id=”WwTU1uKQ6hkrOAAPhKEZnaAO84Ct0XCI”]Personas de todas las razas, géneros y edades que asistieron en multitudes este sábado a la marcha de oposición a Donald Trump, la más masiva que haya habido tras la inauguración de un presidente, le dieron un SÍ colectivo a esta propuesta del activista y cineasta Michael Moore: involucrarse en esa democracia directa representativa de la que tanto se precia este país. Y molestar a los legisladores: con llamadas y correos electrónicos diarios.

“Fue así como logramos que los republicanos se retractaran de cerrar la oficina de ética del gobierno y congreso”, dijo Moore a la multitud, al recordar que apenas una semana atrás esos eran los planes del legislativo republicano que asumió el 1 de enero.

Empoderados por este y otros mensajes de activistas que se tomaron la tarima, mujeres y hombres convocados en Facebook por una abuela que vive en Honolulu, Teresa Shook, tomaron las calles de Washington DC y de por lo menos 600 ciudades más en Estados Unidos y alrededor del mundo.

¿El objetivo? Protestar por la llegada a la Casa Blanca de un mandatario que amenaza con vulnerar los derechos de las minorías.

Lucían primordialmente un gorro tejido en lana rosada con puntas que se volvió un fenómeno de ventas y al que bautizaron “pussy hat”, en referencia a los comentarios soeces que Trump hizo sobre las mujeres en una cinta de video revelada durante la campaña.

“Estoy emocionada por un movimiento de mujeres que viene a defender tanto los derechos reproductivos como al grupo Black Lives Matter, a los musulmanes y a los inmigrantes. Eso es inclusión”, dijo Meychung Chia, una colombiana de 32 años que vino desde San Francisco y portaba un cartel en el que se leía “Respeta mi existencia o espera resistencia”.

Sus razones para estar aquí son no obstante más personales: a sus padres los deportaron hace 10 años después de un violento arresto de la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE en inglés), que Meychung tuvo que presenciar.

Aunque pronto van a cumplir la penalidad para volver a solicitar su visa y regresar “las palabras contra los inmigrantes en esta elección me marcaron mucho. Me recordaron cuánto dolor y trauma he vivido y no voy a permitir que ese señor siga tratando así a nuestra comunidad”.

Meychung, quien está casada con un canadiense, parecía hacer eco de las palabras de otras dos activistas que se hicieron presentes: America Ferrera, actriz México-americana de primera generación, y Erika Andiola, indocumentada y directora política de “Nuestra Revolución”, el movimiento que se creó tras la candidatura de Bernie Sanders.

“Cada uno de nosotros está bajo ataque en esta administración”, dijo Ferrera. “Nuestro nuevo presidente está librando una guerra sobre los valores que definen al país con un credo al miedo, al odio y a la sospecha de unos sobre otros”, agregó.

“Ustedes no están solos”, expresó a su turno Andiola al referirse a musulmanes, negros, latinos, LGBT, mujeres y los soñadores, cuya Acción Diferida (DACA) pende de un hilo por las acciones ejecutivas que pueda firmar Trump en los siguientes días. “Les digo a todo esos soñadores que a a partir de este lunes no estarán solos”.

Las pancartas de los manifestantes reflejaban muchas de estas preocupaciones de índole social, laboral y ambiental, y un apoyo irrestricto a organizaciones que luchan por defender esos derechos, mayoritariamente a favor de Planned Parenthood y la Asociación de Defensa por los Derechos Civiles (ACLU en ingles).

Pero sobre todo, los carteles dibujaban una profunda rabia contra el presidente electo que apenas un día antes juramentaba su cargo, y que a esa misma hora se encontraba dando un discurso ante la Central de Inteligencia (CIA).

Se podían leer estos mensajes en las pancartas:

“No puedo creer que todavía estamos protestando esta mierda”.

“Conserva tus pequeñas manos lejos de nuestras vaginas”.

“Misoginia, racismo y otras formas de odio, NO son mi nueva norma”.

“#LiberenaMelania”.

“La lucha de los demócratas y el pueblo”.

Patricia Cárdenas, también colombiana de 69 años que vino desde Nueva York, cargaba un cartel aún más sarcástico junto a una fotografía de Trump caricaturizado como payaso: “Tú no puedes poner una corona en un payaso, y pretender que se comporte como un rey”.

