¿Qué come un campusero? El frenesí de la pizza prefabricada y otras historias

La pizza prefabricada se volvió un éxito en este evento; en muchas mesas se ven cajas naranjas. //Foto: @Xavs_
“Estoy vendiendo lonches, ¿compras?” pregunta un chico de unos 20 años de edad a otro que está trabajando en su laptop. Ambos son ‘campuseros’, y uno de ellos está haciendo lo que para la mayoría de los participantes es tradición: traer todo tipo de comida al foro y venderla o intercambiarla con quienes durante varios días se vuelven sus ‘vecinos’.
A pesar de que la venta de comida entre ‘campuseros’ es una actividad recurrente, el joven vendedor de lonches utiliza una estrategia distinta. Mientras que la mayoría acapara en grupos de amigos un espacio en las mesas del evento para poner una ‘tienda improvisada’, él utiliza su mochila para ir de un lado a otro a ofrecer sus productos. En ambos casos las ventas son recurrentes.
De la lata de atún a la pizza ‘instantánea’
Un grupo de chicos se reúnen alrededor de las ocho de la noche en el área de camping; esta zona está apartada del ajetreo de las conferencias, pues se ubica en un estacionamiento gigantesco en la parte superior de Expo Guadalajara. Ellos subieron a darse una ducha, reunirse y comer afuera de su tienda de campaña.
Son chicos y chicas del Instituto Tecnológico de Tala, ubicado a las afueras de Guadalajara, a unos 60 kilómetros del lugar donde se realiza Campus Party. Ninguno de ellos rebasa los 23 años de edad; son amigables y, aunque se alejaron del bullicio están muy abiertos a compartir su experiencia.
“Desde que llegamos fuimos al Soriana que está aquí cerca para ver qué sería lo más barato… compramos latas de atún, agua y algunas verduras. En el evento no hemos comprado nada, todo está muy caro”, afirma uno de ellos.
Ellos representan un amplio sector de los ‘campuseros’: estudiantes, en su mayoría, quienes aún no tienen ingresos suficientes para llegar al evento con un gran presupuesto, pero eso no arruina de ninguna forma la experiencia. Por el otro lado están los que sí cuentan con una cantidad de dinero destinada a ‘comer lo que se encuentren’.
Un ejemplo es la pizza, de la cual hay un local cercano que está generando ventas inusuales de su versión ‘hot and ready’ (caliente y lista) cuyo concepto es pagar un precio de 79 pesos por una pizza de pepperoni que no hay que esperar a que se cocine, pues ya está esperando por el cliente.
La comida ‘campusera’: hay gran variedad
Cuando se trata de ‘sobrevivir al hambre’, los jóvenes no carecen de iniciativa: van a las tiendas cercanas, compran una cantidad considerable de comida empaquetada y agua y vuelven al evento a venderla por un precio razonable. Es así como reinvierten parte de su dinero.
Hay quienes venden muffins, galletas o paletas; algunos de ellos intercambian un producto por otro, incluso a cambio de un ‘like’ a su página de Facebook. Desde luego, también hay estaciones de comida en el evento para quien solo desea llegar, pedir y sentarse a comer.
En esta área hay comida oriental que incluye sushi y otras variedades como ‘gyudon’, ‘yaki soba’ y ‘temaki’ con precios que van desde los 25 hasta 80 pesos; otro stand vende sándwiches y hamburguesas desde 25 hasta 40 pesos, mientras que uno más vende menús completos de comida: sopa, ensalada, plato fuerte, postre y agua por 100 pesos.
Voluntarios: los ‘campuseros’ con experiencia ‘semi-VIP’
Para entrar al área de camping los periodistas necesitan pedir autorización y ser acompañados por uno de los voluntarios, que son docenas de jóvenes que se ofrecieron para asistir al evento y apoyar en la logística. A cambio ellos reciben acceso al evento, así como otros beneficios.
Cada voluntario debe trabajar seis horas por día, lo que resta del tiempo es para ellos y lo pueden usar como deseen, incluso participando en los retos que se lanzan. Cuando es la hora de comer, Campus Party les ofrece una comida al día, misma que se sirve en un salón reservado donde hay mesas y sillas.
Gustavo, de 20 años de edad, es el voluntario que nos dio el recorrido por la zona de camping. Él vive en Guadalajara y dice que trajo de su casa algo de comida empaquetada, lo cual combina con los alimentos que provee el evento. “Mucha gente comparte la comida que trae, así que se da mucho el truque”, afirma.
Otro beneficio que tienen los voluntarios es el de recibir casas de campañas ‘dobles’, pues también hay una versión de casa que es pequeña, además se les otorga un brazalete que les concede el acceso a todas las áreas del evento, incluyendo las VIP o reservadas por ejemplo para prensa.
Según Gustavo, la gente que viene de otros estados va cada dos días a abastecerse de comida en las tiendas. “La pizza en particular ha sido muy accesible, y como hay quienes vienen en grupos grandes invierten en comprar comida ‘en equipo’”, finaliza.
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