En Relatos (Editores Mexicanos Unidos, México, 1981), del escritor Hermann Hesse (Alemania, 1877 – Suiza, 1962), se reúnen diez cuentos escritos en la década de 1930. Los cuentos son: Augusto; Un poeta, Cuento, Conocimiento de otra estrella, El estrecho sendero, Imágenes encadenadas, Fábulas, La feria y La montaña e Iris.
El común denominador de estos relatos es la crítica al tipo de vida que entraña la modernidad burguesa, que asumen como valores centrales el éxito, el dinero, la fama y poder. Es también una propuesta para rescatar la vida interior, la sencillez y el goce de lo cotidiano en el marco de una vida sencilla y austera.
Son cuentos filosóficos, si se puede usar el término, en los que el autor hace una valoración del momento, para luego ofrecer caminos alternativos, para convertirse en un ser humano más pleno.
El Premio Nobel de Literatura en 1946 advierte ya, así leí esos cuentos, el camino que ha emprendido Alemania hacia el fascismo y la guerra. Ese tránsito ocurre a la vista de todos.
Sus cuentos son un grito a la sociedad para que tome conciencia del momento por el que está pasando, al tiempo que invita a una reflexión personal y colectiva.
La conciencia de sí mismo y el volver a los valores fundamentales puede evitar la tragedia que ya se vislumbra, hay que pararla. No puede ser destino.
Relatos
Hermann Hesse
Editores Mexicanos Unidos, S.A.
México, DF, 1981
pp. 143
La Universidad de sus sueños estaba a más de 4 mil kilómetros de su hogar y aún así Mamadou Safayou Barry decidió montarse en su bicicleta y atravesar 6 países para llegar hasta ella.
En mayo, partió de Guinea hacia el prestigioso centro Al-Azhar, situado en Egipto con la esperanza de ser aceptado.
En el camino de esta aventura, el joven de 25 años y padre de un niño, soportó un calor abrasador durante 4 meses y hasta fue detenido en uno de los países repletos de militantes islamistas o golpes de estado.
Pero valió la pena.
Cuando finalmente llegó a El Cairo recibió una beca por parte de la institución.
Estoy “muy, muy” feliz, le dijo a la BBC.
Agregó que pese a no poder pagar el curso de Estudios Islámicos en Al-Azhar, ni los vuelos a Egipto, la reputación de la universidad lo impulsó a arriesgarse en un viaje a través de Mali, Burkina Faso, Togo, Benin, Níger y Chad.
Al-Azhar es uno de los centros de aprendizaje islámico sunita más influyentes del mundo.
También es uno de los más antiguos. Fue fundado en el año 670 d.C.
Barry salió de su casa “en busca de conocimientos islámicos”, pero en Malí, Burkina Faso o Níger, los ataques de militantes islamistas contra civiles son frecuentes y los recientes golpes de estado han provocado inestabilidad política.
“Viajar por estos países es muy difícil porque no tienen seguridad en este momento”, dijo.
“Tienen muchos problemas y la gente está muy asustada. En Mali y Burkina Faso la gente me miraba como si fuera una amenaza. Veía a los militares por todas partes portando armas grandes y coches“, dijo Barry.
Dijo que fue arrestado y detenido tres veces sin una buena razón: dos en Burkina Faso y una en Togo.
Sin embargo, la suerte de Barry cambió cuando llegó a Chad.
Un periodista lo entrevistó y publicó su historia en internet, lo que llevó a algunos buenos samaritanos a financiarle un vuelo a Egipto.
Esto le evitó andar en bicicleta por Sudán, dónde algunas áreas son actualmente zonas de guerra.
El 5 de septiembre llegó finalmente a El Cairo.
Su determinación le valió una reunión con la decana de estudios islámicos, Nahla Elseidy.
Después de hablar con él, Elseidy le ofreció una plaza en el curso de Estudios Islámicos de Al-Azhar, con una beca completa.
La decana dijo en las redes sociales que la universidad estaba dispuesta a ofrecer sus conocimientos a estudiantes de todo el mundo
Y que esta filosofía “no sólo cubre a los estudiantes internacionales en Egipto sino que también se extiende más allá. Al-Azhar recibe estudiantes de todos los países, los cuida y les ofrece ayudas”.
Barry dijo que estaba “muy, muy feliz” de haber recibido la beca.
“No puedo expresar lo feliz que estoy. Le di gracias a Dios“, dijo.
Barry añadió que los problemas que se encontró durante su expedición quedaron olvidadas hace mucho tiempo y borrados por la alegría de poder convertirse en un becario de Al-Azhar.
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