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Cinco puntos para detectar si eres <br>el clásico macho mexicano
Cinco puntos para detectar si eres <br>el clásico macho mexicano
7 minutos de lectura
Cinco puntos para detectar si eres <br>el clásico macho mexicano
07 de junio, 2011
Por: Paris Martínez (@Paris_Martinez)
@WikiRamos 

¿Eres de los hombres que no puede dejar de escanear a una mujer que le resulta atractiva, al cruzarse con ella en la banqueta, en el salón, en el centro de trabajo? ¿O de aquellos que les manda besos desde el auto, les toca el cláxon o les lanza algún comentario sobre el deseo que te generan? Tal vez, incluso, seas de los que cree que prohibiendo las minifaldas habrá menos embarazos no deseados. O, peor aún, puede que seas, incluso, un hombre que no ha logrado mantener una pareja estable, a causa de los celos.

En resumen, ¿eres del tipo de hombre por el cual el próximo domingo se realizará en la Ciudad de México la Marcha de las Putas, organizada por ciudadanas hartas de los estereotipos con los cuales se margina y violenta a las mujeres?

Si te queda el saco, Animal Político tiene para ti algunos consejos del especialista Roberto Garda, director de la asociación civil Hombres por la Equidad, dedicada a atender, precisamente, los problemas que provoca en ti (y en la gente que tiene que soportarte) el ser un clásico macho mexicano.

1.- ¿Cómo identificar si eres un abusador?

“Muchos hombres que no consideran tener un problema para relacionarse con los demás, de pronto caen en la cuenta de que pasan los años y no logran conservar una relación más allá del mediano plazo y, en ocasiones, menos tiempo aún. Ése es un síntoma común entre los hombres que incurren en actos de violencia contra sus parejas sentimentales, de los cuales muchas veces ni siquiera son conscientes, y que alejan a las mujeres con las que inician alguna relación.

“Otro signo común para determinar si eres un abusador es cuando una tercera persona, quizás un amigo o un familiar, te hace ver que te excedes en los enfrentamientos ya no sólo con tu pareja, sino también con tus hijos. El clásico y discreto comentario de ‘tsss, te pasaste’.

“Pero el signo más claro de que eres un padre, un esposo, un novio violento, es cuando tu pareja o tus hijos dejan de tener comunicación contigo, cuando sólo hablan lo mínimo necesario al estar en tu presencia. Esa es una señal clara de que te temen, de que tus reacciones les generan miedo y, por lo tanto, prefieren no correr el riesgo, y se refugian en el silencio.”

Están también las señales claras, inequívocas, como la disminución de la actividad sexual con tu pareja, de su efusividad al hallarse en la intimidad o, evidentemente, el que la golpees.

2.- ¿Cómo dejar de comértelas con la mirada?

“Lo primero que hay que entender con el problema de las miradas lascivas –señala el experto en perspectiva de género, desde la masculinidad– Es que no se trata de un problema de la mujer: ella no tiene responsabilidad sobre tus prácticas de acoso y abuso.”

Por ello, explica, argumentos tales como “si no quieren que uno las vea, que no se vistan así”, “ni modo que me voltee para otro lado” o “mirar es algo natural”, en realidad son pretextos, no razones.

“Debemos comprender que la violencia no es un problema de quien la recibe, sino de quien la ejerce. Así que, a los hombres que salen a la calle para clavar su mirada con lascivia sobre cualquier mujer que le resulte atractiva, hay que decirles que, en los hechos, sí pueden voltear para otro lado y que no es una reacción natural, sino una decisión personal, el mirarle los senos o los glúteos, en vez de mirar para otro lado.”

Son ideas falsas las de aquellos que afirman que ‘si ella se viste de tal forma, me está coqueteando’. Y, en tal caso, la solución es que pienses lo contrario: no te está coqueteando. Repítelo en tu mente: NO TE ESTÁ COQUETEANDO. Cada vez que pienses que el andar, el vestir, el maquillaje o los gestos de una mujer representan una insinuación, reitérate: NO TE ESTÁ COQUETEANDO.

“Y, si tienes dudas, si crees que sí lo está haciendo, ve y pregúntale si la atracción es mutua. De lo que se trata es de tener relaciones más transparentes con las mujeres. Si crees que te está coqueteando, pregúntaselo, de esta forma interpretarás menos y harás todo más transparente.

