Las corrientes internas del PRD tardaron cuatro años en llegar a un acuerdo: Quieren un candidato de “unidad” a la presidencia nacional de este partido. Pero ahora falta quién acepte.
Lázaro Cárdenas, el único mencionado por todos, simplemente no quiere y no hay otro nombre que genere tal consenso. El propio Cárdenas ha evitado reunirse con las corrientes internas para siquiera hablar de la posibilidad de postularlo. Sólo Leonel Godoy, gobernador de Michoacán, y Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno capitalino, han logrado reunirse con él, pero no han logrado convencerlo.
Ya se mencionan otros dos nombres: Javier González Garza y Alfonso Sánchez Anaya, pero ninguno de los dos logra el respaldo de todas las corrientes y quedan apenas dos meses para la elección del nuevo presidente nacional del PRD, responsable de evitar una fractura en la selección del candidato presidencial de la izquierda.
Cárdenas Batel ha dicho que aceptar significa llegar maniatado por las corrientes internas, que terminarían por imponerle a los integrantes de la Comisión Política y del Secretariado Nacional.
Incluso, los “Chuchos” tendrían mayoría en el Consejo y podrían imponerle una política de alianzas para los comicios de 2011 y 2012, con la que no está de acuerdo.
Quizá por ello, Cárdenas Batel -radicado desde hace unos años en Washington, D.C. donde estudia y da clases-, dejó plantada a más de una corriente perredista que pretendía reunirse con él durante su visita a México, en diciembre pasado, entre ellas, Nueva Izquierda, el grupo que dirige el actual presidente del PRD, Jesús Ortega.
“En diciembre iba haber una reunión que no se llevó a cabo… Tal parece que así ha ocurrido con todas las demás corrientes que lo han buscado, entonces de qué estamos hablando, de una candidatura que no se puede decir que se va a concretar. No está descartada pero no se puede decir que se podría concretar”, reconoce Miguel Barbosa, coordinador nacional de Nueva Izquierda.
Este fin de semana el Consejo Nacional del PRD aprobó una “ruta crítica” para renovar su dirección nacional. Puso como candado que todos los cargos, incluidos los de presidente y secretario general fueran aprobados con la votación de las dos terceras partes de los consejeros presentes para evitar fisuras.
La cada vez más lejana posibilidad de que Lázaro se postule como candidato a la presidencia complica el escenario para los perredistas ya que ningún otro aspirante a ocupar el cargo cuenta con el respaldo de la mayoría de los consejeros que el próximo 19 de marzo elegirán a la nueva dirigencia.
“Cuando uno propone a alguien (para ocupar la presidencia del PRD) tiene que hacerlo con plena responsabilidad de haber consultado su voluntad de participar, como yo no lo propuse no sé si hicieron eso, si no lo hicieron me parece muy irresponsable”, acusa la aún secretaria general del PRD, Hortensia Aragón.
Frente a la negativa de Lázaro, otros nombres como los del ex diputado Javier González Garza, incluso el del ex gobernador de Tlaxcala, Alfonso Sánchez Anaya, se mencionan para lograr esa anhelada “candidatura de unidad”.
Pero Barbosa rechaza la posibilidad de apoyarlos y advierte que, de no llegarse a un acuerdo con el ex gobernador michoacano, presentarían a su propio candidato a presidencia ya sea el senador Carlos Navarrete o el diputado Jesús Zambrano. Y el PRD podría vivir el mismo conflicto que enfrenta cada proceso interno.
El coordinador nacional de Nueva Izquierda también afirma que su corriente representa más del 40% de los votos en el Consejo Nacional, por lo que no podría nombrarse a ningún dirigente, si no cuenta con su consentimiento.
Agustín Guerrero, diputado federal e integrante de IDN afirma que si no hay una candidatura que genere consensos, los dos bloques en que se ha dividido el partido tendrían que repartirse la presidencia y la secretaría general.
Por un lado el bloque de Jesús Ortega y sus aliados, entre ellos Alternativa Democrática Nacional (ADN) que dirige el senador mexiquense Héctor Bautista, así como Foro Nuevo Sol (FNS), que dirige Amalia García, podrían mantener la presidencia, y por el otro el llamado G-8 encabezado por IDN y otras corrientes cercanas a Andrés Manuel López Obrador.
“Si ni Lázaro, ni el Güero (González Garza), ni Alfonso generan el consenso, estaríamos a una votación de equilibrios donde el bloque mayoritario del Consejo Nacional tendría la presidencia del partido y el segundo bloque, el bloque minoritario la secretaría general… habrá que ver, los números se moverán en función de los candidatos”, apuntó Guerrero.
Para la secretaria general del PRD, quien no se descarta como candidata a la presidencia, Cárdenas Batel deberá definir si tiene intención o no de suceder a Jesús Ortega la primera semana de febrero porque entonces sí las corrientes se sentarán a discutir quiénes ocuparán los cargos de dirección.
Mientras que para Barbosa no puede establecerse plazos y ocuparán hasta el último minuto para intentar llegar a un acuerdo.
Por ahora hay una tregua en el PRD que apenas durará tres semanas, hasta que concluyan los procesos electorales en Guerrero y Baja California Sur donde este partido se juega la gubernatura. Según lo acordado por el Consejo Nacional del sol azteca el pasado sábado los aspirantes a la presidencia y secretaría general deberán registrarse el mismo día de la elección, así que los perredistas tienes dos meses para buscar ese candidato de unidad o por lo menos de consenso para evitar las luchas fratricidas de cada tres años.
