Hoy se celebra el Día Internacional del Jaguar, una especie icónica a nivel mundial y el felino más grande de América Latina.
Este grandioso mamífero es portador de una invaluable importancia ambiental, cultural y espiritual en diversos territorios, desde México y hasta el norte de Argentina, así como para comunidades locales y pueblos indígenas que coexisten con él y cuyo bienestar se encuentra estrechamente entrelazado.
El jaguar es una especie clave, pues al estar en la cima de la cadena alimentaria tiene una función crucial en el funcionamiento de ecosistemas de alta integridad, regulando procesos que sustentan la biodiversidad; además, es una especie sombrilla, lo que significa que a través de su conservación también se conservan grandes extensiones de hábitat y muchas otras especies con las que cohabita. Sin embargo, esta especie no está exenta de los grandes desafíos que la vida silvestre atraviesa a nivel global.
Se estima que el jaguar ha perdido más del 50 % de su rango histórico, provocado principalmente por el cambio de uso de suelo y la deforestación, los cuales son impulsados por patrones de producción y consumo insostenibles; algunos ejemplos son la expansión de la frontera agrícola, el desarrollo urbano, el desarrollo de infraestructura sin visión ambiental, y la minería.
Otros factores que amenazan al felino son el conflicto humano-vida silvestre, el tráfico de sus partes y la disminución de sus presas.
En este poco alentador contexto, hoy resulta fundamental que todos los sectores de la sociedad asuman compromisos concretos en torno a la conservación de los hábitats del jaguar, bosques tropicales y templados, donde se reconoce su mayor presencia, pero no se quedan fuera los pastizales, humedales, cuerpos de agua, entre otros ecosistemas de gran relevancia.
Esto no solo garantizará la continuidad de una especie impresionante, sino el correcto funcionamiento de los paisajes en los que habita, los cuales proveen de servicios ecosistémicos que sustentan los medios de vida y el bienestar de millones de personas.
Para conmemorar este día, WWF ha publicado un estudio para conectar puntos, que nos ofrece una estimación del valor de los servicios ecosistémicos provenientes de los hábitats del jaguar, así como una evaluación de las tendencias económicas y de conservación del medio ambiente en 15 paisajes prioritarios para el jaguar.
Los resultados son apremiantes y dan cuenta de la importancia de invertir en la conservación y manejo sustentable de los ecosistemas donde habita el jaguar. Los paisajes prioritarios de WWF incluyen 14 países de América Latina y en ellos habitan aproximadamente 62 millones de personas. El valor económico, de los servicios ecosistémicos en los bosques en paisajes prioritarios del jaguar generan un valor de entre 1.5 y 4 billones de dólares anuales, siendo los servicios de regulación, seguidos de los de aprovisionamiento y culturales los principales generadores de este valor.
Específicamente para los servicios de regulación, como la prevención de la erosión o la regulación climática, se concluyó que aportan entre 1.1 y 2.8 billones de dólares al año, mientras que los servicios culturales y de aprovisionamiento, como el agua, alimentos y materias primas, oscilan entre 0.3 y 1.1 billones de dólares.
En contraste, el estudio muestra que la producción económica actual de las actividades humanas en estos paisajes corresponde a 708.3 mil millones de dólares, esta cifra da cuenta principalmente del sector de servicios, que abarca el comercio, transporte, educación, banca y otras actividades financieras.
Lo que indica que los servicios ecosistémicos antes mencionados superan entre 1.6 y 4 veces más el total de la producción económica de la región.
América Latina requiere que se reconozca a las especies silvestres como una fuente de ingresos y recursos para cientos de millones de personas, sin las cuales no sería posible la vida, así como de medidas contundentes para detener y revertir la pérdida de biodiversidad.
Para asegurar la conservación del jaguar y sus hábitats, los gobiernos deben garantizar la conservación y manejo efectivo de áreas protegidas y conservadas, implementar políticas de planificación de uso de la tierra y alinear políticas e incentivos a través de la integración de la biodiversidad en todos los sectores.
El sector financiero debe integrar riesgos relacionados con la biodiversidad en sus inversiones y contribuir a la estructuración de mecanismos financieros e incentivos para conservación de biodiversidad.
Detener la deforestación y conversión de paisajes es tarea de todos, desde los consumidores, tomadores de decisión, sector privado, productores. Conservar al jaguar y sus hábitats es una inversión colectiva en nuestro futuro.
Descarga el estudio aquí.
* Sandra Petrone es directora de Vida Silvestre en WWF México (@WWF_Mexico).
Ecuador vive una de las peores sequías de los últimos 50 años, lo que ha conducido a una serie de apagones que tienen en una situación crítica al país.
Liz Orozco tiene miedo. Desde que empezaron los racionamientos de energía de 12 a 14 horas diarias en Ecuador el 18 de septiembre, el traslado de su oficina en el norte de Guayaquil hacia Durán, una de las ciudades más peligrosas del mundo, se ha vuelto un calvario.
“Caminar sola es horrible, he visto robos”, comenta. Durán es un territorio de guerra de pandillas.
