“¡Luchaaaaa…!”, grita una voz desde los parlantes. “¡VaVOOM!”, responde la audiencia.
Es una dinámica que se mantiene a lo largo de las más de dos horas que dura Lucha VaVOOM y que refleja la sintonía entre el público y los artistas que protagonizan el espectáculo.
Quien llega por primera vez siente que todos los que están allí son habituales de esta provocadora e irreverente propuesta en la que todo es posible.
Al rato, el recién llegado está gritando como todos los demás.
“Queremos ser un refugio. Me encantaría tener una actuación cada día para animar a la gente a que desconecte del mundo por unas horas y no piense en los problemas'”, le dice a BBC Mundo Rita D’Albert, que hace 15 años creó este espectáculo junto a Liz Fairbairn.
Nada más pasar la puerta del teatro Maya, en el centro de Los Ángeles, me encuentro en otro mundo.
El ambiente dentro del teatro es vibrante.
“En Halloween tenemos el espectáculo más extraño”, dice D’Albert. “No es que no seamos siempre raros, pero en Halloween le damos un toque extra”.
El local está lleno.
Algunos de los asistentes están disfrazados de zombis o esqueletos, otros llevan máscaras de lucha libre mexicana; unos toman fotos y otros hacen fila para comprar una bebida.
Pero hay algo que todos compartimos: una gran expectación.
El espectáculo, con el título “El olor del miedo”, arranca con la trapecista Veronica Yune oscilando desde el techo como un murciélago que, según avanza la actuación, se va despojando de su ropa, que no es mucha.
Es el aperitivo de un show en el que se intercalan combates entre personajes extravagantes, intervenciones cómicas de los presentadores y sugerentes actuaciones musicales recibidas con aplausos y exclamaciones.
D’Albert no se ha perdido ninguno de los shows de Lucha VaVOOM en sus 15 años de existencia.
“Sigue siendo fresco y excitante. La audiencia, su energía, es increíble y es muy divertido para los luchadores”, cuenta.
La idea de combinar lucha mexicana con comedia y burlesque nació de una historia personal.
Liz Fairbairn salía con un luchador mexicano y empezó a interesarse por esta actividad. Él no tenía visa para quedarse en Estados Unidos y ella viajaba a Tijuana para verlo.
Fairbairn trabajaba en el mundo del cine y la publicidad, y conocía a D’Albert, una música y organizadora de espectáculos de burlesque.
“Le dije: ‘¿Por qué no hacemos un espectáculo de lucha con actuaciones de cabaret?’. Y así surgió Lucha VaVOOM”, cuenta Fairbairn.
“Soy música, no deportista, y no estaba muy interesada en la lucha, me producía incluso cierta repulsión. Pero Liz me dijo que era chévere y que debía ir a verlo. Me quité los prejuicios e inmediatamente me enamoré“, recuerda D’Albert.
“Me sentí estúpida por haberlo criticado tanto porque realmente me gusta, es tan divertido… hay grandes atletas, es como ver buenos gimnastas”, agrega.
“Además, los personajes son muy fáciles de digerir, no hay ambigüedad. Es el bien contra el mal. El público aplaude al bueno y abuchea al malo”.
“Es un ambiente salvaje pero seguro, como un refugio para liberarse del estrés”.
Para D’Albert, la fascinación de los humanos hacia este tipo de enfrentamientos se remonta a la Grecia Clásica y ahí radica el éxito del espectáculo.
El nivel de los combates sube conforme avanza el espectáculo. La pareja conocida como Crazy Chickens despierta las pasiones de la audiencia. Su victoria es aplaudida a rabiar.
Otro de los luchadores, Dirty Sánchez, desata carcajadas cuando queda con el trasero al descubierto, en una muestra más de que dentro de este teatro, todo vale.
Y a nadie parece molestarle que coloque las nalgas desnudas sobre la cara de su oponente, de nombre Chocolate Caliente.
“El de Los Ángeles es un público con fama de ser difícil, tengo experiencia sobre el escenario y sueles ver a gente con los brazos cruzados”, indica D’Albert.
“Cuando hicimos el primer Lucha VaVOOM y miramos a la gente y vimos que estaba de pie, chillando a los malos, dejándose llevar, pensé que era la primera cosa que hacía bien en cuanto a ayudar a la gente a expresarse“, dice.
La dureza de los choques y los golpes con sonido metálico se compensa con las actuaciones musicales, llenas de sensualidad y picardía.
Prácticamente todas las mujeres que vemos sobre el escenario aparecen vestidas fieles al tema de la noche: el terror.
Pero ya sean vampiras, zombis o brujas, todas ellas quedan casi desnudas al final de su actuación.
Rita D’Albert se adelanta a las posibles críticas por el uso del cuerpo de la mujer.
“Estados Unidos es un lugar extraño: toda la publicidad está muy sexualizada, pero en cuanto pones a una mujer en el escenario que es libre de representar lo que ella quiera, entonces la gente dice que la estás explotando”, afirma.
“Y no. Estamos contratando a estas artistas increíbles que hacen el espectáculo que ellas quieren. Vienen a mí y me dicen lo que quieren hacer. Nosotras las ayudamos con la ropa”.
D’Albert agrega: “A la gente que piensa que esto no es para mujeres, les digo que este es el único evento de lucha creado y dirigido por mujeres: nuestra directora es una mujer, la directora de escenografía también. Y funciona”.
“En cuanto a la parte de burlesque, las mujeres son las primeras en aplaudir y les dicen a sus acompañantes masculinos que pueden mirar sin pena”.
Fairbairn y D’Albert dicen tener a los mejores talentos, algunos de los cuales los fueron a buscar directamente a Ciudad de México.
“No sólo tienen que ser buenos en lo suyo, la lucha, sino que deben tener carisma y personalidad sobre el ring“, explica Fairbairn.
El público que acude es diverso, aunque sí se observa gran presencia latina.
“Vienen aficionados a la lucha y también vienen muchos nostálgicos, inmigrantes que crecieron viendo lucha con sus padres o abuelos y ahora de alguna forma lo hemos recuperado para ellos”.
Sea por nostalgia, por afición a la lucha mexicana o por curiosidad, lo cierto es que quien asiste al espectáculo se olvida por unas horas de lo que pasa fuera.
D’Albert afirma: “Lucha VaVOOM es una liberación, un alivio. Puedes desconectar por tres horas, gritar, divertirte, beber si quieres, hacer amigos… Es un ambiente muy abierto, salvaje pero seguro”.