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Villólogos, el colectivo que busca rescatar la memoria revolucionaria en México
Villólogos, el colectivo que busca rescatar la memoria revolucionaria en México
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Villólogos, el colectivo que busca rescatar la memoria revolucionaria en México
21 de noviembre, 2017
Por: Paris Martínez (@paris_martinez)
@arturodaen 

Hipólito fue el último hijo de Pancho Villa, nació el 24 de julio de 1923, es decir, cuatro días después de que el jefe revolucionario fuera asesinado, y luego Hipólito tuvo un hijo, al cual, sin mucho qué pensar, bautizó como Francisco Villa… Betancourt.

[contextly_sidebar id=”MjoBEVBFmonrA0qlm0lhymJzSlqojyyM”]”En la familia, aproximadamente, debe haber unos veinte (integrantes con el nombre) Francisco Villa”, calcula el nieto del general de la División del Norte, que hoy dirige el colectivo Los Villólogos, con el que él y otros descendientes de revolucionarios y académicos van reviviendo la memoria de la Revolución, ahí donde se los permiten: “en universidades, en cines, en kínders, donde sea”.

Villa procreó a Hipólito con Austreberta Rentería, que fue, de sus tres esposas (oficiales), la que permaneció a su lado hasta su asesinato. No obstante, explica Francisco (el nieto), tras la caída del general, doña Austreberta quedó en el abandono.

“A mi abuelo obviamente no lo conocí, pero con mi abuela Austreberta conviví 22 años –recuerda Francisco–. Cuando el general Villa es asesinado, mi abuela se va a Parral, y luego a Jiménez, y termina en la ciudad de Chihuahua, donde Lázaro Cárdenas, en alguna de sus giras ya como presidente, la rescata y se la trae con
sus dos hijos a la Ciudad de México, donde les dan estudios a mi papá, Hipólito, y a su hermano”.

La educación pública, destaca, fue la mayor retribución para los hijos de Villa, que tanto peleó en vida, en especial por ese tópico.

Suele recordarse, destaca el nieto de Villa, que “cuando el general fue gobernador de Chihuahua, creó sus propios billetes para obligar a los ricos a entregar su oro (que dejó de tener valor dentro del estado). Con ese oro, sí, Villa compró armas, pero en ese mes en que fue gobernador, también usó el dinero para construir 50 escuelas. Hasta la fecha, ningún presidente o gobernador ha construido 50 escuelas en un mes, sólo Francisco Villa, y luego de ese mes dejó el puesto porque nuevamente se fue a la guerra”.

Hoy, destaca Francisco Villa Betancourt, agente aduanal y abogado de profesión, los integrantes del colectivo Los Villólogos buscan refrendar ese espíritu promotor de la educación, “dando pláticas en todo el país, en donde nos llamen vamos, podemos hacerlo donde quieran, damos una plática, y hacemos una exposición, de forma gratuita”.

El colectivo, subraya, “tiene un museo itinerante, con cosas de Villa, de Zapata, ahora de Porfirio Díaz, y también de Felipe Ángeles”.

Cuando Villa fue asesinado, emboscado en Hidalgo de Parral, Chihuahua, “mi abuela se queda con tres baúles con cosas personales del general, algunas de las cuales (en las décadas siguientes) dejó en varios museos, entre ellos el Castillo de Chapultepec, donde dejó su sombrero (salacot), su espada, la pistola que traía (cuando fue atacado) y la ropa”.

Muchos de esos objetos históricos guardados en los tres baúles “se quedan con mi papá cuando fallece mi abuela, y cuando mi papá muere, yo no quería tener todo eso en un baúl. Tengo 17 años revisando el contenido de esos baúles, y no acabo, pero no quiero engolosinarme y sacarlo todo en un día, poco a poco voy revisando las cosas, y luego las voy entregando a museos, en comodato, porque no me interesa guardarlas en la casa, prefiero que la gente las conozca, y de ahí salen también las piezas para el museo itinerante de Los Villólogos”.

El colectivo, del que también forman parte el historiador Armando Ruiz Aguilar y César Gómez Ángeles, descendiente del general Felipe Ángeles, no sólo difunde la historia de la División del Norte, el contingente militar más fuerte de la Revolución, encabezado por Villa, además ayuda a promover el conocimiento de todo este periodo y de sus personajes.

“Por ejemplo aquí, en el University Club –lugar donde se realiza la entrevista, y que tiene su sede en Paseo de la Reforma–, se hizo un homenaje a Porfirio Díaz, a su trayectoria como general, no como presidente. El personaje de Díaz resulta muy interesante para los miembros de este club, porque algunos de sus socios
son descendientes de familias que, en su época, lo apoyaron, y nos invitaron a participar como ponentes, y también nos han invitado a realizar exposiciones sobre Villa, charlas sobre Zapata”.

–¿Qué siente de ser descendiente de Pancho Villa?

–Pues mucha responsabilidad, pero es una responsabilidad que me encanta, y me encanta compartirlo con la gente. Cuando era niño, en la primaria y en la secundaria, si no diario, por lo menos cada tercer día me tenía que agarrar a trancazos con alguien, porque no faltaba quién insultaba a mi abuelo (cuya figura fue satanizada durante las primeras décadas tras el fin de la Revolución), yo quería lavar el honor, la afrenta, hasta que mi papá me dijo que tendría que pelearme con la mitad de México. Ahí empecé a entender de dónde venimos…

El colectivo Los Villólogos puede ser contactado a través de su perfil de Facebook, para conocer su agenda de actividades, o para organizar otras nuevas, de forma gratuita.

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