Quiénes crecimos en México crecimos con juguetes tradicionales como el trompo, los baleros y las marionetas. Sin embargo, tal vez nunca nos habíamos preguntado más sobre la historia y origen de estos objetos.
Aprovechando que el 30 de abril celebramos el Día del Niño y la Niña, decidimos adentrarnos en la historia de los juguetes mexicanos y hablamos con algunos artesanos y artesanas que nos compartieron sus perspectivas sobre este tema en la actualidad.
“Geppeto”, Ámbar y Laura del Taller Tlamaxcalli, ubicado en el Huerto Roma, nos compartieron sus perspectivas, opiniones y un poco de su experiencia en el tema.
Pero antes de empezar, te contamos un poquito de este taller que abrió en 1968, de la mano de un grupo de pintores y escultores de la escuela “La Esmeralda”. El taller Tlamaxcalli cambió su enfoque en 2009 para dirigirse los oficios de juguetería y cartonería tradicional Mexicana, la cual mantiene hasta la fecha.
Aunque los juguetes tecnológicos o de grandes compañías cobran cada vez más popularidad y fuerza en la actualidad, los juguetes tradicionales mexicanos se mantienen, sobre todo como un elemento cultural vivo en el país.
Estos juguetes son elaborados con diferentes técnicas como madera y cartonería, y su fabricación requiere esfuerzo y destreza que poco a poco se va adquiriendo.
Como nos cuentan estos artesanos, este es un oficio en el que se heredan los aprendizajes. Por ejemplo, Ámber es alumna de Geppetto y Laura. Juntos trabajan día a día en el taller, mismo en el que también enseñan las técnicas con la finalidad de mantener viva la tradición.
Aunque las técnicas cambian, “el juguete sigue siendo juguete”, afirma Geppetto. Por ejemplo, la grana cochinilla que antes se usaba como pigmento, ahora ha sido reemplazada por pinturas.
“Para empezar, no existe juguete mexicano. El juguete es juguete y ya”, declara Geppetto. Según él, en todo el mundo existen juguetes muy similares, lo que le da el valor es el contexto al que fue adaptado.
“Podemos tener la misma figura de un juguete con forma humana aquí y en Argentina, lo que cambia es como lo acompañamos, por ejemplo, lo que aquí sería un sombrero charro, allá sería un sombrero gaucho “, explica el artesano.
Al preguntar qué entonces cuál es la esencia del juguete elaborado en México, los 3 coinciden en que los colores. “Nosotros le damos los colores mexicanos, la alegría del colorido de México”
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Contrario a lo que podríamos pensar, el interés en este tipo de piezas se conserva. Según Geppetto -y desde su experiencia-, él nota que todavía existe un interés en aprender sobre sobre estos juguetes.
El verdadero problema es que cada vez hay menos personas elaborándolos, pues gran parte de la producción local ha sido reemplazada por piezas que aparentemente son artesanales, pero en realidad son traídas de otros lugares.
Sumado a lo anterior, en algunos casos hay juguetes que poco a poco podrían dejar de elaborar. Uno de ellos “Los boxeadores”.
“Esta pieza esta en vía de extinción”, comenta Geppetto. Esto se debe a que una parte del mecanismo interno que le permite funcionar está hecha con fleje de alambre, un material cada vez mas difícil de adquirir.
Al preguntar por las características que tiene que tener alguien que se dedica a este oficio, los 3 resaltan la paciencia y la constancia, pues aprender a hacer juguetes y ver buenos resultados no es algo inmediato.
Y concluyen que esto es algo que hace mucha falta en la actualidad al igual que la imaginación. Hacer juguetes requiere talento, dejar volar la imaginación al igual que jugar con ellos.
Lo que hace tan especial al juguete artesanal es la dedicación que se requiere para su elaboración, porque de cierto modo funciona como una especie de combate a la inmediatez a la que nos acostumbramos en la actualidad.
¡Que no se te pase!: Recuerda que si quieres aprender mas sobre este tema o incluso quieres aprender a hacer un juguete desde cero puedes visitar el taller Tlamaxcalli ubicado en el Huerto Roma Verde.
Su trabajo “Los dos muros” ganó en una de las cuatro principales categorías del concurso mundial de fotografía de prensa.
Una fotografía de dos migrantes que se conocieron en México y se enamoraron de camino a Estados Unidos forma parte de la serie “Los dos muros” con la que el venezolano Alejandro Cegarra ganó el premio al Proyecto a Largo Plazo, uno de los cuatro principales galardones del World Press Photo 2024, el concurso mundial de fotografía de prensa.
En la imagen se ve a la hondureña Rosa Bello (izquierda) y al venezolano Rubén Soto sentados en el techo de uno de los vagones del tren de mercancías conocido como “La Bestia”.
Según el jurado, la propia experiencia de Cegarra, que emigró a México desde Venezuela, le ayudó a documentar con respeto y sensibilidad los peligros a los que se enfrentan y la resistencia que demuestran.
Seis jurados regionales seleccionaron una lista de más de 61 mil trabajos de casi 4 mil fotógrafos de 130 países.
Fiona Shields, jefa de fotografía de The Guardian y presidenta del jurado global, declaró que los “trabajos seleccionadas son un tapiz de nuestro mundo actual, centrado en imágenes que creemos han sido realizadas con respeto e integridad, que pueden hablar universalmente y resonar mucho más allá de sus orígenes”.
“Esta es una oportunidad para aplaudir el trabajo de los fotógrafos de prensa y documentales de todo el mundo –realizado con valentía, inteligencia e ingenio– y para amplificar la importancia de las historias que están contando, a menudo en circunstancias inimaginables”.
La imagen elegida como la “Foto del año 2024” muestra a Inas Abu Maamar, de 36 años, acunando el cuerpo de su sobrina Saly, de 5, muerta, junto con su madre y su hermana, cuando un misil israelí alcanzó su casa, en Jan Yunis, Gaza.
Mohammed Salem había estado fotografiando a residentes que buscaban a familiares desaparecidos en la morgue del Hospital Nasser, para la agencia Reuters, pocos días después de que su propia esposa diera a luz.
La imagen fue compuesta con cuidado y respeto, ofreciendo una visión tanto metafórica como literal de una pérdida inimaginable, declaró el jurado.