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“Si quieren encontrar paz, busquen en el cerro”: presunto crematorio clandestino, sitio antes explorado por buscadoras
“Si quieren encontrar paz, busquen en el cerro”: presunto crematorio clandestino, sitio antes explorado por buscadoras
Foto: Sharenii Guzmán
9 minutos de lectura
“Si quieren encontrar paz, busquen en el cerro”: presunto crematorio clandestino, sitio antes explorado por buscadoras
La ladera del Volcán Xaltepec, en la alcaldía Tláhuac de CDMX, es un punto de interés para las madres buscadoras debido a su contexto: un lugar de cascajo, de minas, y solitario, donde se han encontrado cadáveres.
02 de mayo, 2024
Por: Marcela Nochebuena

Desde que se comienza a pisar tierra en lugar de asfalto en los límites de la zona urbana de la alcaldía Tláhuac —en Ciudad de México—, que pronto se convierten en la ladera del Volcán Xaltepec, la mirada se cruza con múltiples rastros tanto de vida como de abandono. 

Ropa para adultos y niños, tenis, zapatos, cobijas, huesos de animales, pedacería, casi todo roto y desgastado. La gente que conoce la zona asegura que es un punto común de resguardo para personas sin hogar, tiraderos de todo tipo de desechos, terrenos privados donde sobreviven algunos cultivos, lotes baldíos e incluso senderos que algunas personas ocupan para pasear a sus perros o hacer ejercicio.

Antes ya se han hallado cadáveres en ese lugar, casi siempre de fallecimiento reciente, como sucedió en marzo de 2021 con el cuerpo de un hombre encobijado sobre el Camino Real a Tlaltenco, con heridas de arma blanca y signos de estrangulamiento. Igualmente otro en dirección a Las Minas, en diciembre de 2023, con signos de violencia y tortura.

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Es también un territorio relacionado en años recientes, por diversos incidentes y detenciones, con la operación del Cártel de Tláhuac, igual que el resto de la colonia donde se ubica, San Miguel Zapotitla, conformada por cerros, minas, parajes desiertos y en su área urbana por calles donde no es rara la presencia de halcones —vigilantes en moto—.

Esas mismas características lo convirtieron también, en los últimos años, en un sitio de interés para madres que buscan a sus hijos desaparecidos, sin que hasta ahora exista un hallazgo confirmado de fragmentos humanos, pero sí pistas de que “si quieren paz, vayan a buscar a ese cerro”. 

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Foto: Sharenii Guzmán

Desaparición de personas en Tláhuac

En el único análisis de contexto que ha publicado en torno a esa alcaldía, la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México documentó en 2020 que Tláhuac no era uno de los territorios que concentran el fenómeno de la desaparición de personas. Ocupaba el lugar 13 de 16 por su número de reportes. Entre 2007 y 2018 acumuló 93 carpetas por ese delito.

Los datos actualizados del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RPNDNO) señalan que sigue ocupando ese lugar, pero acumuló 157 desapariciones –90 hombres, 61 mujeres y seis indeterminadas– en los últimos seis años, entre diciembre de 2018 y abril de este año, 63 más que en toda la década previa, principalmente en las colonias Miguel Hidalgo y San Francisco Tlaltenco.

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Buscadoras de la Ciudad de México señalan que ahí han emprendido al menos 14 búsquedas sin éxito. A principios de esta semana, Ceci Flores, fundadora de Madres Buscadoras de Sonora, hizo lo mismo —sin el respaldo de las autoridades, como casi siempre— y difundió presuntos hallazgos relacionados con un crematorio clandestino. Este miércoles todas ellas regresaron al lugar. Aunque los hallazgos no se confirmaron, su visita volvió a poner el foco sobre una zona tan abandonada como incierta.

crematorio clandestino buscadoras
Foto: Sharenii Guzmán

Para Ceci Flores, autoridades están obligadas a seguir buscando en laderas de Tláhuac

Ceci Flores asegura que un tip anónimo, y la invitación de algunas madres independientes de la Ciudad de México, fue lo que la llevó a las laderas del Volcán Xaltepec. Llegó a las 11:00 horas de este miércoles al límite de la colonia San Miguel Zapotitla, después de haber anunciado los presuntos hallazgos el martes por la tarde y convocar después a sumarse a su búsqueda.

