Nos encontramos frente a una situación de emergencia sanitaria mundial. En este momento, es difícil dejar de pensar en los grupos de personas que históricamente han vivido situaciones de vulnerabilidad o de discriminación, y mucho más en que no serán arrasados por los efectos –e impactos diferenciados para esas personas– que va dejando, en este caso, la pandemia por covid-19.
Ciertamente, las secuelas que ha dejado la pandemia por covid-19, relacionadas con la salud pero también las de carácter emocional, económico, acceso a la justicia, acceso a la vivienda, acceso a una vida libre de violencia y una de las más importantes, el acceso a la educación, han tenido un gran impacto en la vida y proyectos de un sinfín de grupos de personas, especialmente aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, como niñas, niños, adolescentes y juventudes que viven con discapacidad.
Cuando las características y condiciones de las personas se interseccionan, se acrecienta la posibilidad de vivir situaciones de exclusión, vulnerabilidad, falta de oportunidades y discriminación estructural en los diferentes sistemas sociales en los cuales se desarrollan, por ejemplo, salud, justicia, y en este caso, el educativo. Las niñas, niños, adolescentes y juventudes viven situaciones de discriminación sistemática, y si además viven con discapacidad, ésta se amplifica.
Las niñas, niños, adolescentes y juventudes con discapacidad durante esta pandemia se han enfrentado a situaciones de exclusión en torno a la educación, pues los programas de aprendizaje a distancia no son accesibles o ajustados para permitir la participación y satisfacer las necesidades de aprendizaje. Las alteraciones en las rutinas diarias generadas por el cierre de las escuelas pueden resultar particularmente difíciles para las y los estudiantes que necesitan una rutina estable, lo cual se traduce en grandes retos para las familias por el apoyo adicional que esta población requiere. Además, gran parte del estudiantado con discapacidad vive en hogares pobres y vulnerables, lo que ha provocado que tengan dificultades de acceso a la tecnología para la educación virtual y, por ende, esta población corre el riesgo de tener las mayores brechas de aprendizaje (BID, 2020: 1).
La pandemia por covid-19 ha profundizado y aumentado las brechas a las que de por sí ya se enfrentaban niñas, niños, adolescentes y juventudes con discapacidad en su tránsito por el sistema educativo en el país. En la Ciudad de México, particularmente, esto se refleja en el aumento del abandono escolar, en la disminución de presupuesto a las instituciones o en el cierre de programas que atienden a esta población, situaciones que se acrecentaron en la administración actual, entre otras consecuencias.
El INEGI, en la Encuesta para la Medición del Impacto covid-19 en la Educación 2020, refleja que de los 33.6 millones de niñas, niños, adolescentes y juventudes de 3 a 29 años que se inscribieron al ciclo escolar 2019-2020, 740 mil no pudieron concluir el ciclo escolar; el 58.9% por alguna razón asociada a covid-19 y 8.9% por falta de dinero o recursos. Entre las razones asociadas a la deserción por covid-19 se encuentra que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, en casos en que la madre, padre o tutor de esta población se quedaron sin trabajo o por la carencia de una computadora u otros dispositivos, así como la carencia de conexión a internet. Es importante señalar que, de este porcentaje total de la población, el 2% (580 mil 289) presenta algún tipo de discapacidad (INEGI, 2020). Si bien estos números reflejan la realidad de niñas, niños, adolescentes y juventudes en general, si pensamos en el grupo que vive con discapacidad, el escenario se vuelve mucho más complejo, sobre todo si se piensa en el aumento de gastos que implica hacer los ajustes necesarios en cada hogar para que dicha población pueda acceder a la educación a distancia y en línea de una forma incluyente y libre de discriminación en la Ciudad de México.
Ante este escenario, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED), realizó y publicó el Informe Impactos diferenciados por COVID-19: Diálogos con organizaciones de la sociedad civil, que refleja la realidad de cada uno de los grupos de atención prioritaria de la Ciudad de México a partir de lo sucedido en diferentes espacios sociales a causa de covid-19.
Gran parte de las brechas y situaciones de discriminación que han experimentado las niñas, niños, adolescentes y juventudes con discapacidad son las siguientes (COPRED, 2020):
A pesar de estos datos tan alarmantes, el sistema educativo reportó estar llevando a cabo un par de estrategias para favorecer el acceso y evitar la deserción escolar de niñas, niños, adolescentes y juventudes, las cuales fueron las siguientes (BID, 2020: 3):
Es importante destacar que todavía hay muchas ideas en el tintero que podrían garantizar el acceso de una educación incluyente para las niñas, niños, adolescentes y juventudes con discapacidad; es imprescindible ponerlas en marcha, mucho más en momentos que demuestran que la pandemia parece no dar tregua a las personas más vulnerables de la Ciudad de México.
Ante esto, algunos organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo han emitido una serie de recomendaciones para poder garantizar una educación incluyente en tiempos de pandemia (BID, 2020: 5-6):
Es claro que las dificultades a las que se han enfrentado las niñas, niños, adolescentes y juventudes con discapacidad reflejan la enorme profundización de las brechas de desigualdad y de las situaciones históricas de discriminación como consecuencia de esta pandemia. Aunque el sistema educativo ha hecho esfuerzos destinados a la inclusión, todo indica que estamos muy lejos de una situación ideal, que permita convivir a todas las diversidades, y especialmente a niñas, niños, adolescentes y juventudes con discapacidad.
Hoy nos encontramos frente a un escenario que puso a prueba el accionar de los gobiernos, y es un momento clave para generar espacios educativos que permitan a niñas, niños y adolescentes desarrollar todas sus habilidades y capacidades, pues la educación puede ser un gran trampolín para llevar a cabo un proyecto de vida en donde los protagonistas sean la autonomía y la accesibilidad universal en diferentes espacios sociales para personas con discapacidad.
* Norma Nárvaez es jefa de Unidad Departamental en el área de Educación del @COPRED_CDMX.
Referencias
Banco Interamericano de Desarrollo (2020). ¿Cómo garantizar la educación inclusiva en emergencia para estudiantes con discapacidad? Región de América Latina y el Caribe. Pp. 6. Consultado aquí.
Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (2020). Informe Impactos diferenciados por COVID-19: diálogos con organizaciones de la sociedad civil. COPRED-Gobierno de la Ciudad de México. Pp. 195. Consultado aquí.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2020). Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020. INEGI-Comunicado de Prensa. Consultado aquí.
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