¿Mienten más los políticos?

Pocos personajes en México, y en el mundo, levantan tanto sospechosismo y desconfianza como los políticos.//FOTO: Cuartoscuro
Pocos personajes en México, y en el mundo, levantan tanto sospechosismo y desconfianza como los políticos. En Estados Unidos, por ejemplo, una encuesta de Gallup asegura que generan el mismo nivel de desconfianza que un vendedor de autos y están apenas un escalafón arriba que quienes hacen ventas por teléfono.
En México no hay una encuesta reciente, pero sólo hace falta darse una vuelta por las redes sociales, preguntar de viva voz entre la gente, o ver el panorama postelectoral para ver la fama que tienen los políticos como “mentirosos”.
No es que los políticos a nivel internacional no se hayan ganado a pulso ese halo de deshonestidad que los rodea. Podemos recordar algunos casos como el Watergate en Estados, el de Monica Lewinsky y Bill Clinton, el “lee mis labios” de George W Bush, y en México… En México están los quesos de Larrazabal, las ligas de Bejarano, el “góber precioso” y las botellitas de cognac de Mario Marín y Kamel Nacif, el “esta madre no pasa” de Emilio Gamboa y Kamel Nacif (¿otra vez?), la “plenitud del pinche poder” de Fidel Herrera, y muchos, muchos casos más.
Pero en realidad ¿los políticos mienten más que el resto de nosotros?
Dada su posición de poder, lo más probable es que sí, publica Foreign Policy y argumenta que existe una buena razón para alegarlo.
Un político es, por definición, una persona con poder; electos para representar a grupos grandes de personas y tomar decisiones importantes para ellos. “El problema es que el poder puede tener efectos secundarios desagradables. Cuando se obtiene, se asume rápidamente y de la misma forma se abusa de él, ya sea de consciente o inconscientemente“, refiere la publicación.
Un estudio publicado en 2010 por las universidades de Tilburg y Northwestern, encontró que la sola expectativa de poder hace que una persona mienta más y a la vez, que considere que sus transgresiones tienen una menor magnitud que las del resto de las personas. De igual forma, las personas con poder suelen tener mayores expectativas de sus subordinados.
Otro hallazgo del estudio es que un político, en principio, toma decisiones que influyen en el bienestar de los demás. Por ello, es más propenso a decir “medias verdades” o mentiras rotundas, con la creencia de que beneficiarán más. Mientras que todos somos propensos a hacer trampa para ayudarnos de vez en cuando, somos más inclinados a hacerlo cuando sabemos o pensamos que otra persona también saldrá favorecida.
De hecho, argumenta la revista, cuanto más grande sea el número de beneficiarios, más alto el nivel de la mentira. De igual forma, una persona en poder siente menos culpa cuando miente por alguien más que cuando lo hace para sí mismo.
Tenemos entonces una idea sobre por qué mienten más los políticos. Según el estudio y la revista FP, no es que sea la naturaleza de la persona, sino que la posición de poder que tienen los hace “víctimas” de este tipo de comportamientos, que en México al menos, se han repetido una y otra vez.
Así que la próxima vez que salga un escándalo con un político, o que escuche que tal o cual grabación, video, o intervención telefónica habla de un político deshonesto, recuerde que, según la publicación, casi casi, es parte de su chamba.
Lee la nota original (en inglés) en Foreign Policy.
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