
Cada 14 de noviembre, el Día Mundial de la Diabetes invita a reflexionar sobre una epidemia silenciosa que se expande sin pausa en México. Más que una enfermedad crónica, la diabetes se ha convertido en un espejo de nuestras desigualdades: quienes menos tienen son quienes menos acceso tienen al diagnóstico, tratamiento y seguimiento.
Detrás de las estadísticas hay vidas como la de Doña Josefina, mujer de 55 años, habitante de una colonia de alta marginación en Iztapalapa. Para ella, seguir un tratamiento integral —medicamentos, dieta, ejercicio y monitoreo regular de Hemoglobina Glucosilada (HbA1c)— es casi un lujo. Su preocupación diaria no es abstracta: teme perder la vista, necesitar diálisis o enfrentar una amputación (Meza, 2015). Su historia refleja un reto histórico del sistema de salud: garantizar que todas las personas, sin importar dónde vivan, tengan acceso oportuno a diagnóstico, seguimiento y tratamiento integral. La geografía sigue influyendo en las trayectorias de salud, y atender esa brecha es una tarea colectiva que hoy está en proceso de fortalecerse.
El Día Mundial de la Diabetes es una oportunidad para avanzar en una agenda que ya está tomando forma: fortalecer la Atención Primaria a la Salud (APS), ampliar el acceso territorial y asegurar que cada comunidad cuente con herramientas para la detección, el control y el seguimiento oportuno. No se trata solo de medicamentos, sino de continuar consolidando un modelo preventivo y comunitario que México ha venido impulsando en los últimos años.
Los registros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) evidencian el crecimiento desbocado de la epidemia: de poco más de 5 millones de casos totales en el año 2000, la cifra superó los 10 millones en 2021 (IMSS, 2023), un incremento del 100 %.
El incremento responde a factores ampliamente estudiados: entornos obesogénicos, consumo elevado de alimentos ultraprocesados y estilos de vida cada vez más sedentarios, fenómenos globales que también afectan a México.
En paralelo, México ha logrado resultados importantes en prevención. El informe Panorama de la Salud 2025 de la OCDE señala que la prevalencia de diabetes en personas adultas pasó de 19 % en 2012 a 14 % en 2022 (OCDE, 2025). Este avance coincide con políticas públicas que han demostrado efectividad: como la implementación del IEPS del 10 % a bebidas azucaradas; el etiquetado frontal de advertencia, y campañas de prevención y un diagnóstico más oportuno.
Gracias a estas medidas, México dejó de ocupar el primer lugar de prevalencia de diabetes en la OCDE, mostrando que los esfuerzos implementados han tenido un impacto positivo.
Durante 2020, la reconversión hospitalaria por COVID-19 redujo temporalmente la capacidad para atender enfermedades crónicas. El descenso de casos registrados ese año no refleja una disminución real de la enfermedad, sino un subregistro asociado a la emergencia sanitaria global. Hoy, como en muchos países, esta pausa genera una “deuda de atención”: personas que retomaron tarde su control y que ahora requieren atención especializada.
Este fenómeno no es exclusivo de México, pero sí recalca la importancia de continuar fortaleciendo el primer nivel de atención y acelerar la detección oportuna.
El análisis epidemiológico muestra diferencias claras entre regiones. La Ciudad de México, el Estado de México y Nuevo León concentran casi 4 millones de casos, lo cual refleja una mayor población y mejor capacidad de diagnóstico. Esto se debe a la alta densidad poblacional y a la mayor concentración de centros de atención, lo que garantiza una mejor captación y registro de la morbilidad.
En contraste, entidades como Guerrero, Zacatecas, Oaxaca, Chiapas y Yucatán registran menos casos, lo que no implica menor incidencia, sino mayores dificultades para la detección oportuna.
En estos territorios, es frecuente que la diabetes aparezca tardíamente en los registros, cuando ya existen complicaciones graves o cuando la enfermedad se documenta solo en estadísticas de mortalidad.
Por eso, hablar de diabetes en México es también hablar de equidad territorial, de acercar diagnósticos, herramientas y servicios a todas las comunidades.
Durante años, el debate sobre la diabetes se centró en hábitos individuales. Sin embargo, factores como el acceso limitado a alimentos saludables, la falta de espacios públicos para actividad física o la disponibilidad de servicios médicos cercanos tienen un peso determinante.
Hoy existe un consenso internacional: la prevención no depende solo de las personas, sino de entornos saludables y políticas públicas coordinadas. México ha avanzado en esa dirección, y continuar por ese camino es clave para reducir complicaciones y nuevos casos.