Desde el lunes –dice– comenzó a recorrer la zona, sin autoridades, porque no le quisieron asignar elementos de seguridad. Asegura que encontró restos que dejó cubiertos y para el martes ya no estaban. “Llegamos aquí por un llamado anónimo, nos invitaron a participar, a apoyar a unas familias, a buscar aquí; la familia nunca llegó, la Guardia nunca llegó y estuvimos aquí tres mujeres y dos compañeros”, narra.

ceci flores crematorio clandestino buscadorasnuevo
Foto: Sharenii Guzmán

Incluso, les pidieron a jóvenes de la zona que les ayudaran a cambio de un apoyo económico. A ella –sostiene– le habían comentado que en el lugar, en la parte más baja, casi donde el terreno deja de ser urbano para convertirse en las faldas del cerro, podría haber por lo menos tres cadáveres. También le dijeron que ahí solían calcinar cuerpos, y un lugareño la condujo al punto que anunciaría la tarde del martes.

“Aquí sabemos que todo lo que la gente nos cuenta puede ser verdad, porque lo estamos mirando; para qué venir a enterrar tanto perro. Entonces en el lugar que nos dicen encontramos restos, quiere decir que hay más personas ahí, y si la gente vino a llevarse lo que encontramos es porque tiene miedo de que saquemos algo”, asegura. 

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No se batalla mucho para remover la tierra con la pala, muestra. Incluso, es tan fina –de aspecto volcánico– que resbala casi de inmediato para volver a tapar los puntos en los que se excava. Por eso, ella lo percibió como un lugar “ideal” para abandonar cuerpos de personas. Tras el presunto hallazgo, se comunicó con la Comisión de Búsqueda local, y así fue como llegaron las autoridades.

Ceci Flores asegura que en el lugar donde hallaron cenizas incluso uno de sus compañeros perdió la suela de su zapato porque aún estaban humeantes. Una persona les prestó caninos para continuar con la búsqueda. “Lo primero que les comenté es que había que traer un cernidor de los más finitos porque eran puras cenizas, pero hay mucho fragmento; algo tiene que haber que no se haya quemado tan profundo y que lo puedan analizar”, añade.

La Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía capitalina, que llegaron al punto tras ser avisadas del presunto hallazgo el martes, se comprometieron a hacer ese análisis y unas horas después, el miércoles por la tarde, aseguraron que ya tenían información de que los fragmentos son de origen animal y no corresponden a persona alguna. Para ella, tienen la obligación de seguir buscando mientras existan carpetas de investigación que refieran la zona como último lugar de avistamiento o punto de desaparición.

A diferencia del lunes y martes, cuando Ceci Flores no tuvo acompañamiento de las autoridades, el lugar amaneció el miércoles acordonado –incluso se impidió el acceso de los medios de comunicación al sitio exacto del presunto crematorio–, con presencia de elementos de la policía capitalina, la policía de investigación y la Guardia Nacional. 

“Ellos tienen la tecnología, las herramientas y los recursos para hacerlo. Aquí falta disponibilidad y sensibilidad en el tema. ¿Por qué habiendo una comisión con tantos millones de recursos no hacen búsquedas en campo? ¿Qué es lo que falta? Sensibilidad”, asegura.

Hasta el momento, dice haber recibido información de 14 puntos en Ciudad de México donde podrían hacerse hallazgos, pero eventualmente tendrá que regresar a Sonora. El próximo 4 de mayo su hijo Marco Antonio cumple 5 años de haber desaparecido. También sigue buscando a otro de sus hijos, Alejandro Guadalupe Islas Flores, desde octubre de 2015, y a los más de 2 mil 500 de otras mujeres que su colectivo ha hallado en fosas clandestinas.

“Es un punto de interés para las madres buscadoras de la zona, que no se descarta nunca”: mamás de CDMX

Ceci Flores no es la primera madre buscadora que explora las laderas del Volcán Xaltepec. Rosa Icela Guzmán Milla, del colectivo Hasta Encontrarles Ciudad de México y mamá de Luis Ángel López Guzmán, relata que su hijo desapareció en Tláhuac el 26 de septiembre de 2018 cuando tenía 25 años, y fue visto por última vez en la colonia La Conchita.

