En las relaciones amorosas siempre hay encuentros y desencuentros. Un dulce comienzo y un amargo final. Pero también, como dice Roland Barthes, existen ideas de solución, salidas temporales en plena crisis amorosa. Una de ellas es el viaje, el retiro. Y Sergio Bretón, protagonista de la novela gotas.de.mercurio (Montesinos-Colofón 2012), está en una constante huída de todos y de sí mismo.
Huye de Pahuatlán y de Elisa-Martha; huye del DF y de Diego-Lara; huye de Barcelona y de Dorina-Silvana. Tres triángulos amorosos, tres ciudades = mala nostalgia. Sergio se encuentra entrampado por la imposibilidad de enfrentar la realidad. Su cobardía lo orilla a perder siempre porque sus culpas pesan más que su tenue voluntad de arreglar su pasado.
La novela del escritor Edson Lechuga juega con la idea de enlazar tres historias que parecen diferentes, pero cuando se tocan terminan siendo una sola. Es decir, gotas.de.mercurio es una gota de mercurio apachurrada. Un tiempo que ya pasó, pero donde vuelven las presencias.
Edson es Sergio, pero no completamente. Edson es Diego –hermano de Sergio-, pero a veces. Edson es el profesor de literatura que está enamorado de su alumna Dorina, pero a ratos. Sin duda, es una historia apta para los que aún tienen deudas que saldar con amores pasados. Esos hombres o mujeres que son capaces todavía de provocar una especie de largo insomnio.
Giuliana, amiga de Sergio en Barcelona, es contundente al aconsejarle a ese hombre pusilánime: “Ve y arregla tus pendejadas”. Ya en su novela, Sergio refleja lo que podría ser su futuro cuando el profesor de hispánicas se despide de Dorina: “Pero llegará el día en que me olvidarás, Dorina; llegará el momento en que me borrarás de tu corazón de golondrina. Porque la vida es así, porque el cuerpo no conserva cosas en descomposición”.
-La abuela de Sergio le decía cuando era niño: “No cabe duda, no tienes corazón”, ¿así se moldeó la personalidad del escritor que se marchó a Barcelona?
Las emociones por las que atraviesa Sergio Bretón son circunstancias que me interesan, que me competen y me aluden. La mentira, la traición, la fuga, la culpa, el arrepentimiento, la imposibilidad de seguir hiriendo son emociones miserables que me constituyen. Yo quería hacer una disección de estos sentimientos y emociones que tendemos a esconder, a negar o a obviar. Fue detenerme ante emociones que me avergüenzan y ver qué tan capaz soy de atravesar con ellas con cierta dignidad.
-¿Por qué decidiste estructurar la novela en tres triángulos amorosos?
Hay una intención meta textual de desvelar o de revelar mi proceso creativo como escritor. Tomo trozos de la realidad y los pongo al servicio de una cosa falsa y ficticia que es una novela, que en este caso son gotas.de.mercurio. Sergio Bretón hace lo mismo: toma trozos de la realidad y los pone al servicio de una historia que está escribiendo y que se llama gotas.de.mercurio. Incluso espeto a Roberto Bolaño y le digo que deje de fingir porque todos sabemos que Arturo Belano, el personaje de “Los detectives salvajes”, es él. Por otro lado, hay un ejercicio también meta literario de hacer convivir a mi literatura con la de Sergio Bretón, y a la literatura de Bretón con otras literaturas como la de Agota Kristof, Roberto Bolaño, César Vallejo u Oliverio Girondo.
-Sergio y el maestro de literatura son unos cobardes, ¿huir y sobrevivir a la culpa también es una cualidad?
Sergio Bretón es una persona creativa y sensible. Pero Sergio Bretón también es un cobarde, tiene una cobardía muy atractiva, muy tentadora y, por lo tanto, escribe personajes masculinos que se parecen mucho a él. En otro sentido, en otro contexto y con otra voz narrativa, pero escribe personajes que se parecen a él. Esta cobardía no radica solamente en la relaciones de pareja. Es cobarde para enfrentarse a su hermano, es cobarde para enfrentarse a Lara, es cobarde para enfrentarse a Martha y Elisa.
-¿Cómo definirías a las mujeres que forman parte de las tres historias?
La mujer como elemento es una de las cosas que más me seduce, me interesa y me tienta. Gotas.de.mercurio es el acercamiento a diferentes posibilidades femeninas: la fragilidad de Dorina, la locura y descaro de Lara, la indiferencia de Silvana, la dulzura de Elisa, la promiscuidad de Martha. Entonces, el abanico de mujeres es un acercamiento a las diferentes posibilidades de lo femenino que es algo que jamás dejaré de pensar, son inabarcables.