“Cuando trabajas con estos hombres y ellos ven las consecuencias de mirar así a las mujeres, muchos lo dejan de hacer, se dan cuenta de que no es cierto que la mirada sea natural, sino que es una decisión el verlas de tal o cual manera, y tú puedes cambiar esa manera de mirar a las mujeres.”

3.- ¿Neceas?

Garda aclara que el de las miradas lascivas no son el único ejemplo de violencia no física que habitualmente, casi de forma sistemática, se ejerce contra las mujeres en México.

“Tampoco debes pensar que si ella se viste de alguna manera o tiene ciertas actitudes, está justificado que hagas comentarios sobre su ropa, sobre su cuerpo o que la invites insistentemente a cenar, que le pidas una y otra y otra vez que salga contigo. El hecho de que una mujer te guste, no te da derecho para acosarla, para acercártele, para perseguirla. Hay que ser honestos con uno mismo –y entender que cuando una persona te dice que no, quiere decir que NO… una vez más: NO SIGNIFICA NO.” Así de sencillo, hay que aceptarlo.”

4.- ¿Apoyas la ropa anticonceptiva?

La idea de que prohibiendo el uso de minifaldas se reducirán los embarazos no deseados (recientemente insertada en el debate público por el alcalde sinaolense de Novolato, Evelio Plata Izunza), no sólo es impráctica, afirma el especialista, sino discriminatoria.

“Cuando condicionas e impones tus valores morales a otra persona, cuando intentas regular la expresión de su cuerpo, o incluso la de su sexualidad, estás ejerciendo un tipo de violencia segregacional. Y si se insiste en ese tipo de pensamiento o, peor, si éste impregna las políticas públicas de los gobiernos, en cualquier nivel, al rato ya no sólo van a querer prohibir las minifaldas, sino también los escotes, o que los jóvenes se peinen de tal manera, o que no usen tatuajes, o que los discapacitados no tengan trabajo, o que los indígenas hagan y deshagan con los usos y costumbres.”

La solución a problemas sociales, pues, no se halla en el vestir. “Este tipo de pensamiento –dice el experto–, que en Ciudad Juárez llegó a plantearle a las mujeres que, para reducir los feminicidios, vistieran ropa recatada y salieran siempre acompañadas por un hombre–terminan reproduciendo la violencia contra las mujeres. Pero así como el político puede pensar así, también el obrero, el empresario, el oficinista, quienes creyendo actuar de buena voluntad, toman decisiones misóginas, homofóbicas, machistas, y acaban reproduciendo el sistema de dominación que supuestamente quieren eliminar”.

5.- ¿Cómo obtener ayuda profesional?

Hombres por la Equidad es una asociación que, por medio de terapias grupales, ofrece una salida a aquellos hombres que “se dieron cuenta de que esa forma de pensar les genera problemas para relacionarse con las mujeres; hombres con crisis en la relación de pareja; que se dan cuenta de que ya no saben qué hacer con sus ideas tradicionalistas, con sus prácticas machistas, con su carácter violento; hombres que llegan pidiendo ayuda, que quieren entender como ejercer una sexualidad más respetuosa, más placentera para ambos.”

Se trata, dice el director de la asociación, de novios, maridos y padres que están hartos de sentir celos, cansados de no poder entender a sus hijos y, por lo tanto, no tener forma ayudarlos en su proceso formativo, hombres que han decidido cambiar, pero a los que originalmente les faltaba una mirada autocrítica para darse cuenta de los problemas que el machismo les generaba.

“Lo que Hombres por la Equidad AC ofrece son terapias en grupos de reflexión, a partir de un modelo de intervención con el que se desarrollan distintas habilidades para que los hombres identifiquen sus creencias machistas, sus prácticas de violencia, el manejo inadecuado de sus sentimientos, y empiecen a ejercitar la igualdad con la pareja, con los hijos, pero sin pedirles absolutamente nada a ellos, sino que el sujeto en terapia se hace responsable por sí mismo de la solución de sus problemas, nuestra propuesta se basa en que cambies tú, y que no lo hagas porque te amenazó tu esposa con dejarte, o porque te ha dicho que dejó de amarte, sino porque deseas adoptar una nueva ética: nuevos principios donde la no violencia entra y la violencia sale.

“En el fondo –se congratula– se trata de hombres que aspiran a ser felices, la mayoría anhela una sociedad justa, sin violencia, relaciones de pareja sin agresiones, familias sin abuso de autoridad, con hijos que confíen en ellos, que se puedan comunicar con ellos, y los hombres empiezan a construir la equidad con su pareja, con sus niños y niñas.”

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Etiquetas:
equidad
hombres
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