Este 19 de octubre no se parece a ningún otro día en Tlalpan. Sobre la avenida hay coronas de flores con las fotografías de Angélica sentada en una banca, de Julián y Ximena sonriendo montando un pony; también están los rostros de Yoshua, Fátima, Angélica, Viridiana, María del Carmen y Miguel. Son las nueve víctimas por el colapso de la torre de departamentos 1C durante el sismo ocurrido justo hace treinta días.
[contextly_sidebar id=”BdGUIqSGfTDoNdLVIu6OIW2FRdwyeAqo”]Los nietos de Patricia fallecieron en su departamento del tercer piso. Julián tenía 11 años y Ximena había cumplido 6, apenas en julio. El 19 de septiembre no quisieron ir a la escuela. “Déjanos descansar”, le pidió la pequeña a su mamá, Nayeli, y “ella todo les concedía”.
La madre estudia Derecho por la mañana y atiende una tienda de abarrotes por la tarde, por eso los niños se quedaron en su casa. Durante el sismo, los cinco pisos del edificio colapsaron y ellos no pudieron salir. Sus cuerpos fueron rescatados el miércoles 20, estaban juntos.
“He llegado a la conclusión de que ese era el día de los niños. El domingo anterior se habían despedido muy emotivamente de nosotros”, dice Patricia. Dos días antes, el pequeño Julián le había dicho que tenía miedo de morir. “No te preocupes, eso no va a pasar. Es más fácil que yo me muera antes que tú”, le dijo Patricia para tranquilizarlo.
Incluso, hicieron el pacto de que su abuelita siempre estaría con él: “cuando sientas que el viento toca tu cabello, son mis manos que te están acariciando y cuando sientas que la lluvia te toca la piel, son los besos que yo te voy a dar cuando me muera. Pero eso va a pasar dentro de mucho tiempo”.
Él le respondió pidiéndole que lo abrazara. “Abuela, abrázame fuerte, fuerte, como si fuera la última vez”.
El homenaje en el multifamiliar
Los primeros 30 días de ausencia de las víctimas han sido dolorosos. Sus familias, sus vecinos y los rescatistas que salvaron sus cuerpos entre los escombros los recuerdan mientras caminan sobre calzada de Tlalpan, con el puño en alto, en silencio. Son las 13:14 horas. Una señora lleva bastón, pero no lo usa, lo carga con la mano izquierda y con la derecha, intenta sostener a otra mujer cuyo llanto le impedía el paso.
El homenaje ocurre en la calle Álvaro Gálvez, donde los vecinos colocaron un templete, flanqueado por dos edificios y el fondo los escombros de la torre 1C, el recordatorio de el 19 de septiembre no fue una pesadilla.
Patricia es la segunda oradora. Además de agradecer a los rescatistas, menciona a “los primeros que corrieron a ayudar” en cuanto vieron caer el edificio. Otros héroes anónimos cuyas caras conocen bien porque convivían casi a diario, aunque sus nombres no los conozca: el vendedor de Tía Rosa, el médico de la farmacia, los vendedores de la nueva panadería. “Todos trataron de quitar piedra por piedra y no se tiene que olvidar”.
También agradecen a los topos, el personal de protección civil y los voluntarios que trabajaron días y noches intentando rescatar a quienes habían quedado enterrados entre las losas. Recibieron flores y abrazos cargados con llanto por parte de los vecinos.
Braulio Mejía trabaja en protección civil de la delegación Coyoacán. En cuanto supo que el sismo había sido devastador, acudió a ayudar. Antes de las 14 horas del 19 de septiembre ya estaba en el multifamiliar.
Rescató con vida a Melisa, una joven de 20 años, tras siete horas de labores. “Tuvimos que romper un refrigerador y estructuras para poder liberarla. Ella estaba bien, estaba consciente”, cuenta.
En los siguientes siete días rescató tres cuerpos más, pero cada hora, al adentrarse un entre las ruinas, la labor se complicaba y el miedo también. Las vibraciones de las herramientas le hacían temer que la estructura no soportara y ellos también quedaran atrapados, pero “en ese momento lo único que quieres es rescatar a las personas y más con la esperanza de encontrarlos con vida”.
“Apuntalas, cumples con los protocolos de búsqueda, pero era una estructura inestable y no sabías en qué momento se podía colapsar. Yo tengo familia y en algún momento llegué a rezar y pedir que pudiera regresar con vida y verlas”, relata Braulio.
El gobierno ausente
Un mes después, los vecinos que perdieron su patrimonio siguen en el limbo. Saben que existen recursos como parte del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), pero ninguna autoridad del gobierno federal se ha acercado con quienes perdieron su patrimonio. También saben que hay millonarias donaciones que llegaron al país de todo el mundo, por eso piden transparencia en la distribución.
Hasta el momento, ninguno de los otros nueve edificios restantes que conforman el multifamiliar ha sido dictaminado por Directores Responsables de Obra para determinar el posible daño. Los habitantes están temerosos porque los edificios tienen 65 años de antigüedad y exigen que sean reforzados.
Sin embargo, ni siquiera han podido obtener los planos de construcción en el registro civil, ni en la delegación y sin ellos, no se puede avanzar en el análisis y una posible intervención para reforzarlos.
Marisol Arriaga, representante de los 2 mil vecinos del multifamiliar, explica apenas el jueves 12 de octubre, la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México encabezó una reunión con dos constructoras y representantes del gobierno local para ofrecerles alguna solución.
Los funcionarios se comprometieron a conseguir el plan de reparación para los edificios posiblemente afectados. Del edificio derrumbado, dicen, la única propuesta es edificar dos pisos más para financiar tres pisos adicionales a los cinco niveles que tenía la torre C1 para financiar la reconstrucción, pero la rechazan.
Patricia Reyes dice que otra propuesta del gobierno de Miguel Ángel Mancera es “un crédito y pagar sólo intereses”, pero el departamento ya estaba pagado. Lo que les están ofreciendo, dice, es otra deuda.
