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Deudas fantasma y condiciones engañosas detonan protestas de mensajeros del servicio Rappi
Deudas fantasma y condiciones engañosas detonan protestas de mensajeros del servicio Rappi
8 minutos de lectura
Deudas fantasma y condiciones engañosas detonan protestas de mensajeros del servicio Rappi
09 de octubre, 2018
Por: Caterina Morbiato
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Todo lo que quieras, un RappiTendero te lo lleva. Desde unas papas, hasta juguetes sexuales. Tu súper de la semana, el ramo de flores para la sorpresa de aniversario, los zapatos que viste en aquella tienda.

La aplicación de entregas a domicilio cubre una cantidad impensable de servicios. Todo “lo que necesites que requiera tiempo” Rappi te lo soluciona, destaca la plataforma.

La empresa cuida el tiempo de sus usuarios, pero no el de sus repartidores.

El pasado jueves 27 de septiembre, cientos de rappitenderos – como se les llama a los repartidores – fueron notificados de una supuesta deuda con la empresa y muchos fueron dados de baja.

En sus cuentas de Rappi aparecieron adeudos que iban de 1 peso hasta sumar 40 mil pesos. Los rappitenderos las llamaron “deudas fantasmas”, porque aparecieron sin explicación en sus cuentas.

“Nos están robando”, “este es un fraude”, fue la queja que más se repitió entre los rappitenderos, muchos de ellos molestos porque fueron desconectados después de ser notificados de las deudas.

Cuando pidieron una explicación a la empresa, solo recibieron un correo en el que se les informó que durante los últimos dos meses se habían generado errores en los depósitos, por lo que estos habían sido calculados mal y por eso la aplicación les cargó una deuda. Sin abundar en cada caso en lo particular.

El mensaje de la empresa, sin embargo, sembró más dudas entre los rappitenderos y como no les ofrecieron respuestas claras decidieron manifestarse.

De un día para otro, se quedaron sin fuente de ingresos, desempleados y con una deuda encima que no supieron cómo contrajeron.

El 29 de septiembre, cerca de 150 jóvenes con grandes mochilas cuadradas de color naranja bloquearon el tránsito frente al número 57 del Boulevard Miguel de Cervantes Saavedra, colonia Granada, en la Ciudad de México, donde se encuentra la oficina de los directivos de Rappi.

Una de las mayores preocupaciones era saber en qué estatus se encontraba su historial crediticio.  Según lo que se lee en la hoja de “términos y condiciones de uso de plataforma virtual RappiTendero”, si los repartidores tienen una deuda con Rappi y no realizan el pago después de dos días, la empresa los puede reportar antes las entidades bancarias correspondientes.

rappiEl unicornio colombiano

Rappi es una de las empresas de entregas a domicilio más exitosas del momento. En Latinoamérica es la única que ha recibido el apoyo de Y Combinator, la poderosa aceleradora de start ups que ha fondeado marcas como YouTube, Apple y Airbnb.

Fundada en 2015 por los colombianos Sebastián Mejía, Simón Borerro y Felipe Villamarín, actualmente tiene presencia en 27 ciudades de seis países: Colombia, Brasil, Uruguay, Chile y Argentina.

A México, Rappi llegó en enero de 2016 y creció con prisa: hoy cuenta con alrededor de 10 mil mensajeros y más de un millón de usuarios; diariamente se realizan más de 50 mil pedidos. Además de la Ciudad de México y todo el Estado de México, la start up  llegó ya a Guadalajara, Querétaro, Monterrey, Puebla y Mérida.

Rappi – cuyo logotipo son unos frondosos bigotes sobre un fondo naranja fluorescente- ha logrado inversiones internacionales que rondan los 200 millones de dólares. Gracias a esto, en los últimos meses ha alcanzado una categoría codiciada: empresa unicornio.

De acuerdo a los economistas, las empresas unicornio son aquellas que desde su fase inicial alcanzan una valoración superior al billón de dólares.

En abril pasado, el entonces candidato y hoy presidente de Colombia, Iván Duque, difundió en su cuenta de Twitter una foto donde sonreía junto a Simón Borrero, cofundador y CEO de la empresa.

Muchos colombianos no apreciaron el apoyo manifestado por la start up al político justo en tiempos de campaña y decidieron boicotear a Rappi. Las críticas también cuestionaban que Duque definiera como “empleo formal” el trabajo que ofrecía la empresa.

Los rappitenderos no cuentan con un contrato laboral, seguro médico, vacaciones retribuidas, ni un sueldo mínimo, los beneficios que, en teoría, debería garantizar un empleo formal.

Como en otras aplicaciones hermanas -Uber y Cabify, por ejemplo- los rappitenderos son considerados socios de la empresa o contratistas independientes, por lo que a cambio de independencia para administrar su tiempo, sus recursos y sus ganancias como mejor les parezca, no tienen contrato como trabajadores.

Esto se agrava ante la posibilidad de una enfermedad o accidente: sin seguro médico, el trabajador tendrá que pagar la consulta de su bolsillo. Si lo atropella un carro y el pedido se arruina, la empresa pedirá que él reponga su costo. Si lo asaltan y se llevan su teléfono en una entrega, incluso si le roban el dinero del mismo pedido,  tendrá que reponerlo todo.

