La lucha para dejar los inhalables puede empezar con un Whatsapp
Ulises trabajaba como albañil junto a su padre en Malinalco, Estado de México. Un día con su pago en lugar de comprar comida compró tres cajas de latas amarillas de limpiador PVC, cuya sustancia principal es el tolueno, una de las sustancias inhalables y psicotrópicas. Su droga.
“Cuando vi mis cajas de latas pues me puse a llorar, arrepentido, porque no podía yo creer que, en vez de comprar comida, tuve que comprar eso. Y yo decía: ¿y a poco eso voy a comer? Así, y me arrepentí”. Desde entonces, dice, no ha vuelto a consumir inhalables y poco después también dejó la marihuana.
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Para Pedro —padre de dos pequeños menores de 2 años— probar las drogas se convirtió en un tiempo de oscuridad y dejarla ha sido una lucha.
“Es como un rico y delicioso bubulubu, que te quieres comer, pero no te lo debes comer porque te hace daño. (La droga) ha afectado mi vida, ¿no? Porque a veces no es uno, es la droga, ¿no? Ya no actúas de buena manera, porque como hay tiempos buenos, hay tiempos malos”, cuenta el hombre de 22 años y artesano.
Pedro dejó los inhalables de un solo golpe. Pero las ganas de volver a hacerlo siguen ahí y cuando llegan lo que lo ayuda a no caer es caminar por los cerros de Malinalco, dibujar o escuchar música.
Su esposa y sus dos hijos lo ayudan a no caer.
“Ellos me dan la motivación de estar y de ser, y es lo que a veces me aleja de las drogas, porque digo, ‘no, no quiero estar una vez más en la oscuridad’, porque nada más es eso, un tiempo de oscuridad”.
Acompañar a los consumidores que quieren dejar la droga y dar información sobre los efectos que puede tener en su salud son las principales estrategias de la Asociación Civil El Caracol que ayuda a personas en situación de calle.
El primer paso es hablar del tema con la población en la calle, de los daños que la sustancia provoca a su salud y que a la larga puede provocar una condición discapacitante, explica Enrique Hernández, director de El Caracol.
No se puede decirle a los consumidores que dejen la droga de un momento a otro porque daña su salud, “ellos no se ven dejándola, hay que llevarlos poco a poco a que mejoren su salud, a que encuentren nuevos satisfactores incluso afectivos”.
El Caracol ofrece atención médica a los consumidores para tener una evaluación de su condición. El segundo paso de su estrategia fue diseñar propuesta educativa para que ellos pudieran monitorear su salud y conocieran los indicadores de riesgo.
“Hicimos una postal donde ellos pueden saber que si tienen tres o más indicadores de los que dice la postal tiene que buscar atención médica. Esta propuesta es de reducción del daño. Cuando ellos atienden su salud van mejorando sus condiciones y ya podemos hablarles de qué es lo que les está provocando el daño según lo que consumen”, añade el director de Caracol.
Entonces entra el acompañamiento con los consumidores. “Lo central es el acompañamiento personal que sepan que hay alguien que está con ellos. El tema es que no se sientan solos”.
Enrique explica que es mucho más fácil que la compulsión por consumir inhalables llegue si se sienten solos, por ello monitorean por Whatsapp o por teléfono a los consumidores, para que ellos sepan que cuentan con alguien en el momento que se sientan solos.
El problema, dice Enrique, es que “eso es muy caro, no podemos atender a muchas personas, somos bien poquitos aquí en Caracol”.
También luchan contra la compulsión que genera esta droga entre los consumidores, lo que provoca que el nivel de éxito sea bajo.
Los que busca El Caracol es que los consumidores que desean dejar la droga aunque vuelvan a recaer, logren evitar consumir por periodos más largos de tiempo: si deja la droga por tres meses, y vuelve a consumir, en un siguiente intento puede dejar de consumir por un año. “La idea es que el consumo sea cada vez más prolongado”.
Difícil atender sin protocolos médicos
Además de que las sustancias inhalables como el tolueno deben tener una regulación para su venta, pues al ser una sustancia de uso industrial y no una droga, es legal cualquiera puede comprarla, también faltan protocolos de atención médica claros.
“Si tu llegas con un daño por consumo de mariguana va a haber un protocolo médico para atenderte, si llegas con una sobredosis de cocaína también, pero si llegas con daño orgánico causado por solventes difícilmente va a haber protocolos porque médicamente no se ha estudiado mucho”, dice Enrique Hernández.
En la capital, solo existen dos Unidades Médicas Toxicológicas que cuentan con protocolos de atención para consumidores de solventes e inhalantes: Venustiano Carranza y Xochimilco.
En 2017, en ambas unidades se atendieron a 3,166 personas. En el toxicológico de Venustiano Carranza se atendieron 2,979 y en Xochimilco 187.
“La vinculación que ha tenido El Caracol con el toxicológico Venustiano Carranza es muy buena porque ellos han logrado que las ambulancias lleven a los muchachos al toxicológico. Normalmente no se quieren quedar y tener un tratamiento pero esa vinculación es valiosa”, destaca Silvia Cruz.
En el tóxicológico los médicos saben que al llegar un consumidor de solventes lo primero que deben hacer es suministrarles potasio para estabilizarlos, pues los solventes provocan hipocalemia, que es la baja peligrosa de potasio.
Además, tienen una lista de síntomas que presentan las personas intoxicadas con solventes, lo cual deberían tener todos los hospitales.
Ya ingresados les dan una alimentación alta en proteínas “porque esa característica es que están mal alimentados porque se les quita el hambre y eso los afecta mucho”.
También se les realiza una prueba de VIH y a las mujeres de embarazo. Además de información sobre los riesgos de seguir consumiendo. “Esas medidas si son posibles de implantar en otros hospitales”, añade Cruz Martín del Campo.
“El toxicológico ha salvado muchas más vidas de consumidores de solventes que cualquier otro hospital de la ciudad. Hemos llevado a chicos en estados lamentables y ahí los salvan. Pero es una instancia muy pequeña frente a una ciudad tan grande”.
Es difícil recuperarse de la adicción a los inhalantes pero es posible. Después de estar en anexos y hacer varios intentos, con la ayuda de la organización Caracol, Gabriel pudo dejar los inhalables y la calle. Ahora tiene un trabajo en un puesto de tortas cerca del Metro Garibaldi, en la Ciudad de México y puede pagar un cuarto en un hotel.
Se quedó sin ‘amigos’ pues el resto de personas que inhalan en los alrededores ya no le hablan desde que dejó de drogarse.
“Ellos dicen que no soy amigo, pero yo digo que un amigo es el que les dice ‘ya no te drogues’, pero ellos dicen que no, que un amigo es el que les da mona, les da mariguana, les da el activo”, dice Gabriel.
Lo que él busca es ser un ejemplo para todos ellos.
“Me gustaría ser ejemplo de ellos, que digan: ‘pues si Gabriel sí pudo, ¿por qué nosotros no?’. Salir de lo bajo, a lo limpio, ya no andar en la porquería, es mi ilusión de corazón. Ser el ejemplo para los demás”.
#YoSoyAnimal
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