Hasta octubre de 2024, las muertes violentas en esa zona de la costa ecuatoriana superaban las 400, un aumento del 59% en comparación con 2023, de acuerdo con el think tank internacional InSight Crime.
El país, que sufre los estragos del crimen organizado, ahora también enfrenta una crisis energética que lo obliga a apagarse la mitad del día.
Este escenario es “el resultado de una crisis de gestión que Ecuador lleva arrastrando por décadas”, sostiene Jorge Luis Hidalgo, uno de los expertos en energía más respetados del país.
Ecuador enfrenta un déficit energético de 1.080 megavatios, un 20% de su capacidad de generación.
Aunque el gobierno ha intentado atribuirlo a la “grave falta de lluvias”, Hidalgo subraya: “No se trata de una simple sequía. Es un problema estructural que no se resolverá a corto plazo”.
El 90% de la energía en Ecuador depende de las centrales hidroeléctricas, pero Hidalgo sugiere que el país debe diversificar sus fuentes.
“Ecuador tiene un poderoso potencial hídrico, una ubicación en la línea ecuatorial ideal para aprovechar el sol, y recursos como biomasa, volcanes para geotermia, gas natural y viento”, explica.
“Hay una enorme oportunidad en Ecuador, pero también una muy mala gestión que no se solucionará a corto plazo”.
A pesar de la adversidad, los ecuatorianos han tenido que adaptarse.
En el trabajo de Liz Orozco, por ejemplo, una constructora en Guayaquil, el edificio ha instalado generadores de energía diésel. “Es una orquesta a la que te tienes que acostumbrar”, describe.
El gerente de la empresa, Guillermo Jouvin Arosemena, dice que cada generador representa un gasto de diésel de unos US$8.000 por semana, sumado al mantenimiento mensual que puede llegar hasta US$550, dependiendo del equipo.
“La crisis energética está afectando en todos los sentidos”, afirma Jouvin. “El costo de inversión y mantenimiento no estaba previsto y está encareciendo las construcciones. No todas las empresas tienen capacidad para invertir”.
Este primer semestre de 2024, el sector de la construcción registró una caída del 17% en comparación con 2023. “Fue el sector más afectado de la economía ecuatoriana”, concluye.
El impacto también se siente en otros sectores.
Este viernes, Mónica Heller, presidenta de la Cámara de Comercio de Quito, dijo en una entrevista que solo en los últimos dos meses las pérdidas en el sector industrial alcanzaron los US$4,000 millones y en el sector comercial, US$3.500 millones, lo que ha derivado en numerosos despidos.
“Estos cortes de energía son devastadores para el comercio y la industria”, asegura Heller. “Estamos viendo un impacto directo en los ingresos y en el empleo”.
Se pierden empleos, dinero, y también se arriesgan vidas. Fabricio Palma, paciente renal de 54 años que vive en el suroeste de Guayaquil, ha visto su tratamiento afectado.
“Normalmente son cuatro horas de diálisis por sesión, pero ahora solo me hacen tres horas”, cuenta. En una sesión reciente de madrugada, Palma presenció la muerte de un paciente.
“Los doctores dijeron que el cuerpo reacciona diferente cuando la diálisis se hace de noche”.
La crisis también se refleja en el caos vial. Christian Calvache, agente de tránsito en Guayaquil, relata el desgaste de intentar regular el tráfico sin semáforos.
“El desgaste es tanto físico como emocional. Termino el turno con dolores de cabeza y la paciencia agotada”, confiesa Calvache.
La ciudad cuenta con más de 1.100 intersecciones semaforizadas, algunas de las cuales tienen sistemas de alimentación con baterías, pero “muchas no aguantan cuatro horas de corte”, reconoce.
Calvache insta a los conductores a tener paciencia, pero admite que “la falta de empatía es evidente”.
Allen Panchana y Daniela Sangurima, una pareja de esposos con tres hijas, han adoptado medidas para proteger a su familia. Viven en un conjunto residencial cerrado en Samborondón, una ciudad vecina a Guayaquil.
Pero los cortes los afectan diariamente.
“No podemos cocinar ni usar agua potable cuando no hay energía porque la cocina es de inducción y las bombas de agua necesitan motor. Durante los cortes, nos toca volver al siglo 18 y agarrar una jarrita”, comenta Allen.
Daniela añade que la crisis afecta la rutina de sus hijas. “Las inscribimos en actividades para que no sientan el estrés de esta situación, que nadie debería normalizar”, expresa.
Sin embargo, admite que la falta de energía altera su descanso y hace que sus hijas se despierten agotadas.
Cuatro ministros han pasado por la cartera de Energía en el último año del gobierno de Daniel Noboa.
Uno de ellos enfrenta actualmente un juicio político. Inés Manzano, la actual ministra, ha prometido medidas a corto plazo, como la compra de energía a proveedores privados, pero la percepción general es que estas llegan tarde y de manera desigual.
Hasta el 17 de septiembre, los cortes serán de 12 horas. En esa fecha, el Ministerio de Energía decidirá si se mantienen o aumentan, dependiendo de las lluvias.
Desde varios sectores, se anuncian movilizaciones, con ciudadanos cansados que llaman a “apagar las velas y encender la llama de la organización”.
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