Para que la atención sea oportuna y equitativa, la Atención Primaria a la Salud (APS) debe ser el punto de partida. Su fortalecimiento permitirá:
La APS es la vía para acercar la salud a las comunidades y para cerrar brechas históricas.
México ha demostrado que las políticas de prevención y regulación pueden tener impactos significativos. El reto ahora es dar continuidad a ese esfuerzo, fortalecer el primer nivel de atención y avanzar en la equidad territorial para que todas las personas tengan acceso a una atención oportuna y de calidad.
La diabetes no es solo un problema médico: es un tema de justicia social y de derechos. Consolidar la APS, corregir el subregistro y actuar sobre los determinantes sociales permitirá que el derecho a la salud no dependa del lugar donde se nace, sino de un sistema preparado para cuidar a todas las personas. Porque la salud debe ser territorializada, integral y, sobre todo, justa.
*José Noé Rizo es Investigador en Salud Pública y Seguridad Social de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social. Docente del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México; Secretario General Electo (2026-2027) de la Sociedad Mexicana de Salud Pública.
Bibliografía:
IMSS. (2023). Detección padecimientos Diabetes por delegación, por año. 2000 – 2021 . CDMX: http://datos.imss.gob.mx/sites/default/files/istabla43_2021.csv.
Meza, R. B.-G.-M.-N.-M.-P.-Á. (2015). Burden of type 2 diabetes in Mexico: Past, current and future prevalence and incidence rates. Preventive Medicine , 81, 445–450. https://doi:10.1016/j.ypmed.2015.10.015.
OCDE, O. p. (2025). Panorama de la salud 2025: México. París: OCDE.

La estructura construida sobre el sarcófago que cubre el reactor que explotó en 1986 resultó dañada tras un ataque que Ucrania atribuye a Rusia.
El escudo protector que cubre el reactor nuclear de Chernóbil, en Ucrania, ya no puede cumplir su principal función de contención tras un ataque con drones a principios de este año, señaló la agencia de control nuclear de la ONU.
Los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) descubrieron que la enorme estructura, construida sobre el lugar del desastre nuclear de 1986, había perdido “sus funciones de seguridad primarias, incluida la capacidad de aislamiento”.
En febrero, Ucrania acusó a Rusia de atacar la central nuclear, un señalamiento que el Kremlin negó.
La OIEA afirmó que las reparaciones eran “esenciales” para “prevenir una mayor degradación” del refugio nuclear. Sin embargo, el experto ambiental Jim Smith le dijo a la BBC que “no es algo por lo que debamos entrar en pánico”.
El profesor Smith, de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), quien ha estudiado las secuelas del desastre de Chernóbil, afirmó que el mayor peligro asociado al lugar era el polvo radiactivo.
Sin embargo, añadió que “el riesgo es bajo” porque el polvo contaminado está contenido dentro de un grueso “sarcófago” de hormigón cubierto por el escudo protector.
La explosión de Chernóbil en 1986 expulsó material radiactivo al aire, provocando una emergencia de salud pública en toda Europa.
En respuesta, la antigua Unión Soviética construyó el sarcófago sobre el reactor nuclear.
El sarcófago solo tenía una vida útil de 30 años, lo que provocó la necesidad de una cubierta protectora para evitar fugas de material radiactivo durante los siguientes 100 años.
La OIEA informó que un equipo completó una evaluación de seguridad del sitio la semana pasada, después de que resultara gravemente dañado por el ataque con drones.
El ataque provocó un incendio en el revestimiento exterior de la estructura de acero.
Los inspectores indicaron que no se produjeron daños permanentes en las estructuras de soporte ni en los sistemas de monitoreo de la cubierta, y que se habían realizado algunas reparaciones en el techo.
Sin embargo, el director general de la OIEA, Rafael Grossi, declaró: “Una restauración oportuna e integral sigue siendo esencial para evitar una mayor degradación y garantizar la seguridad nuclear a largo plazo”.
Desde principios de diciembre, el organismo de control nuclear de la ONU ha estado evaluando la infraestructura energética de Ucrania mientras el país continúa defendiéndose de Rusia.
Rusia lanzó ataques aéreos nocturnos contra la ciudad de Kremenchuk, un importante centro industrial en el centro de Ucrania.
Además de evaluar Chernóbil, la OIEA ha estado inspeccionando las subestaciones eléctricas vinculadas a la seguridad nuclear.
“Son absolutamente indispensables para suministrar la electricidad que todas las centrales nucleares necesitan para la refrigeración de los reactores y otros sistemas de seguridad”, declaró Grossi.
“También son necesarias para distribuir la electricidad que producen a los hogares y la industria”, agregó.
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