Rosario Robles quiere que le digan nombres y apellidos. De otra manera no entiende las críticas en las columnas de los medios, sobre que en el equipo de transición de Enrique Peña Nieto, los nombramientos responden a cuotas y amiguismo.
Tras ocho años sin militancia partidista, la ex jefa de Gobierno del Distrito Federal entre 1999 y 2000, regresa a la gestión pública como vicecoordinadora de política social para el paso de poder al primer gobierno priista en 12 años. Ahí ha llegado, asegura, sin ser amiga de nadie.
“Yo no formo parte de cuotas. Es muy fácil desde la comentocracia catalogar a las personas. Yo parto más bien de darle el beneficio de la duda a los que ahí están. Se trata de trabajar, de dar resultados. Se trata de hacer diagnósticos y perfilar políticas”, dice tras dar un sorbo a un refresco light, sentada en un café al sur del Distrito Federal.
La ex perredista –quien asegura no cobrará un centavo en su tarea rumbo al 1 de diciembre— sabe que enfrentará dos ejes que los gobiernos de todos los colores han aprovechado para ganar simpatías y votos: la pobreza y los programas para enfrentarla.
¿Cómo diseñar recomendaciones de políticas que dejen de concebir a la sociedad como una clientela política? ¿Cómo ganarse la confianza de las organizaciones civiles cuando, como partido en la presidencia, el PRI las dejó de lado en la construcción de soluciones? Para ello, Rosario Robles tiene sólo tres meses y ya se ha consumido poco más de una semana.
En el plan de trabajo de Robles, que al momento de la entrevista carecía de una calendarización, está primero hacerse de un diagnóstico de la pobreza y de la marginación en el país. A partir de él creará recomendaciones que entregará a la Coordinación General para la Transición Gubernamental, a cargo de Luis Videgaray.
Para cumplir con el primer paso, Rosario –vestida de blusa blanca, traje azul oscuro y una mascada azul marino y rojo atada al cuello—explica que espera tener el diagnóstico “a la brevedad, apoyada por expertos y por la sociedad civil. Si hay desconfianza de este grupo por las actuaciones pasadas de los gobiernos priistas, espera paliarlas con diálogo.
“Desde el momento mismo en que se incorpora al equipo una persona como yo, que no es del PRI, ya hay señales de apertura, de pluralidad. Se está mandando un mensaje de confianza. De apertura”.
Su relación con la sociedad civil, afirma, permitirá establecer “canales directos” de diálogo. “El mayor tiempo lo quiero dedicar a la construcción. Al intercambio de puntos de vista. Muchos grupos se han acercado por si mismos queriendo aportar, participar”. Con ello, afirma, se lograrán recomendaciones que no hayan salido de un escritorio ni de la visión de unos cuantos.
Dejar de ver al ciudadano como clientela política
El pasado lunes, Enrique Peña Nieto presentó a senadores de los partidos que lo postularon, PRI y Verde Ecologista, una iniciativa para reformar el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI). Esa propuesta, afirma la vicecoordinadora de política social, atiende a la desconfianza que, acepta, pudiesen sentir quienes no votaron por el hoy Presidente electo.
“(La iniciativa) tiene que ver con ese sentimiento de la sociedad. Es una lectura de lo que está pasando con amplios sectores de la sociedad que no quieren que se regrese a las viejas prácticas”.
En la aproximación a la pobreza que tomará el siguiente gobierno, Robles afirma que ésta también buscará superar la lógica que, aún en la alternancia de poderes, ha concebido a los beneficiaros de los programas de ayuda como clientela política y que sólo administra las carencias de una parte de la sociedad.
“Hay ver a los ciudadanos como sujetos que ejercen sus derechos con toda libertad. Que el tema no sea cómo participan en una elección sino cómo dejan las filas de la pobreza. El objetivo no debe ser que se amplíen los padrones sino que cada vez más gente abandone la fila de programas como Oportunidades. No ver que, mientras permanezcan en el padrón, serán votos”.
El centro de las políticas sociales, propone, deben ser los jóvenes y las mujeres como protagonistas de un cambio en un modelo que parte de la corresponsabilidad.
“Si a un joven le das una beca, es muy importante, pues evitas la deserción, mejoras los indicadores educativos. Ese joven tendrá que comprometerse a un buen desempeño, pero adicionalmente, debería realizar trabajo comunitario, alfabetizar. Este país en 2015 debe informar a la ONU sobre el cumplimiento de los Objetivos del Milenio”.
La otra vertiente prioritaria para las recomendaciones en política social toca la pobreza alimentaria. “No se puede permitir que millones de mexicanos padezcan hambre y tendrá que ser de las prioridades a atender. Lo más fácil es transferir recursos. Lo difícil es construir una relación de corresponsabilidad”.
Sobre las políticas que requieren las zonas afectadas por la violencia del narcotráfico, Robles –una de las ocho mujeres del equipo de transición—apunta que es necesario tanto hacer partícipe a los jóvenes del rescate del país, como arrebatarle “cada milímetro” de los espacios públicos al crimen organizado. “Hay que reconocer que hay una violencia que impera, un deterioro en el tejido social y la política de seguridad sin prevención social difícilmente será exitosa”.
“Cuéntame como 50 mujeres”
Las mujeres en el equipo de transición de Peña Nieto, conformado por 45 personas, no llegan a dos de cada 10. Apenas 17% son mujeres, pero Robles no considera que la baja representación de su género demerite en el grupo.
“Somos ocho, pero a mí cuéntame como 50. Conmigo no faltará esfuerzo. Siempre estado comprometida con las mujeres, en la lucha por sus derechos y esa es una garantía de que existirá el enfoque de género y de que no sólo tiene que ver con el número”.
–¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de un equipo tan numeroso?
Veo muchas fortalezas –responde la vicecoordinadora—Hay muchos jóvenes y eso es muy positivo. Habrá nuevas incorporaciones –dice, pero a su equipo, si acaso, solo se integrará un par de personas más de las cuales, no reveló nombres.
Todos los contactos con los actuales secretarios de estado en las carteras vinculadas a lo social, estarán liderados por Luis Videgaray. “No vamos a entablar nosotros contactos unilaterales. Él decidirá en qué momento es conveniente que yo esté o no esté. Todo se va a hacer de manera muy ordenada”.