El punto de la alcaldía al que volvió este miércoles es, definitivamente, un sitio de interés en la investigación de la desaparición de su hijo. “Ya tenemos algunos polígonos ahí marcados, los cuales hemos revisado dos; nos falta uno, que es de lagunas, que está como a 10 minutos de aquí, que estamos esperando que llegue un buzo para que nos diga de qué forma podemos entrar”, describe la madre de Luis Ángel.

Otras desapariciones, señalan, están igualmente asociadas a la zona. La mamá de una joven desaparecida también llegó al punto este miércoles. “Sin embargo, los lugareños lo que te dicen es que no saben nada, nadie quiere hablar”, lamenta. En el caso de Luis Ángel, se han realizado alrededor de seis búsquedas en esa área –algunas de semana completa– y hasta ahora, no se ha dado ningún hallazgo.

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Jacqueline Palmeros, del colectivo Una luz en el camino, busca a su hija Yael Monserrat Uribe Palmeros –la mayor de sus hijos y la única mujer–, desaparecida entre la alcaldía Iztacalco e Iztapalapa, en Eje 5 y La Viga, el 24 de julio de 2020 cuando tenía 21 años de edad. Explica igualmente que ya se han hecho varios recorridos en la zona.

Aunque en la carpeta de investigación de su hija el punto de interés no es ese, sino el Ajusco, por la comunicación que hay entre colectivos y buscadoras ha acudido a apoyar a sus compañeras. Su colectivo abraza a más de 40 familias de la Ciudad de México y son unos 10 casos los que comparten como punto de interés el Ajusco.

Las laderas de Tláhuac, asegura, han sido contempladas en búsquedas pasadas, y las mamás definitivamente tienen que seguir buscando en el polígono. Esas jornadas se han extendido hasta la parte trasera del deportivo de Tláhuac –también en el área–, donde se juntan las lagunas de esa alcaldía, de Xochimilco y del municipio mexiquense de Chalco. No se ha logrado recorrer todo, a falta del buzo.

“En este polígono se ha realizado la búsqueda de unos casos, de los ‘rojitos’, unos niños; su mamá ha recorrido mucho este espacio, la mamá de Sofía Lorena también, todo lo que es Minas. Aquí se ha buscado numerosas veces, muchas, y nunca se había encontrado nada”, apunta Palmeros. Es un punto de interés para las madres buscadoras de esa zona, que no se descarta nunca debido a su contexto: un lugar de cascajo, de minas, y solitario. 

Rocío Méndez es la mamá de Sofía Lorena Meneses Mendez, quien desapareció el 28 de junio de 2018 cuando tenía 25 años. Ella ha emprendido la búsqueda en ese punto de Tláhuac ocho veces, la última el 12 de septiembre de 2023, en las que no ha habido hallazgo.

crematorio clandestino buscadoras
Foto: Sharenii Guzmán

Fue el abogado de la persona responsable de la desaparición de su hija quien un día le dijo “que si queremos paz, que vengamos a buscar a este cerro; así de cruel, pero desgraciada o afortunadamente no hemos encontrado nada”.

Después supo que el responsable tenía familia cerca, por lo que estaba habituado a la zona. Rocío recorre cotidianamente no solo la tierra, sino también las calles, cárceles, establecimientos y zonas donde se ejerce el trabajo sexual, e incluso en otros estados. “Híjole, hasta en coladeras”, lamenta.

Leer: A 6 años de la desaparición de Pamela Gallardo, familia denuncia a titular de la Comisión de Búsqueda CDMX

Jael Jacobo, del colectivo Buscadoras del Sur de Morelos e integrante del colectivo nacional Unidas siempre Buscando, busca a su hermano Pablo Shezaman Capistrán Lugo, quien desapareció en Zacatepec, Morelos, el 12 de marzo de 2022 mientras iba transmitiendo en vivo en un cerro. Este miércoles también estuvo en Tláhuac, en apoyo al colectivo Una luz en el camino.

Con su conocimiento del lugar, Rocío duda que en los próximos días se den hallazgos, porque ha encontrado a personas que hacen deporte y ella misma las ha entrevistado. “Desgraciadamente, hay mucho animalito y luego eso es lo que nos confunde; el no tener la experiencia, ese es el problema que a veces tenemos nosotras”, añade.

Les ha llegado, ocasionalmente, información de hallazgos positivos –dice Jael– pero han sido cuerpos localizados de un día para otro: la misma gente que hace ejercicio los reporta.

En lo que todas coinciden es en que es un punto de interés, que no se descarta.