-Hay una escena en que Sergio husmea el cuarto de Silvana, ¿se puede entender a una mujer a través de sus libros de cabecera? ¿Por qué estos tres libros: “Los detectives salvajes”, “Claus y Lucas” y “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”?
Indudablemente. No sólo a una mujer sino a cualquier persona. Si yo ahora mismo te pido tus tres libros favoritos, desde el ejercicio de que elijas cuáles son, me dará una noticia tremenda de quién eres o viceversa. Por otro lado, es un proceso de indagación con respecto a la personalidad de Silvana, yo intenté construir a Silvana con determinado carácter y, a partir de esa personalidad, me di cuenta de que los libros que más reforzaban la idea de su personalidad eran esos. “Claus y Lucas” habla de dos gemelos; “Los detectives salvajes” de una búsqueda de Cesárea Tinajeros y después Girondo que tiene una relación con la realidad interesante y es latinoamericano como Silvana.
-¿Por qué en la novela lanzas una crítica a Enrique Peña Nieto y a Televisa?
Soy un ciudadano mexicano y es mi responsabilidad como creador de objetos públicos posicionarme. Coincido con lo que opina Lara de que Peña Nieto es un analfabeta. Por otro lado, Televisa es una institución profundamente dañina para este país. La manera de hacer política es detestable, deplorable y triste. En cualquier otro país medianamente moderno la mitad de los argumentos o anomalías que se presentaron en el proceso electoral serviría para anular la elección. Pero en México no pasa, en este país el pueblo, la izquierda y la sociedad civil somos insignificantes ante el Estado y las élites. No causamos significado alguno. Nos obvian, no nos escuchan. Es terrible y lamentable.
-Escribes que la diferencia entre morir y la muerte es una sutileza, ¿en qué consiste ese espacio breve?
Sergio Bretón se considera un hombre independiente hasta que llega al DF y le presentan a su hermano, nacido casi el mismo día, casi con la misma edad, y eso implica una duplicación. Hay otra persona como él. Pero no sólo eso, lo terrible es que es más brillante, más temerario, más creativo. Y nace en Sergio una especie de resentimiento, una suerte de envidia hasta que se convierte en admiración. Esa dicotomía termina mal cuando entra en acción Lara, cuando este par se convierte en triángulo. Creo que la diferencia entre la muerte y morir es todo espacio de huída. Creo que Sergio no muere porque vuelve, pero el tiempo que está afuera se está muriendo. Con los ojos abiertos y respirando pero se está muriendo.
-Lara le dice a Sergio que la muerte es irremediablemente un acto violento (morir ahogado, atropellado, suicidio, enfermedad, vejez)… ¿Cómo te gustaría morir?
No sé si me gustaría morir, pero sé que voy a morir. Lo que sí me gustaría es construir a partir de la literatura un espacio de tranquilidad. Y que me entierren en Pahuatlán, por supuesto, indudablemente. Que se escuchen huapangos y algunas rolitas de Real de Catorce. Que haya muchas lecturas, indudablemente que lean a Rulfo y a Vallejo, por favor.
-Pahuatlán, DF y Barcelona funcionan también como personajes con los que Sergio añora regresar y huir constantemente, ¿cuáles son las principales diferencias entre estos lugares donde sitúas la novela?
He encontrado unos espacios geográficos, unos territorios “literaturizados” o dentro de la literatura que me van dando tela de donde cortar. Pahuatlán-DF-Barcelona son almacenes de historias, de comportamientos, de situaciones enormes. No dejaré de escribir sobre estos tres sitios hasta que se agoten y no sé cuándo se agotarán. Pahuatlán es una caja de zapatos de donde pueden salir cosas fabulosas; el DF es una necrópolis de donde pueden surgir cualquier tipo de cosas; y Barcelona es un sitio de distancia, de calma y reflexión.
-¿Por qué escribes con puntos ciertas palabras? Por ejemplo, “moscas.negras”…
Con los puntos pretendo que “moscas.negras” nos remita a un solo concepto. Que no veamos primero moscas y luego negras. Sino que veamos una sola cosa como “perros.de.azotea”. Elementos que pueden constituir un solo significado. Quiero que cuando leamos “perros.de.azotea” no pensemos en un animal en una azotea como entidades lingüísticas diferentes. Sino como un objeto con una sola semántica. Quiero que pensemos en gotas.de.mercurio en el mismo sentido.
Sergio Bretón siempre llega tarde a todo por cobarde. Como una especie de consuelo piensa en la felicidad fugaz que tuvo con sus mujeres, en las noches de alcohol y en el ambiente roncanrolero del caótico DF. Bien pudo estar presente en esta historia amorosa, de traiciones y muerte, el poeta argentino Ulyses Petit de Murat, quien escribió: “Destruyéndonos/Así hemos vivido/Como entre una alucinación lo íbamos violentando todo/No sabíamos ordenar nuestro destino”.
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