Esta maestra retirada, que vino acompañada de su hija y una amiga, no se podía perder la oportunidad de “expresar mi desacuerdo con las estupideces de este hombre que va a gobernar con un Congreso muy poderoso, y frente a lo que solo nos queda el coraje y la lucha de los demócratas y del pueblo”.

Patricia confiesa que tiene miedo por los hispanos y por los incidentes de odio que ya ha comenzado a ver tras su elección, “porque la gente ahora cree que lo que Trump llama romper con lo políticamente correcto, es insultar y menospreciar al otro. Creo que vienen tiempos duros”.

Pero el miedo a veces une. Y esta marcha que en principio tenía un permiso para una reunión de 200,000 personas desbordó las expectativas con más del doble de asistentes en una ciudad donde apenas viven 700,000 habitantes.

Muchos de ellos ofrecieron los sofás de sus casas a desconocidos que en el lapso de unas horas se convirtieron en nuevos compañeros de lucha. A las 4 de la tarde del sábado, y según cifras oficiales, el metro había registrado más de 597,000 viajes, un récord para un fin de semana.

Este volumen de gente complicó la logística y causó confusión en las calles, por lo que las mujeres terminaron marchando en distintas direcciones y los grupos no llegaron unánimes.

Pero el ejercicio se convirtió en una suerte de bálsamo sobre todo para aquellos partidarios de Hillary Clinton que todavía se miran perplejos porque un “bully sexista” le haya podido ganar a su candidata. Aunque la demócrata no asistió a la marcha, tuiteó su gratitud a los asistentes: “Gracias por estar de pie, hablando y marchando por nuestros valores @womensmarch. Importante como siempre. Realmente creo que somos siempre más fuertes juntos”.

Cuatro años de oposición activa

“Creo que es un momento súper importante cuando la gente se despierta y descubre que sus derechos no están garantizados, y es el momento de luchar por ellos para que existan para nuestros hijos y nietos”, aseguró Pedro Pereira, de 48 años, nativo de Portugal y quien vino de Boston con su esposa e hijo.

“Si este hombre dura cuatro años en la oficina ojalá tenga cuatro años de gente despierta y activa que le recuerde para quién gobierna”, agregó el hombre orgulloso de ver en la marcha a tantos de su género, y optimista como aquellos que ven el vaso medio lleno y anticipan que lo que Trump va a despertar es una era de revolución social tampoco antes vista.

Y es que puede ser que esas minorías que vienen luchando solas durante varias administraciones (incluida la de Obama, quien no quedó muy bien parado con la comunidad inmigrante por su récord de deportaciones) finalmente se sientan más acompañadas en sus causas.

En esta marcha un grupo de mujeres nativas hizo un canto originario aplaudido y seguido por todos.

El grupo Black Lives Matter nunca tuvo tantos adeptos y tampoco antes se hablaba tan abiertamente de la defensa de los derechos reproductivos y de la comunidad LGBT frente a todas las generaciones.

Abuelas, madres e hijas marcharon juntas, y niños pequeños cargaban orgullosos carteles de “Fuck you Trump” y “No construyan muros”. Ahora todos tienen una voz más sonora, fruto de una sociedad que abraza a los amenazados por el nuevo “bully” de la Casa Blanca.

Frente al hotel Trump en DC, a pocas cuadras de su nueva residencia en 1600 Pennsylvania Avenue, los manifestantes dejaron letreros provocadores con leyendas como “el poder de la vagina” y “esta vagina tiene dientes”, que pronto fueron removidos por el Servicio Secreto.

En esta marcha no hubo sin embargo algún arresto, en contraste con los más de 200 que sucedieron durante la inauguración de Trump.

Quizá una buena forma de resumir el sentimiento de lo que se vivió este sábado en DC lo tienen las palabras de la icono feminista Gloria Steinem, de 82 años, que fue una de las oradoras que más se robó aplausos: “Este es un derramamiento de democracia como nunca lo he visto en mi muy larga vida”.

La multitud, boyante y alegre, le respondió que Sí. A ella, a Michael Moore y hasta al presidente que no eligieron. A Trump le dijeron que Sí, que ahí estaban para quedarse y que Estados Unidos no es solo él.

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