Cerca de las 6 de la tarde, Ceci Flores tuiteó que seguirá en su búsqueda. Las madres de la Ciudad de México ya lo han hecho antes, y lo seguirán haciendo. En la capital siguen faltando más de 7 mil personas.

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“Solo quería darle una vida digna”: el padre que vio morir a su hija asfixiada intentando llegar a Reino Unido
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“Solo quería darle una vida digna”: el padre que vio morir a su hija asfixiada intentando llegar a Reino Unido

La familia de origen iraquí había pedido asilo en varios países de Europa, pero dicen que se lo denegaron y les dijeron que iban a ser deportados.

02 de mayo, 2024
Por: BBC News Mundo
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Ahmed Alhashimi está en la playa, gritando a las olas que van y vienen, golpeándose y arañándose el pecho, entregándose al dolor, la rabia y la culpa, que no desaparecen.

“No pude protegerla. Nunca me lo perdonaré. Pero el mar era la única opción que tenía”, solloza.

La semana previa, al amanecer, en ese mismo tramo de la costa francesa al sur de Calais, el hombre de 41 años se vio atrapado dentro de un bote inflable mientras gritaba para pedir ayuda, arremetía contra los cuerpos que lo rodeaban y rogaba a la gente que se moviera para darle espacio y poder agacharse.

Quería así rescatar a su hija Sara, de 7 años, de la oscuridad sofocante en la que había sido aplastada.

“Sólo quería que aquel hombre se moviera para poder levantar a mi bebé”, explica Ahmed.

Se refiere a un joven que era parte de un grupo más grande que embarcó en el último minuto, cuando el bote ya estaba alejado de la costa.

El hombre primero lo ignoró. Luego lo amenazó.

“Eso fue como la muerte misma. Vimos gente morir. Vi cómo se comportaban esos hombres. No les importaba a quién pisaban, fuera un niño o la cabeza de alguien, joven o viejo. La gente empezó a asfixiarse”, cuenta Ahmed con amargura.

Sara con un muñeco de peluche en la mano.
BBC
Sara, de 7 años, se asfixió cuando la gente la empujaba en el bote en el que intentaba cruzar de Francia a Reino Unido.

Aunque Ahmed es iraquí, su hija ni siquiera conocía ese país. Nació en Bélgica y pasó la mayor parte de su corta vida en Suecia.

En total, cinco personas murieron en el mismo incidente, víctimas de lo que debió parecer una agonizante estampida a cámara lenta.

Un equipo de la BBC presenció lo que sucedió.

Los traficantes escoltaban a sus pasajeros a través de la playa hacia un pequeño bote mientras usaban fuegos artificiales y empuñaban palos para protegerse de un grupo de policías franceses que intentaba, sin éxito, impedir que el grupo abordara en el bote.

Un bote inflable abarrotado se dirige al mar en el Canal bajo la luz de la luna. Un barco de la guardia costera francesa aparece en el horizonte.
BBC News
El bote inflable abarrotado se hace a la mar en el Canal entre Francia y Reino Unido.

“¡Ayuda!”

A medida que el barco se alejaba mar adentro, escuchamos a alguien gritar débilmente desde a bordo. Pero en la penumbra que precede al amanecer era imposible saber qué estaba pasando.

Al amanecer, la policía se alejaba ya de la orilla junto a un presunto traficante de personas y algunos de los migrantes que no subieron al bote.

Ahmed confirmó más tarde que el hombre que gritaba pidiendo ayuda era él, implorando desesperadamente a quienes lo rodeaban que salvaran la vida de Sara.

La esposa de Ahmed, Nour AlSaeed, y sus otros dos hijos, Rahaf, de 13 años, y Hussam, de 8, también quedaron atrapados entre la gente, pero podían respirar.

“Soy un trabajador de la construcción. Soy fuerte. Pero ni siquiera yo podía sacar mi pierna, atrapada en la multitud. No me extraña que mi pequeña tampoco pudiera. Estaba bajo nuestros pies”, dice Ahmed.

El cuarto intento

Este era el cuarto intento de la familia para cruzar de Francia a Reino Unido desde que llegaron a la zona hace dos meses.

La policía los sorprendió dos veces en la playa cuando luchaban por el seguir el ritmo del resto de migrantes, que corrían hacia el bote de un traficante.

