En los partidos,
la discapacidad no existe: Wendy García
Wendy García cree firmemente que el deporte la eligió a ella y no al revés. Por eso asegura que cuando juega basquetbol lo hace de manera tan natural, que es como si siempre lo hubiera practicado; y que en los partidos la palabra discapacidad no existe. “Sólo por la silla de ruedas lo soy, tengo 31 años y desde hace catorce integro la Sección Nacional del equipo de basquetbol paralímpico femenino” dice.
Aunque no lo recuerda, esta atleta chilanga sí caminó durante nueve meses. Fue antes del accidente automovilístico que tuvo al año y medio de edad; por eso quedó paralítica. Pero no extraña haberlo hecho pues sus recuerdos inician con la mecedora en que vivió desde los dos años. De niña, su único acercamiento al deporte fue en la materia de educación física que para ella se redujo a tareas y trabajos manuales.
A los catorce años, Wendy quiso sacar su energía a través de la natación. Fue al deportivo de la Clínica 23 en San Juan de Aragón y ahí vio que un grupo de personas jugaba básquetbol en silla de ruedas. Tres cosas la sorprendieron: que no era la única discapacitada, que otros estaban en condiciones más difíciles que la suya y que el juego era rudo. En ese momento cambió su elección inicial y se integró a una vida independiente, deportiva, que le permitió empoderarse como mujer y atleta.
Primero cambió la silla ortopédica tradicional por otra moderna más ligera y flexible; luego aprendió a desplazarse en ésta y a jugar en las sillas deportivas que son más anchas en la parte baja; después empezó a disfrutar de la combinación de estrategia, adrenalina y coraje en cada partido. “Aquí no hay de ¡ay me duele, me pegaste! Aquí es te caes, te levantas; te pegan, pues medio te sobas y le sigues porque eso es parte del juego; fue emocionante ver cómo todos se movían sin problema. Al principio me caí mil veces y me dije que aprendería aunque me cayera mil 500 más. Hice mis pininos y tres años después a los 17, ya estaba seleccionada”. Un año después, en Sydney, era atleta paralímpica.
¿Pobrecita?
El maquillaje de Wendy es suave y deja lucir sus ojos grandes; su cabello ondulado está recogido en una coleta que deja ver el pequeño tatuaje de su nuca: una combinación de flores en diversos tonos pastel. Su silla personal es color negro y se desplaza con naturalidad por las instalaciones del Centro Paralímpico Mexicano; delante de sí empuja la silla deportiva. En sus piernas carga Blackberry, llaves y botella de agua. A nadie sorprende que en un dos por tres se cambie sola de una silla a otra o bien suba a su auto y maneje como lo hace cualquiera. Sólo requiere apoyo para subir ambas en la cajuela del coche.
Nadie imaginaría que en la primaria y secundaria requería del empujón de sus amigos para subir o bajar de piso hasta llegar al salón de clases. Tenía que ser así porque los profesores le decían que era muy complicado cambiar al grupo a un salón en la planta baja; por eso, regularmente, se perdía de los recreos escolares para así evitar las escaleras.
Ese fue uno de sus mayores logros, explica con franqueza, adaptarse a una vida que le era complicada. Por eso decidió enfrentar las escaleras, tratar con personas que no creían en su capacidad, vencer prejuicios, sobreprotección, lástima o el calificativo de ‘pobrecita’ que ella se encargó de borrar.
En el baloncesto Wendy puede jugar como ‘core’ (movedor) y/o ala; este deporte le permitió acceder al resto del mundo pues después de Sydney participó en los Juegos de Atenas 2004 y Beijing 2008.
En los últimos dos años, el equipo obtuvo el segundo lugar en la Copa Mundial de Birmingham (Inglaterra), el sexto a nivel mundial y el quinto en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara. Del 11 al 22 de agosto acudió a un campamento de entrenamiento en Holanda y el día 23 llegó a Londres.
Todo el equipo practica tres veces al día y lleva una rutina específica de pesas y tácticas en cancha. Wendy adelanta el objetivo que se plantearon en estos paralímpicos mundiales “desplazar al equipo alemán considerado el mejor del mundo así como a los equipos Chino y Australiano que tienen muy buen nivel. Queremos calificar en una buena posición, mejorar el noveno lugar que obtuvimos el Beijín y de ser posible traer una medalla. Es complicado porque el nivel de competencia lo es, pero no imposible”.
A nivel individual esta basquetbolista también logró un papel destacado. En la Copa América (2004) fue seleccionada como parte del ‘Dream Team’ en su género y ha ocupado los primeros lugares dentro del Club Jalisco, al que pertenece. Sin embargo la profesión deportiva no impidió que concluyera la carrera de psicología, misma que ejerce dentro de la Federación de Deportistas en sillas de ruedas.
¡Véanos!
“Todos saben que tenemos mejores resultados que los deportistas convencionales, pero irónicamente somos los menos apoyados; nuestro deporte no se remunera como debe ser” señala la atleta y enlista sus argumentos: sus becas mensuales ascienden a casi diez mil pesos, mientras que las de un deportista no discapacitado son mucho mayores que eso; carecen de un buen presupuesto que permita al equipo tener más salidas nacionales o extranjeras para jugar con otros rivales; y además no tienen un equipo multidisciplinario (médico y masajista) que viaje con ellos. “Sería increíble que México llegara al nivel de otros países donde el atleta se dedica exclusivamente a entrenar porque ese es su trabajo, sin preocuparse por si le cortarán la luz por falta de pago” subrayó.
Dice que con la publicidad ocurre lo mismo porque aunque los patrocinadores reconocen que los atletas paralímpicos son increíbles también afirman que no dan ‘imagen’. Por eso esta basquetbolista califica dicha actitud como discriminatoria, en el contexto de una sociedad donde no hay cultura para mirar la valía de los discapacitados.
Wendy ha viajado a más de quince países y a su regreso de Londres empezará a considerar la posibilidad de retirarse porque le gustaría embarazarse, hacer una maestría y seguir compaginando ambas carreras de manera más relajada. En un balance final de su vida asegura que las cosas pasan por algo. “Cualquiera puede ser triunfador. El secreto es no verte vencido aunque tengas el marcador en contra; el partido no acaba hasta que pitan, pero si te vences antes se acabó en ese momento”.
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