La familia de un desaparecido difunde un retrato hablado que la autoridad esconde
Por un año y cinco meses, las autoridades federales han tenido este retrato en su poder, sin emprender ningún tipo de búsqueda. Se trata de El Chango, integrante de una célula de Los Zetas asentada en Monclova, Coahuila, y a quien un testigo identifica como el asesino del ingeniero José Antonio Robledo, un joven del DF secuestrado el pasado 25 de enero de 2009 en aquella localidad, considerado, desde entonces, víctima de desaparición forzada.
Por información que permita la captura de El Chango, así como de otros implicados en este rapto, desaparición y presunto homicidio, la Procuraduría General de la República ofrece una recompensa de 8 millones de pesos, sin embargo, su retrato hablado –elaborado a partir del testimonio de uno de sus cómplices– hasta la fecha se ha mantenido oculto.
“Este retrato se elaboró desde septiembre de 2012 –lamenta don Antonio Robledo, padre del joven desaparecido– y hasta la fecha no se le ha ocurrido a la autoridad publicarlo, darle difusión. En la PGR nos salen mucho con que: ‘esto no hay que darlo a conocer a la prensa’. Nos dicen: ‘esto hay que mantenerlo en secreto’, pero después de todo este tiempo transcurrido, ahora creemos que las autoridades nos han pedido no difundir esta información para no evidenciar que, en realidad, no están haciendo nada por localizar a este delincuente.”
Sentada a su lado, la señora Guadalupe Fernández, madre de José Antonio, añade: “Ya estamos perdiendo la paciencia y la confianza en las autoridades, porque nos tienen atados de manos para que no divulguemos nada del caso, pero tampoco nos dan resultados: las investigaciones no han tenido un solo progreso en casi dos años”.
Por esta razón, los padres del ingeniero desaparecido en Coahuila –donde laboraba para la empresa ICA Fluor Daniel– decidieron hacer público este retrato hablado, con el anhelo de que “quizá alguien sepa quién es, y pueda decirnos en dónde se encuentra”, debido a que, consideran, además de que debe ser presentado ante la justicia, él podría proporcionar información certera que permita localizar a su hijo o, al menos, “conocer la verdad” en torno a su destino.
“Ante la falta de interés, imaginación, ganas, voluntad, ingenio, oficio, y no quiero hablar de corrupción aún, por parte de las autoridades –señala don Antonio–, nosotros tenemos que darles un palo para que se movilicen, porque desde 2012 la investigación no ha avanzado nada.”

El Chango, presunto integrante de la banda que desapareció al ingeniero José Antonio Robledo Fernández, y por quienes se ofrece una recompensa de 8 millones de pesos.
El testigo…
En julio de 2012, tres años y medio después de la desaparición del ingeniero José Antonio Robledo, las autoridades federales capturaron a un integrante de Los Zetas que accedió a dar información en torno a distintas investigaciones por crimen organizado, entre las cuales se halla el caso del joven raptado en 2009.
La identidad y el lugar en donde permanece recluido este “testigo colaborador” se mantiene bajo reserva, debido a que “su cabeza tiene precio, ha delatado a muchos delincuentes y ha proporcionado información que terminó siendo fundamental en algunos procesos”, señala el señor Robledo.
“Este informante dijo que él vio el cuerpo de mi hijo, cuando lo traspasaban de una camioneta a otra, en una gasolinería ubicada en la carretera Monclova-Saltillo, incluso dijo que vio la camioneta de mi hijo (una Xtrail 2004, en la que fue raptado) y que el vehículo llevaba unos balazos y un vidrio roto.”
Además, añade su esposa, “este sujeto aseguró que su cuerpo lo ‘cocinaron’ con diessel, yo no quiero usar sus palabras, porque eso también implica creerles, y eso fue algo que nos shockeó, y ahorita ya lo podemos platicar, aunque al inicio no era así.”
Además de El Chango, al que el informante identificó como el autor material del asesinato, éste también proporcionó información suficiente para elaborar los retratos de otros cómplices, a los que, no obstante, sólo identifica por sus apodos: El Risas, El Guerber, El Agonía, El Sonrics, La Rana y El Cardoso, por todos los cuales la PGR ofrece recompensa, aunque sin hacer públicos sus rostros.

Por información que permita la captura de Carlos Arturo Jiménez Encinas, El Plátano, se ofrece una recompensa de 3 millones de pesos.
Sólo en un caso, señalaron los padres, las autoridades han divulgado la identidad de uno de los implicados, junto con su fotografía: se trata de Carlos Arturo Jiménez Encinas, alias El Güero o El Plátano, por quien ofrece 3 millones de pesos de recompensa, y que permanece prófugo.
El teléfono de ICA…
A partir de las declaraciones de este testigo, así como de la información recabada por investigaciones propias y oficiales, los padres de José Antonio Robledo Fernández aseguran que, por el momento, existen dos hipótesis sobre los motivos del rapto y desaparición de este joven, quien se había sumado al proyecto de Altos Hornos que desarrollaba ICA en Coahuila, con el objetivo de ahorrar dinero suficiente para sufragar su boda: una versión señala que el ingeniero fue confundido con agente de inteligencia de la PGR, y la otra –la más “verosímil”, según los familiares del joven– es que José Antonio detectó tratos irregulares con contratistas, que Los Zetas se encargaron de acallar.