Si se descompone una pieza de su moto o de su bici, la empresa no cubrirá el costo de mantenimiento. Si es despedido sin justificación u ocurre cualquier injusticia con sus superiores o con los clientes, el repartidor está legalmente incapacitado para reclamar nada.

Los rappitenderos no son empleados de Rappi. Ellos son los “jefes de sí mismos”, para bien y para mal todo depende de ellos.

rappi¿Rappi Te Quiere o No Te Quiere?

La indignación y las protestas de la última semana en Ciudad de México no se limitaron solo a las deudas, sino también al sistema de créditos. La aplicación funciona como un sistema de bonos y recompensas que, en teoría, estimulan al trabajador a aceptar más pedidos y recorrer más distancias. El pago de estos bonos, sin embargo, se retrasa constantemente o, de plano, nunca llega. Y la retribución mínima por cada entrega también se ha visto reducida en un 25%.

Como muchos de sus colegas, Evelyn (su nombre no es real) se hizo rappitendera porque es estudiante. Toma clases en dos diferentes escuelas y un trabajo flexible encaja bien con sus horarios. Dijo que por semana ha logrado ganar unos 1500 pesos, pero le han tocado varias ocasiones donde el pedido fue más una pérdida que una ganancia.

“Una vez tuve que ir a tres tiendas diferentes: una tlapalería, una tienda de mascotas y una farmacia. Eso en un solo pedido. En la farmacia no tenían el medicamento que buscaba el cliente, así que tuve que ir a otras dos tiendas. Perdí dos horas y gané 60 pesos. Pero del soporte técnico me dijeron que no podía reclamar más, que todas las vueltas contaban como una entrega única. Si me rechazaba, me iban a castigar: me quitaban el pedido y me iban a desactivar por una o dos horas”, señaló Evelyn.

Otro de los problemas de los rappitenderos es que no logran descifrar del todo el funcionamiento de la aplicación. Pocas veces son notificados de sus continuas actualizaciones y cambios en las reglas de operación, lo cual dificulta que los repartidores puedan mejorar su desempeño y entender cómo funciona sin perder tiempo o dinero.

A esto se suma que la relación entre repartidores  y empresa es cada vez más cibernética y distante.

Julio Contreras señala que antes había más cercanía entre los rappitenderos y las personas empleadas en el soporte técnico: los mensajes que intercambian venían con nombre y apellido, lo que creaba un vínculo, sabían con quién trataban. Pero desde hace unos meses este contacto desapareció, ahora en el remitente de los mensajes solo queda la escrita “soporte”.  

“Antes teníamos grupos de WhatsApp. Pero luego decidieron eliminarlos todos: no fue a través de una comunicación formal, más bien fue como una consigna no dicha: poco a poco los borraron todos.

“El cambio se hizo para que no nos organizáramos”, explicó Julio.

Sin rappitenderos, Rappi no funciona

Durante la noche del sábado 29 de septiembre las deudas empezaron a bajar para los rappitenderos que se manifestaron. Muchos decidieron no conectarse de nuevo el domingo, en un intento de huelga improvisada; la baja de las deudas les supo a maniobra de control de daños por parte de la empresa.

Ese mismo día Rappi ofreció algo insólito: bonos de 1,000 pesos válidos sólo para los nuevos mensajeros que se inscribieran en la app.

Ante la falta de respuestas, el lunes 1 de octubre alrededor de 40 rappitenderos volvieron a manifestarse. Ese día los recibió Sebastián Castellanos Duque, director de operaciones de Rappi, quien escuchó algunas razones de su inconformidad.

Pero se negó a recibir a una comitiva de cinco repartidores para dialogar con él sobre el tema de las deudas y otras inquietudes laborales.

“Si quieren que les diga algo, no les voy a decir nada. Con gusto les atendemos uno por uno, en atención presencial”, contestó Castellanos antes de levantarse y enfilar la puerta.

Aunque en los días siguientes a la aparición de las deudas, éstas comenzaron a bajar, los rappitenderos siguen sin saber cómo aparecieron en sus cuentas, ni tienen respuestas sobre sus otras inquietudes laborales.

Animal Político se comunicó con el personal de Rappi México para pedir su versión sobre la aparición de las deudas. Rappi envió un comunicado similar al que emitió después de las protestas en Colombia.

En este se lee:

  • En Rappi, creemos en la innovación y que es posible mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Con este objetivo trabajamos constantemente en generar soluciones más eficientes para nuestros usuarios y rappitenderos.
  • Somos enfáticos en rechazar categóricamente cualquier acto o vía de hecho que altere el orden público y que ponga en riesgo a la ciudadanía.
  • Estamos dispuestos a entablar un diálogo constructivo siempre y cuando sea sobre las bases del respeto y una vez cesen las vías de hecho. Para esto tenemos canales establecidos y abiertos como soporte a rappitenderos, reuniones semanales y centros de atención.
  • Agradecemos a todos los rappitenderos que comparten nuestra visión y valores.

Las protestas de repartidores contra Rappi no se limitan solamente a México. En julio, los rappitenderos colombianos se manifestaron frente a las oficinas centrales de Bogotá ya que las nuevas actualizaciones de la aplicación afectaban sus ganancias.

En Argentina  la decisión de la empresa de imponer ganancias diferenciadas según la antigüedad de los repartidores desató varias protestas: a los más “viejos” les tocaban viajes peores, mientras que a los nuevos, pedidos más apetitosos, todo con la intención de atraer más mensajeros y volver la marca más competitiva.

 

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