Indígenas protestan: priorizan la ayuda a turistas

Aspecto general de los destrozos que existen y los derrumbes constantes que se presentan sobre la carretera federal Tlapa-Marquelia. Foto: Cuartoscuro.
A causa de las lluvias que azotaron Guerrero entre el 13 y el 18 de septiembre, al menos 42 personas perdieron la vida en 55 comunidades indígenas de la región serrana conocida como La Montaña (nueve casos más de los reconocidos por Protección Civil), mientras que los posteriores deslaves y el crecimiento de ríos destruyeron o dañaron gravemente 3 mil 381 viviendas en esta zona, según información preliminar divulgada ayer 23 de septiembre por el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan.
Además, se reportó que las lluvias provocaron la pérdida de por lo menos 5 mil 303 parcelas en esta región, predominantemente indígena, en las cuales se cultivaba principalmente maíz, pero también café y frijol, lo que pone en riesgo la alimentación en estas comunidades, en el corto y mediano plazo.
Durante el encuentro que representantes de estas comunidades sostuvieron ayer con Rosario Robles, en el municipio de Tlapa, el antropólogo Abel Barrera, de Tlachinollan, destacó asimismo que hasta el momento sólo han podido documentar las afectaciones en siete de los 19 municipios de La Montaña, en los cuales habitan 32 mil personas, que permanecen en estas localidades sin asistencia alguna.
El integrante de Tlachinollan detalló que los desgajamientos de cerros causados por la tormenta Manuel han destruido 936 casas en los pueblos de La Montaña, mientras que la crecida de los ríos se ha llevado otras 191 viviendas, y 2 mil 254 más presentan daños estructurales; y aún falta por contabilizar la infraestructura pública dañada o destruida, como escuelas, centros de salud, puentes, así como tendido eléctrico o para el abasto de agua potable.
Además, se reportaron serias afectaciones a la carretera Tlapa-Marquelia, única vía de comunicación de los pueblos indígenas de La Montaña, a causa de deslaves, hundimientos y desprendimientos, misma que, por ahora, permanece intransitable.
La culpa es de la prensa
Al cumplirse diez días desde que iniciara el azote de las lluvias sobre las comunidades de La Montaña, la secretaria de Desarrollo Social del gobierno federal, Rosario Robles, se presentó ayer por primera vez en este punto, ante los delegados de los pueblos indígenas de la región –algunos de los cuales caminaron hasta 48 horas para llegar al encuentro–, pero no para organizar con ellos el envío de asistencia, aún de forma tardía, sino para justificar la falta de ayuda humanitaria a los habitantes de esas localidades, la mayoría de las cuales permanece sin recibir ningún tipo de apoyo oficial, hasta la fecha.
A pesar de que la acusación de que la ayuda no ha llegado a estas localidades indígenas le fue formulada directamente por los representantes de dichos pueblos, la exdirigente nacional del PRD, hoy integrante del gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, aseguró que esta impresión “ha sido un problema mediático, pero no de trabajo: hemos estado en todas las partes del estado de Guerrero”.
Pese a ello, reconoció que la asistencia no es entregada directamente a las localidades afectadas, sino a los alcaldes de los municipios en que éstas se hallan enclavadas, y a los cuales los pobladores acusan de dar un uso partidista a dicha ayuda, negándosela a aquellos que no los respaldaron en sus campañas, y que en muchos casos se trata de pueblos enteros.
Robles, quien calificó su presencia en Tlapa como un “acontecimiento histórico”, afirmó además que ésta no es la primera vez que visita La Montaña, sino que antes de las lluvias estuvo en la zona, para la instalación de 105 comedores comunitarios.
Y aún cuando nunca le fue solicitado que personalmente recorriera los pueblos de La Montaña, Robles subrayó que no es su responsabilidad asistir a estas localidades, sino “organizar que la ayuda llegue”, lo cual, justamente, es lo que no está ocurriendo, tal como afirmaron los representantes comunitarios.
Hongos, el único alimento disponible
En su turno al habla, la joven Isela Bautista, de Acatepec, informó que varias comunidades han debido abandonar sus hogares, y refugiarse en la punta de cerros, “y ahí están ahorita, sin que les haya llegado apoyo hasta el momento, y nuestros niños están comiendo lo que pueden encontrar, como son hongos… los niños están llorando porque no tienen qué comer”.
Asimismo, informó que en el río Zontecomapa han comenzado a aparecer cadáveres que los pobladores de Acatepec no han podido identificar.
Por su parte, Edith Herrera, otra joven originaria de San Marcos, en Metlatónoc, levantó varias veces los aplausos de los representantes indígenas, al reclamar a Robles el que se haya priorizado dar atención a los turistas de Acapulco, para los cuales fueron puestos a disposición todos los helicópteros empleados en labores de rescate y envío de víveres, mientras que los indígenas de La Montaña, sin alimento ni refugio, fueron ignorados al elaborar los planes de contingencia, al menos durante estos diez días. “Las imágenes de la ayuda que se dio en Acapulco nos indignaron a todos en La Montaña, porque a nosotros nadie nos asistió… es muy sospechoso que nuestras comunidades estuvieran hasta hace poco llenas de militares, supuestamente apoyando la cruzada contra el hambre –que Robles encabeza–, pero cuando se trató de brindarnos verdadero auxilio, resulta que no tienen medios para hacerlo.”
Esta joven, además, encaró al presidente municipal de Metlatónoc, Neftalí Hernández, quien acompañaba a Robles, y lo acusó de mantenerse escondido durante estos diez días, sin acudir siquiera a los pueblos afectados de la región que gobierna, para verificar qué tipo de ayuda es necesaria.
Además, se denunció que los presidentes municipales estaban acaparando la poca ayuda que ha fluido hacia esta zona del estado, por lo que reclamaron a Robles que deje de coordinarse con estas autoridades, que han dado un uso clientelar a la asistencia humanitaria, y que reconozca que los verdaderos representantes de los pueblos indígenas de La Montaña son los delegados nombrados en asamblea.
Estas autoridades reconocidas por usos y costumbres, cabe destacar, conformaron el pasado domingo el Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña de Guerrero,para el cual “exigimos respeto y reconocimiento” a los tres niveles del gobierno, para que sea éste organismo civil el que encabece la distribución de la asistencia humanitaria que, eventualmente, se envíe a los pueblos indígenas, sin que se corra el riesgo de que intermediarios con “intereses exclusivamente partidistas” acaparen esta ayuda.
Epílogo: el silencio anhelado
Justo antes de que iniciara el encuentro con los representantes de los pueblos indígenas de La Montaña, Rosario Robles demandó que la prensa abandonara el recinto, argumentando que “debemos platicar con calma”, y luego arguyendo que los enviados de los medios –alrededor de 10 personas– “están quitando espacio”, aún cuando un tercio de la sala empleada estaba desocupada, razón por la cual Ramón Sosamontes, colaborador de la secretaria de Desarrollo Social desde sus épocas de funcionaria del gobierno capitalino, comenzó a exigir a los camarógrafos que apagaran sus equipos, y a los reporteros que salieran del lugar.
No obstante, los funcionarios federales debieron desistir de su intento de mantener en privado la discusión con los pueblos indígenas, ya que la presencia de la prensa en el encuentro fue defendida por los mismos representantes de las comunidades afectadas por la tormenta Manuel.
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