El jefe del gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, sí se tomó en serio la renovación de la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática.

Mientras personajes como Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas juegan con esta posición y hasta se candidatean uno a otro para suceder a Jesús Ortega al frente del partido, Ebrard ha establecido como prioridad la negociación con las corrientes internas e impulsa a su propio candidato: el diputado federal Armando Ríos Píter.

Con una pírrica estructura  partidaria (apenas dos consejeros nacionales), Ebrard hace valer su condición como jefe de gobierno y posible candidato a la Presidencia de la República para presionar a diversos grupos internos con el fin que apoyen la candidatura del legislador.

Hasta ahora la corriente Foro Nuevo Sol (FNS) que dirige la exgobernadora de Zacatecas, Amalia García, es la primera en ceder a la pretensión del gobernante. Pero Ebrard podría conseguir, en principio,  el respaldo de más de 30 consejeros nacionales de un total de 300, que están en la nómina del gobierno del Distrito Federal o simplemente son afines a él.

La estrategia del jefe de gobierno y del coordinador del Diálogo por la Reconstrucción de México, Manuel Camacho Solís –que sin ser perredista ha participado en los cabildeos-, busca frenar la posibilidad de que la corriente Nueva Izquierda (NI), que dirige Ortega,  repita en la presidencia nacional del PRD, pero ahora con Jesús Zambrano.

El equipo de Ebrard considera que sólo así podría lograrse un acuerdo con el resto de las corrientes, y con el propio Andrés Manuel López Obrador, y abonaría también para que el diputado Alejandro Encinas acepte ser el candidato de una alianza PAN-PRD a la gubernatura del Estado de México.

De lograr consensos en torno a su propuesta favorecería su aspiración rumbo a la Presidencia de la República. Pero entre la mayoría de los grupos hay resistencias.

Sin embargo, el jefe de gobierno impulsará, hasta donde se pueda, la candidatura del guerrerense Ríos Piter o en su defecto la del exlegislador de Javier González Garza. A cambio ofrecerían a Nueva Izquierda, la secretaría general, considerada “el poder tras el trono”, pues controla la estructura partidista a nivel nacional. Mientras que el resto de las corrientes podrían lograr espacios en los 44 cargos de dirección que habrá de renovar el Consejo Nacional de este partido en su sesión del 19 y 20 de marzo.

La puerta de un posible arreglo entre Ebrard y Nueva Izquierda la abrió el propio Ortega quien en público y en privado señaló que no está empecinado en que un miembro de su corriente ocupe la presidencia, aunque sigue jugando sus últimas cartas y por ello este  miércoles visitó junto con Zambrano al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas para buscar su aval.

El acuerdo rumbo a la elección del nuevo dirigente no se teje tan fácil y en la negociación al más alto nivel ha quedado relegada otra de las corrientes más influyentes del PRD, Izquierda Democrática Nacional (IDN), que también busca la presidencia del partido, o por lo menos, la secretaría general.

El propio René Bejarano, expulsado en el 2004 de las filas del sol azteca tras la difusión del los llamados videoescándalos (en los que aparece recibiendo fajos de billetes del empresario Carlos Ahumada), decidió asumir las riendas de la negociación en representación de IDN.

Pese a su supuesta separación del partido, este miércoles se apersonó en una  de las  reuniones que mantienen dirigentes de las corrientes para buscar una planilla de candidatos únicos a la presidencia y la secretaría general. Durante el encuentro, celebrado en un hotel del centro histórico, Bejarano planteó la urgencia de comprobar, mediante la recolección de firmas, la representatividad real de cada una de las expresiones en el Consejo Nacional, ya que hasta ahora NI y Alternativa Democrática Nacional del senador Héctor Bautista presumen tener casi el 50% de los consejeros.

La elección de la dirigencia deberá aprobarse con la votación de las dos terceras partes del Consejo Nacional, lo que complica aún más un posible arreglo entre los grupos internos.

Este fin de semana, las corrientes se reunirán a puerta cerrada en lo que será uno de los últimos esfuerzos para  construir un acuerdo. Por lo pronto ya trabajan en la elaboración de un documento en que dejarán en claro que no habrá alianza con el PAN en el 2012, lo que aseguran serenará los ánimos entre los perredistas.