México está entre las principales potencias pesqueras del mundo, pero 4 de 10 especies de importancia pesquera se encuentran sobrexplotadas, deterioradas o al borde del colapso y nada se ha hecho para resolverlo. Ni las autoridades, ni la ley pesquera nacional contemplan acción alguna para su restauración o recuperación. Increíble, pero cierto.
Cuando la población de una especie pesquera comienza a disminuir, las tasas de captura también se reducen. Idealmente, cuando se aplica una política de intervención, esas poblaciones deberían aumentar y por ende las capturas.
Sin embargo, a pesar de que la ley pesquera en México contempla algunos instrumentos como son las vedas, el control del esfuerzo pesquero, los repoblamientos, los planes de manejo pesquero y más recientemente los refugios pesqueros, estos han sido utilizados por las autoridades de manera discrecional, aislada o desarticulada, sin que hasta el momento se haya restaurado el potencial pesquero del país. Peor aún, el número de especies deterioradas va en aumento.
La palabra restauración, o la acción de restaurar las especies pesqueras, han estado ausentes, tanto en las actividades que lleva a cabo el gobierno federal para la gestión de la pesca, como en la propia ley general de pesca y acuicultura sustentables. Por el contrario, el uso discrecional y aislado de las pocas herramientas que pudieran recuperar los recursos marinos han sido insuficientes. El uso combinado de los diversos instrumentos tampoco será efectivo si no se cuenta con un plan de restauración estructurado.
Un reciente artículo publicado en la revista Nature demostró que los recursos renovables, como las especies marinas, cuando cuentan con sistemas de gestión bien diseñados pueden crear las condiciones para obtener buenos resultados ambientales a largo plazo, y con ello recuperar su abundancia y disponibilidad. ¿Pero, cuál es la mejor intervención?
Bajo la primicia de identificar la o las herramientas de manejo pesquero que mejor funcionan para recuperar las poblaciones de especies pesqueras deterioradas o agotadas, los autores recopilaron información de manejo de 288 stocks (poblaciones de especies pesqueras) de diferentes partes del mundo, y analizaron el efecto que tienen las diversas técnicas de manejo o intervención, y las compararon con las tendencias en la recuperación de cada una de esas poblaciones.
Como resultado principal encontraron que los Planes de Restauración disminuyeron la presión por pesca y aceleraron el proceso de recuperación de las poblaciones deterioradas y que, de las nueve herramientas de manejo, la implementación de los Planes de Restauración fueron los que mostraron un claro incremento en la abundancia y disponibilidad de las especies.
Sin embargo, identificaron que los planes de restauración son la política de intervención que menos se ha utilizado, pero existen ejemplos exitosos en países como Estados Unidos, Canadá, Chile y algunos miembros de la Unión Europea.
México no forma parte de este grupo selecto de países que restauran sus recursos pesqueros, pero está demostrado que la restauración pesquera es la única vía para revertir el grave estado de deterioro de más del 40% de sus pesquerías.
En Oceana hemos insistido en que el Congreso de la Unión debe trabajar en una profunda reforma a la Ley General de Pesca y Acuicultura Sustentables que restaure y recupere la pesca perdida. También hemos llamado al gobierno federal, a través de la CONAPESCA, la que cumpla su obligación de restaurar y garantizar la abundancia en la pesca por el bienestar del país y a las y los participantes del sector pesquero.
Más de dos millones de mexicanos dependen directa o indirectamente del sector. Hablamos de proteger y conservar la riqueza de nuestros mares, pero también de garantizar el ingreso y la alimentación de miles de personas. No es un reto menor y esperamos que el compromiso social de esta administración se traduzca en a aprovechar de forma sostenible los recursos y salvar la pesca en nuestro país.
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