Eugenio Toussaint,
en la ruta del Sacbé
La noticia de la muerte de Eugenio Toussaint había corrido como reguero de pólvora. Aunque al principio no confirmada oficialmente, las llamadas telefónicas y las redes sociales, se encargaron de dejarnos una y otra vez impresionados e incrédulos
ante la información.
Desde las primeras horas de la tarde, comenzó a llegar la gente a la funeraria. Y así transcurrió el tiempo hasta casi la media noche, cuando finalmente entre aplausos, entró el féretro a la capilla ardiente.
Docenas de coronas y arreglos florales; cientos de personas que circulaban por doquier con caras de ansiedad y de tristeza. La música de Eugenio como fondo. Y es que raras veces se asiste a un funeral en donde prácticamente todos los presentes son los deudos; porque cada uno de nosotros estábamos de duelo, porque cada uno de nosotros teníamos nuestra historia particular con él.
Desde los compañeros de la secundaria, la hija de la nana que lo cuidó de pequeño, músicos, cantantes, escritores, intelectuales, empresarios, compañeros de trabajo, funcionarios del mundo de la cultura, amigos de la vida, amigos porque si. De todos los ámbitos, de todos estilos, de todas sensibilidades. Ya que Eugenio conocía a medio mundo y muchísimas personas lo conocían a él. Pero no era nada más un conocer, era un vínculo genuino y real. Porque así era Eugenio, te abría el corazón y te abrazaba.
Apenas unas semanas antes, al igual que muchos otros, habíamos visto a Eugenio en el cocktail de CONACULTA en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Iba con Alicia, su esposa y estuvimos platicando, compartiendo, actualizándonos y celebrando el inicio de un año que auguraba estar mejor que los anteriores. Unos días después, Eugenio Toussaint se habría ido.
Hace prácticamente un año, el 17 de marzo de 2010, en el Aula Crescencio Ballesteros de la Universidad Iberoamericana, presenté el libro de Antonio Malacara que lleva por título: Eugenio Toussaint. Las tangentes, el jazz y la academia, publicado bajo el auspicio de nueve diferentes instituciones culturales y educativas.
En casi 270 páginas, Eugenio recorrió su vida de manera profunda e intensa, removiendo el pasado desde su infancia, con todos los claroscuros que esto implica. Malacara, en un afán biográfico y a partir de su propia pasión por el jazz, buscó con este libro hacer un homenaje a Toussaint. Aunque a mí me parecía un tanto prematuro escribir la biografía de un músico que apenas estaba rebasando los cincuenta años de edad. Pensé que Eugenio tendría todavía mucho que decir y qué hacer; música que componer y vida por delante que no quedaría registrada, cuando menos en esa biografía. Hoy, agradezco el recuento y el registro.
Eugenio Toussaint, uno de los más grandes jazzistas mexicanos, para algunos, quizás el más grande. Pero a pesar de que se le distinguió como jazzista, también compuso piezas para orquesta sinfónica y de cámara. Estupendo arreglista, productor, académico, hombre trabajador y creativo inagotable.
Y si el jazz era su sello distintivo, constantemente se jactaba de haber tenido su grupo de rock por varios años, en donde tocaba la guitarra. Melómano apasionado, sin pruritos ni problemas, le entraba con absoluta comodidad a todos los géneros musicales. Esto se hizo evidente en el memorable programa de Canal 22 “Suave es la Noche”; revista cultural que corrió del 2003 al 2006 en una mancuerna afortunada con Nicolás Alvarado.
En “Suave es la Noche” tocó con todo mundo y todos los géneros. Por ahí circularon desde Sasha Sökol hasta Panteón Rococó.
“Cosas del Ayer” Eugenio Toussaint y Panteón Rococó en “Suave es la Noche”.
Panteón Rococo y Eugenio Toussaint – Cosas del Ayer
De Eugenio recuerdo sus sacos coloridos, a veces estridentes y de estampados divertidos. Piezas únicas que había adquirido en sus múltiples viajes por el mundo o que había mandado hacer con telas especiales, como uno de las cartas de la mexicanísima
Lotería. ¡Genial!
Excelente anfitrión, siempre sonriente, disfrutaba de la música, de la gente, de la buena comida y el buen vino. De hecho, su último álbum lo tituló Oinos. Música para beber vino.
“Terroir” en Oinos.
Trío de Eugenio Toussaint.
Terroir / Eugenio Toussaint Trío
Alguna vez, en un acto de tradición familiar de los fines de año, tuve el privilegio de verlo bailar mambo. Y en este sentido, su popurrí en honor a los mambos de Pérez Prado, me parece imprescindible.
“Popurrí de Pérez Prado”, arreglo de Eugenio Toussaint. Orquesta Sinfónica de Yucatán.
Popurrí de Pérez Prado Orquestación de Eugenio Toussaint
Si México era su hogar, su corazón estaba en Japón. Amante de los pianos Yamaha y de la cultura y cocina japonesa, que él mismo aprendió a preparar. Aquí, celebrando 50 años de Yamaha en México.
Eugenio Toussaint
Pianista impecable de ejecución virtuosa, nos hacía sentir lo mucho que disfrutaba componer música y tocar el piano.
“Las pulgas Freeway”, una clásica de Sacbé, el grupo de jazz que formó con sus hermanos Enrique y Fernando.
Las pulgas freeway – Sacbé
Multipremiado y homenajeado, además vivió la gloria de hacer amigos y de ser muy querido. Ahora, Eugenio Toussaint ha tomado una vez más la ruta del Sacbé, el camino sagrado, que finalmente lo llevará a la Luz. ¡Gracias por todo y buen viaje!
#YoSoyAnimal
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