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“El #MeToo desnaturalizó el acoso, pero no ha bajado la violencia contra mujeres”: experta de la ONU
“El #MeToo desnaturalizó el acoso, pero no ha bajado la violencia contra mujeres”: experta de la ONU
5 minutos de lectura
“El #MeToo desnaturalizó el acoso, pero no ha bajado la violencia contra mujeres”: experta de la ONU
27 de diciembre, 2019
Por: Itxaro Arteta
@iartetam 

La situación de las mujeres en Latinoamérica no ha mejorado en muchos aspectos, sino que cada vez se ve, por ejemplo, más violencia en su contra, advierte en entrevista Alda Facio, feminista costarricense e integrante del Grupo de Trabajo de la ONU sobre la discriminación contra la mujer y la niña.

Como representante de este Grupo en América Latina, visitó México en noviembre pasado para la elaboración del informe anual sobre discriminación femenina que presenta ante el Consejo General de Naciones Unidas. Este año, el tema en el que se enfoca es el futuro de las condiciones laborales para las mujeres en el mundo.

Para ello, ya se hicieron consultas en Tailandia, dentro de la región de Asia; en Etiopía y Marruecos, de África; en Ginebra, de Europa; en Nueva York, como ciudad de América del Norte; y de las islas del Pacífico, en Australia. Ahí, uno de los puntos clave fue observar qué pasa con las mujeres de etnias originarias, y fue evidente que les cuesta más conseguir un empleo.

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En el caso de México y Latinoamérica, el Grupo también ha decidido poner el énfasis del estudio en las mujeres indígenas y las migrantes. Facio dice que no es muy optimista sobre los resultados que van a encontrar, y que serán presentados en un informe final en junio de 2020.

“En las mismas consultas que se han hecho, ha salido que las cosas no están mejorando para nada, que más bien están empeorando para muchas mujeres en el mundo. Por ejemplo, por todo el problema del cambio climático, se tienen que ir de sus tierras, o las que se van a vivir a la ciudad y no tiene un trabajo o es mal pagado”, señala.

Algunos indicadores en México dan muestra de una situación desfavorable, por ejemplo, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), viven en pobreza el 84.3% de las mujeres indígenas en zonas rurales. O en términos de violencia, la ONU advierte que cada día son asesinadas un promedio de 10 mujeres.

Sin emitir una opinión oficial sobre México, Facio explica que sí preocupan los reportes y quejas de organizaciones sociales que llegan al Grupo sobre la violencia de género, a pesar de ser un país que tiene una Ley y diversos mecanismos para prevenirla y combatirla.

“Sí tenemos reportes que nos dicen que no funciona, ni la alerta de género está funcionando, ni la protección a las mujeres. No ha bajado la violencia, más bien ha aumentado, entonces hay mucha preocupación de cómo frenar esta violencia, hay muchas opciones contradictorias sobre cómo solucionar este problema”, expresa.

“Y más que nada, el acoso sexual en las calles, en las universidades, todo lo que está pasando últimamente con el Me Too mexicano”, dice en referencia a la ola de denuncias de acoso que hubo en redes sociales a partir de marzo pasado.

Falta ampliar la lucha

Facio, de 71 años, es una reconocida jurista, experta en derecho con perspectiva de género, y feminista desde hace más de 40 años.

Con esta trayectoria, hace un balance crítico a título personal sobre el movimiento feminista actual y considera que aunque no está tocando todos los aspectos que afectan a las mujeres, sí ha generado ya un cambio sobre un punto muy específico, el acoso, que históricamente se había dejado pasar como si fuera normal.

“El acoso sexual en el trabajo ha existido desde que las mujeres empezaron a trabajar formalmente. Mujeres del Siglo XIX decían que era parte del trabajo, aguantar el acoso sexual. Si una quería trabajar y recibir un salario, tenía que aguantarse el acoso. Como las empleadas del hogar se aguantaban el acoso o casi la violación sexual como parte de su trabajo, el cuerpo era del patrón.

”Eso lo hemos sabido. Pero todo esto que salió así tan fuerte, tanto en Estados Unidos como aquí, como en Argentina donde se ha dado más fuerte el Ni Una Menos, lo que estamos viendo es que no era una loquita, ni solo una que le pasó porque era muy linda o muy sexy, sino que es una cosa generalizada”, subraya.

Recuerda que su propia madre le contaba que en su época, viviendo en Nueva York, usaban sombreros que se sostenían con un alfiler, y entonces usaba eso como arma cuando se subía al transporte público para encajárselo a quien se propasara, pero jamás se le hubiera ocurrido poner una denuncia o hablar del tema. Ella misma reconoce que las mujeres solo pensaban en cómo defenderse, cómo cuidarse usando el transporte solo a ciertas horas o no yendo a ciertos lugares, pero no habían alzado la voz al respecto.

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“Ahora ya, especialmente las más jóvenes, están suficientemente empoderadas por todo el movimiento feminista que vino antes, que tal vez no se atrevió a denunciar así masivamente, pero que ya abrió para que ahora sí se denuncie. Yo espero que con esto ya quede desnaturalizado el acoso. No es que va a parar, porque para eso tiene que cambiar la mentalidad de los hombres. Pero que quede desnaturalizado”, afirma.

Aun así, cree que a las feministas de hoy les está faltando una visión más amplia de lucha contra muchas formas de discriminación y misoginia en todos los campos, como lo hicieron las activistas de los años 60: en el lenguaje, los chistes, la cultura, la ropa. Además de causas de fondo, agrega, que están en la estructura social del patriarcado y también en el neoliberalismo, al presentar a las mujeres como objeto sexual y a los hombres con derecho sobre sus cuerpos.

Pese a que es abogada y ha dedicado su vida a eliminar leyes discriminatorias y mejorar los contextos legales para las mujeres, dice que ese trabajo es solo una parte y cambia apenas un poco, mientras que hace falta que los medios de comunicación y la educación hagan también un trabajo por la igualdad.

Su idea es que hace falta un cambio completo en las relaciones sociales y la forma de vida de la humanidad, y considera que los jóvenes por eso están involucrados en nuevos movimientos que tienen que ver con todo el planeta y que pueden unirse con el mismo propósito.

“Cuando estoy optimista pienso que esto del cambio climático tiene la posibilidad de unir a los diferentes movimientos. Porque lo que ha estado pasando es que las feministas están en un sitio, los que están con la ecología y salvar al planeta en otro, los que están por la justicia social están en otro. El cambio climático tiene que ver con la justicia social, tiene que ver con la violencia contra las mujeres, con cuidar el planeta y tener otra forma de vivir. Y tenemos que ver más esas conexiones y esos vínculos”.

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Etiquetas:
#metoo
abuso sexual
Acoso
violencia contra las mujeres
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