Donald Trump viaja este martes a Arizona, donde se reencontrará con su base electoral, pero su visita a esta región con muchos inmigrantes mexicanos podría ser agitada.
[contextly_sidebar id=”BDAbxdDdKzmUaz0IyktqwrZesvAtTuxS”]Un masivo acto con simpatizantes, que se han vuelto costumbre del presidente estadounidense, está previsto en Phoenix, donde se espera que el magnate pronuncie un discurso.
Trump sigue bajo fuego por no condenar enérgicamente una marcha de supremacistas blancos y extrema derecha en Charlottesville, que hace diez días derivó en violentos disturbios con antirracistas, que dejaron una mujer muerta y una andanada de críticas en filas demócratas y también republicanas.
El mitin de Trump en el centro de convenciones de Phoenix, que comenzará a las 19:00 horas locales, tiene a las autoridades locales bajo alerta, ya que grupos de defensa de los inmigrantes y otras organizaciones han convocado a protestar en el centro de la ciudad contra el racismo y los prejuicios.
No es momento para que el presidente visite la ciudad, dijo el lunes el alcalde demócrata, Greg Stanton.
“Estados Unidos está sufriendo. Y está sufriendo en gran parte porque Trump ha puesto gasolina sobre las tensiones raciales. Con su visita a Phoenix el martes, me temo que puede estar buscando encender un fósforo”, escribió en una columna.
La oposición también acusa a Trump de echar “sal en heridas abiertas” al ir a Arizona, tras anunciar días atrás que considera indultar al controvertido exalguacil de ese estado, Joe Arpaio, condenado por violar una sentencia federal al perseguir excesivamente a los indocumentados.
Arpaio, de 85 años y ferviente partidario de Trump, llevó durante casi un cuarto de siglo una persecución implacable en el condado de Maricopa contra los inmigrantes latinos, a quienes sometía a vejámenes y ridiculizaba.
“Indultar al alguacil Arpaio sería apoyar oficialmente el racismo y la supremacía blanca”, dijo Carlos García, de la organización Puente Arizona, que prevé una manifestación frente al lugar del discurso de Trump.
El polémico muro
Trump, decidido a terminar con la inmigración ilegal, viajará además a Yuma, muy cerca de México, para conocer equipamiento usado por la patrulla fronteriza, incluyendo un drone Predator, un barco y un camión de vigilancia.
Según datos oficiales, el número de personas que intentan cruzar ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos ha disminuido drásticamente este año en comparación con el año pasado.
Entre el 1 de enero y el 31 de julio, autoridades estadounidense detuvieron a 126,472 personas que buscaban llegar de manera clandestina a Estados Unidos, lo cual supone una disminución de 46% con relación a igual período de 2016.
Sin embargo, con la nueva política de Trump dirigida a arrestar en territorio estadounidense a quienes hayan violado su estatuto migratorio, se incrementó el número de detenciones y de expulsiones de inmigrantes ilegales.
“El mensaje es que una vez que alguien llegue (ilegalmente) aquí, va a ser detenido y expulsado del país”, indicó el martes a periodistas un responsable del Departamento de Seguridad Interior.
La desértica zona de Yuma puede servir para ilustrar la pertinencia del proyecto presidencial de construir un gigantesco muro, para contener a los indocumentados que entran por el sur del país.
En esa región, tras una ley aprobada por el Congreso en 2006, se construyeron 100 kilómetros de valla divisoria, lo que provocó una caída dramática en los intentos de cruce. Pero los críticos señalan que los flujos clandestinos se han trasladado a otras partes de la extensa frontera de 3,100 km que Estados Unidos comparte con México.
La prioridad de Trump es levantar un muro para que la frontera sea hermética, incrementando al mismo tiempo los medios técnicos y la infraestructura para frenar la llegada de ilegales. Para esto, Trump envió al Congreso su proyecto de presupuesto, que será debatido en septiembre después del receso estival.
La monumental obra, empero, parece improbable según muchos, ya que su costo podría llegar a los 21,000 millones de dólares.