Ahmed cuenta que esta vez, los traficantes -que cobraban US$1.600 por adulto y la mitad por cada niño-, les habían prometido que sólo 40 personas subirían a su bote, pero se sorprendieron cuando otro grupo de migrantes apareció en la playa e insistió en subir a bordo.

Sara estuvo tranquila al principio. Sostenía la mano de su padre mientras caminaban desde la estación de tren de Wimereux la tarde anterior. Luego, durante la noche, se escondieron en unas dunas al norte de la ciudad.

Poco antes de las 6 de la mañana, el grupo ya había inflado su bote. Luego, los traficantes les ordenaron que lo llevaran a la playa y corrieran con él hacia el mar antes de que la policía los interceptara.

Dice Ahmed que, de repente, un bote de gas lacrimógeno de la policía explotó cerca de ellos y Sara comenzó a gritar.

Una vez que subieron a la embarcación, Ahmed sostuvo a Sara sobre sus hombros durante aproximadamente un minuto, pero luego la bajó para ayudar a subir a bordo a su otra hija, Rahaf.

Fue entonces cuando perdió de vista a Sara.

Solo más tarde, cuando los equipos de rescate franceses los interceptaron en el mar y desembarcaron a algunas de las más de 100 personas hacinadas en el bote, Ahmed pudo por fin llegar hasta el cuerpo de su hija.

“Vi su cabeza en la esquina del barco. Estaba toda azul. Ya estaba muerta cuando la sacamos. No respiraba”, explica entre sollozos.

Desde entonces, las autoridades francesas atienden a la familia mientras esperan para enterrar el cuerpo de Sara.

Sara con su hermano Hussam y su hermana Rahaf.
BBC
Sara (derecha) con su hermano Hussam y su hermana Rahaf. Ya habían intentado cruzar el Canal tres veces.

“Era la única opción que tenía”

Ahmed dice que es consciente de las fuertes críticas en las redes sociales que ha enfrentado por parte de personas que le acusan de poner a su familia en un riesgo innecesario. Parece debatirse entre aceptar y rechazar tales acusaciones.

“Nunca me lo perdonaré. Pero el mar era la única opción que tenía. Todo lo que pasó fue en contra de mi voluntad. Se me acabaron las opciones. La gente me culpa y dice: ‘¿Cómo arriesgaste a tus hijas?’ Pero he estado 14 años en Europa y he sido rechazado”, dice Ahmed, y detalla los años de intentos fallidos para asegurar su residencia en la Unión Europea tras de haber huido de Irak después de lo que describió como amenazas de grupos de milicias.

Al parecer, Bélgica le denegó el asilo con el argumento de que Basora, su ciudad natal en Irak, estaba clasificada como zona segura.

Cuenta que sus hijos pasaron los últimos siete años con un pariente en Suecia, pero que recientemente le informaron que serían deportados, junto a él, a Irak.

“Si supiera que hay un 1% de posibilidades de quedarme con los niños en Bélgica, Francia, Suecia o Finlandia, me quedaría allí. Lo único que quería para mis hijos es que fueran a la escuela. No quiero ningún tipo de ayuda social. Mi esposa y yo podemos trabajar. Sólo quería protegerlos a ellos, a su infancia y a su dignidad”, continua.

“Si la gente estuviera en mi lugar, ¿qué harían? Aquellos que (me critican) no han sufrido lo que yo he sufrido. Ésta era mi última opción”, dice, apelando al gobierno británico en busca de solidaridad y apoyo.

El último dibujo que hizo Sara de su familia.
BBC
El último dibujo que hizo Sara de su familia antes de su cuarto intento por llegar a Inglaterra.

Eva Jonsson, profesora de Sara en Uddevalla, Suecia, describe a la niña como “amable y buena” en un mensaje de vídeo enviado a la BBC.

“Tenía muchos amigos en la escuela. Jugaban juntos todo el tiempo… En febrero nos enteramos de que la deportarían y de que sería rápido. Nos avisaron con dos días de antelación”, explica.

Después de enterarse de su muerte, la clase se reunió en círculo y guardó un minuto de silencio.

“Es muy desafortunado que esto le pase a una familia tan agradable. He enseñado a (otros) niños de esta familia y me sorprendió mucho la deportación”, dice la maestra.

“Aún tenemos la foto de Sara delante de nosotros y la guardaremos aquí mientras los niños quieran”.

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