“Mi hijo tenía la obligación de vigilar la calidad de los trabajos realizados por contratistas –narra don Antonio–, y nosotros estamos seguros que él encontró algo irregular, telefónicamente él me comentó que había detectado anomalías en las subcontrataciones. Entonces, por consejo mío, mi hijo tuvo la mala fortuna de comentarle esto al gerente de la obra Raúl Alberto Medina Peralta.”
Fue después de hacer este anunció a su superior, que el ingeniero de ICA fue raptado por al menos tres sujetos, que lo atacaron cuando descendía de su vehículo, junto a un negocio de refacciones automotrices, el 25 de enero de 2009, sin que hasta la fecha se conozca su paradero.
Los golpes y amenazas contra José Antonio fueron escuchados por su novia, con quien éste mantenía una conversación telefónica al momento de ser raptado.
Por investigaciones propias, en las semanas siguientes al rapto los padres de José Antonio pudieron obtener el historial del teléfono celular que el joven portaba, el cual deja constancia que, un día después del secuestro, en este aparato se recibieron dos llamadas realizadas desde oficinas de ICA en Coahuila, y una más desde las oficinas de ICA en la Ciudad de México, hecho que no sólo no ha sido investigado por la Procuraduría General de la República, sino que, incluso, ha sido ocultado mediante engaños.
“Por dos años, las autoridades nos mantuvieron en la creencia que esas llamadas eran, como se dice, ‘salientes’ –narra la señora Guadalupe–, pero eso no es así, esas llamadas no salieron del teléfono de mi hijo, sino que se recibieron. Desde ICA, alguien se comunicó con quien tenía en su poder el teléfono de mi hijo, al día siguiente de que fue desaparecido. Y las autoridades nos mantuvieron en el engaño por dos años, hasta que nosotros nos pusimos a verificar toda esa información y descubrimos que habían mantenido conversaciones con los captores de José Antonio no sólo desde las oficinas de ICA en Monclova, sino también desde las oficinas del Distrito Federal.”
Esta línea, sin embargo, no ha sido investigada.
“Han pasado cinco años desde la desaparición de José Antonio –protesta su padre–, y hasta la fecha, las autoridades no han sabido solicitar las facturas, ni los reportes telefónicos o el desglose de las llamadas telefónicas de ICA”, información que permitiría esclarecer no sólo desde qué oficinas o extensiones se realizaron las llamadas al teléfono del joven raptado, sino que también permitiría establecer una red de vínculos entre la célula de Los Zetas asentada en Monclova y personal de esa empresa constructora.
“Cuando la PGR ha solicitado esta información, lo ha hecho mal, con errores”, como, por ejemplo, explicó, cuando fue requerida la información telefónica a una empresa de telecomunicaciones cuya razón social fue incorrectamente escrita y, en consecuencia, dicha petición no obtuvo respuesta.
Lo grave de esto, remató el señor Antonio Robledo, es que la ley obliga a las empresas a conservar esta información por cinco años, y en enero pasado venció este plazo, por lo que, desde este mes, dichos datos están en riesgo de perderse.
Epílogo: el tiempo
Enfrentar la posibilidad, casi la certeza, de que su hijo perdió la vida en manos de sus captores, “fue un shock tremendo para nosotros –afirma doña Guadalupe–, pero ahorita (un año y cinco meses después de obtener esa información) ya lo podemos platicar. De hecho, saberlo, aunque es muy doloroso, nos ha ayudado en este proceso. Porque ya no pienso qué le hicieron, si lo están torturando, si lo tienen con hambre, con frío, si le cortaron una pierna, un dedo, una oreja… si poco a poco no hubiéramos aceptado que mi hijo ya no está, ahorita estaríamos más enfermos de lo que lo hemos estado. Y eso, sin embargo, no quiere decir que hayamos dejado de buscarlo, eso jamás.”
El pasado 25 de enero se cumplieron cinco años de búsqueda, y este matrimonio hace un repaso sobre lo vivido. “En este camino –dice Guadalupe– hemos visto de todo: los que se han enfermado, los que han muerto, los que se han suicidado, los que se han quedado abajo de la mesa… Hay casos en los que es la mamá la que busca, y el resto de la familia pretende seguir su vida, y hay casos en que es el papá, y así han empezado a morir los que buscan.”
De hecho, concluye, “yo pienso que el gobierno estatal de Coahuila y el gobierno federal le están apostando al tiempo, están esperando que nosotros en algún momento nos fastidiemos, o que pase el tiempo necesario para que ya no se pueda obtener el ADN de ningún resto, a eso le apuestan, al tiempo y al desgaste… pero nosotros tenemos una consigna, una promesa: que hasta que Dios nos permita, vamos a buscar a Toño. Él era muy buen hijo, estaba muy pegado a nosotros, era el casero, el que estaba al pendiente de nosotros, el que pensaba que nos iba a cuidar cuando estuviéramos viejitos, y tengan la seguridad de que si nosotros fuéramos los desaparecidos, él estaría ahí, buscándonos.”
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