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El dolor silencioso de la familia <br>de Anastacio Hernández
El dolor silencioso de la familia <br>de Anastacio Hernández
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El dolor silencioso de la familia <br>de Anastacio Hernández
27 de diciembre, 2010
Por: Rosario Carmona Meza
@WikiRamos 

Los meses pasan sin que la familia de Anastacio Hernández encuentre consuelo, sin que reciban la justicia que han esperado desde que el migrante fue golpeado por agentes de la patrulla fronteriza en la Garita de San Isidro, hasta provocarle la muerte.

En una casa humilde de la colonia Satélite de San Luis Potosí, doña Luz se aferra a una fotografía tomada en abril pasado en San Diego California, justo unas semanas antes del cumpleaños de su hijo Anastacio. Esa fue la última vez que lo vio con vida.

Un abrazo y la bendición fueron la despedida.

Ahora, doña Luz aprieta las fotos para intentar superar el recuerdo que la atormenta, el recuerdo de su hijo Anastacio, gritando, pidiendo auxilio, clemencia, mientras los agentes fronterizos lo golpeaban y torturaban con choques eléctricos hasta provocarle la muerte cerebral.

María de la Luz Rojas sufre una extraña mezcla de dolor que se confunde con coraje, con impotencia y con una enorme desilusión. Tras la tristeza que le dejó la muerte de su hijo, ahora acumula pérdidas.

Las autoridades mexicanas y norteamericanas le han negado cualquier información, bajo el argumento de que son María Puga, la pareja sentimental de Anastacio, y Yeimi, su hija mayor, las únicas que podrán recibir cualquier información sobre los procesos penales, administrativos y civiles que se entablaron en Estados Unidos.

A la fecha, la familia que vive en San Luis Potosí, los padres y tres hermanos de Anastacio, se tienen que conformar con el doloroso silencio.

Respuesta de papel

En un escrito enviado a la Secretaría de Relaciones Exteriores el 10 de octubre pasado, firmado por la señora Luz María, Porfirio Hernández, su esposo, y sus dos hijos Erika y Ricardo, demandaron un informe sobre la situación que guarda el proceso contra los responsables del homicidio, la respuesta vino de la delegación en San Luis Potosí.

El oficio fechado el 18 de octubre se limita a decir que la información sólo será enviada a los familiares en Estados Unidos.

La única ocasión en la que obtuvieron informes fue el 21 de julio del 2010 cuando la Dirección de Protección a Mexicanos en el Exterior les indicó que el Consulado en San Diego solicitó al Asistente del Jefe de la Patrulla Fronteriza del Área VII de San Diego, Mike Botto, “información sobre el caso; le externó su gran preocupación por la violencia ejercida en contra del connacional y le requirió un reporte oficial de los hechos, acceso al afectado, así como una copia del informe médico que se emitiera sobre el caso”.

Además, el documento revela que el gobierno mexicano autorizó recursos al Consulado para cubrir el costo de una segunda autopsia y exámenes toxicológicos.

En el último punto del oficio, se indica que “la titular del Consulmex San Diego, Remedios Gómez, sostuvo una reunión con Laura Duffy, Procuradora General en el Distrito Sur de California y el Subprocurador Kevin Kelly, a quienes se les manifestó el interés de ese consulado y del Gobierno de México por la investigación del caso que nos ocupa, ya que existen indicios de que se trata de un caso de violación a los derechos civiles, por lo tanto, se desea saber la participación que su oficina tendrá en el proceso de investigación”.

El documento fue firmado por Daniel Hernández Joseph, director general de Protección a Mexicanos.

Sin embargo, la familia de Anastacio considera “tibia” la respuesta del gobierno mexicano. Por ello no se han conformado con las negativas, con la falta de información y han tocado puertas en las instancias locales, nacionales e internacionales, la dirección de Atención al Migrante, las Comisiones Estatal y Nacional de Derechos Humanos, y Amnistía Internacional.

Todos los han escuchado, incluso la organización internacional emitió una carta dirigida a la secretaria norteamericana Janet Napolitano, donde se recomienda evitar el abuso de la fuerza contra los migrantes y llevar a cabo una investigación a fondo por el deceso de Anastacio Hernández ocurrido el 28 de mayo.

¿Y los derechos de una madre, en qué momento se pierden?, pregunta doña Luz. Y es que el olvido que parece ocultar la injusticia, es un peso que la familia lleva como una losa que los atormenta, sobre todo, a doña Luz María.

“Algún error que él hubiera cometido, existen las leyes, no me lo hubieran matado tan inhumanamente y entre cuántos y más dolor que quedaron los gritos grabados”.

Tan sólo unos días antes del homicidio, en abril, ella y su esposo don Porfirio viajaron a EstadosUnidos para acompañar a su hijo en su cumpleaños; Anastacio cumplió 42 a inicios de mayo y era ya una costumbre festejar juntos.

Anastacio vivía en San Diego como indocumentado. Prácticamente su hermana Erika ya no lo conocía porque ella no podía viajar a Estados Unidos y él viajaba poco a San Luis Potosí. Pero la distancia se rompía con los padres que obtuvieron sus visas y pudieron acudir anualmente a pasar los cumpleaños con los dos hijos migrantes.

“Todavía nos llevó al zoológico, anduvimos paseando con él”. Y rompe en llanto una vez más al recordar a ese hijo que hoy sólo puede ver en las fotos y en los videos que repiten incesantes la voz de auxilio.

A casi 7 meses de distancia, las preguntas siguen azotando a los padres y hermanos de Anastacio.

“Yo quiero saber qué avance va, porque si fuera que le estoy quitando algo a mis nietos, dinero, dirían porqué es ventajosa, que por medio de ellos quiere sacar dinero, yo no quiero dinero, quiero justicia”.

Mientras en la sala de la casa se acomodan doña Luz, sus hijas Claudia y Erika, don Porfirio, alejado y en silencio, y a un lado con el expediente en sus manos, Juan Ricardo, el hermano abogado; las lágrimas parecen asomarse en el rostro de una fotografía colgada en el rincón…

Una de las cartas que les envió María Puga dice que se interpuso una queja administrativa derivada del incidente contra la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, donde se reclama la indemnización de 10 millones de dólares por cada uno de los cinco hijos de Anastacio.

Hasta el momento los procesos no han concluido, aunque ya han sido atraídos por la Corte Federal Norteamericana.

En medio del dolor, dice doña Luz, lo único que queda es aferrarse al recuerdo de la última visita: “Se dedicaban a hacer albercas, tenía su camión, me dijo ‘mamá para la otra vez que venga, voy a juntar mi herramienta ya voy a hacer mi compañía aparte, va a ver que sorpresa le he de dar’. Él quería salir adelante y le hubieran dado su castigo de acuerdo con la ley pero no quitarle la vida, eso no, eso no”…

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