Miguel Ángel Granados Chapa, periodista, abogado y escritor, se despidió hoy de su columna “Plaza Pública” que escribía varias veces a la semana en el periódico Reforma y que empezó a publicar en Cine Mundial en 1977.
En las últimas líneas de su texto publicado esta mañana, Granados Chapa afirmó:
“Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”.
El también colaborador de la revista Proceso, donde hasta el mes de septiembre pasado publicó su columna “Interés Público”, lleva varios años enfermo. Asimismo, Granados Chapa se despidió recientemente de sus programas de radio y TV en las estaciones de la UNAM, donde tenía un espacio radial del mismo nombre que se transmitía por las mañanas.
El escritor fue subdirector editorial del mítico Excélsior de Scherer, donde empezó en 1976; también fue fundador, director y gerente de Proceso de 1976 a 1977; fue jefe de los noticieros del Canal 11 (1977); director general de Radio Educación (1978-1979); subdirector de Radio Educación (1978-1988); fundó el diario La Jornada y fue director del mismo entre 1988 a 1990 y director general de la revista Mira (1990-1994).
En 2008, ya muy enfermo, recibió la Medalla Belisario Domínguez por su lucha constante en pro de la libertad de expresión y la justicia en México.
El 28 de febrero de 2008, fue elegido miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, tomando posesión de la silla XXIX el 14 de mayo de 2009.
Granados Chapa ha sido uno de los periodistas mexicanos que han luchado efectivamente por la conquista de las libertades periodísticas.
Hoy, Emiliano Ruiz Parra recuerda en su blog “La cueva de Montesinos”, publicado en Gatopardo,que hace un par de años, cuando Granados Chapa se recuperaba de una dolencia para retomar (una vez más) la escritura diaria de “Plaza Pública”, el periodista dijo que sólo lo retiraría “la enfermedad o la muerte”.
En la entrada, Ruiz Parra señala:
“No pienso que te extrañaré sólo porque tus columnas eran capaces de ordenar la realidad y de explicarla; tampoco porque generalmente coincidía contigo. Extrañaré tu Plaza Pública porque era, cada día, una lección de independencia, de coherencia y de sentido del deber. Te creíste tus batallas, las batallas de la izquierda, por llamarlas de alguna manera genérica, aunque debería decir, las batallas de los débiles”.
